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¡Jódete! dijo por fin.

Mawhrin-Skel pareció esfumarse dejando tras él una imagen residual de luz tan intensa y cegadora como la del sol que no tardó en desvanecerse. Las ascuas se avivaron, una ráfaga de viento tiró de ropas y cabelleras y unos cuantos farolillos de papel se estremecieron y acabaron desprendiéndose de los arcos de piedra. Las hojas y las flores cayeron lentamente de los dos arcos situados encima del punto en el que había estado flotando Mawhrin-Skel.

Chamlis Amalk-Ney giró sobre su eje vertical para observar el cielo nocturno y el pequeño agujero que acababa de aparecer en la capa nubosa. Sus campos brillaban con un resplandor rojizo de puro placer.

Oh, cielos… suspiró. ¿Crees que he dicho algo que le ha molestado?

Gurgeh sonrió y tomó asiento delante del tablero.

¿Lo habías planeado, Chamlis?

Amalk-Ney saludó a las demás unidades y a Boruelal con una reverencia.

No exactamente. Se volvió hacia Olz Hap, que estaba sentada enfrente de Gurgeh con la red del tablero de juego interponiéndose entre ambos. Ah… Qué agradable sorpresa. Una humana rubia{N.d.T.: El juego de palabras inglés se pierde con la traducción. “A fair human” es tanto «una humana rubia» como «una humana hermosa».}.

La joven se ruborizó y bajó la vista.

Boruelal hizo las presentaciones.

* * *

El Acabado se juega en una red tridimensional que ocupa un metro cúbico de espacio. Los materiales tradicionales se obtienen de cierto animal del planeta en que se originó el juego. Los tendones curados se utilizan para la red y el marco está hecho con el marfil de sus colmillos. El tablero que Gurgeh y Olz Hap iban a utilizar era sintético. Los dos alzaron las pantallas que garantizaban su intimidad, cogieron las bolsitas que contenían los globos huecos y las cuentas de colores (cáscaras de nuez y piedras en el original) y escogieron las cuentas con las que querían jugar colocándolas dentro de los globos. Las unidades se aseguraron de que no había ninguna posibilidad de que vieran qué cuentas había dentro de cada globo. Después el hombre y la chica cogieron un puñado de esferitas cada uno y las fueron esparciendo por la red. La partida había empezado.

La chica era muy buena. Gurgeh no tardó en quedar impresionado. Olz Hap tenía un estilo de juego muy impetuoso, pero su temeridad y su afición a correr riesgos pertenecían a la variedad astuta y osada, no a la meramente estúpida. Aparte de eso Olz Hap también tenía mucha suerte pero, naturalmente, hay varias clases de suerte. A veces podías oler la presencia de la suerte, darte cuenta de que todo te iba bien y de que lo más probable era que siguiese yéndote bien y sacar el máximo provecho de ello. Si las cosas seguían así, podías conseguir beneficios exorbitantes. Si la suerte se esfumaba… Bueno, entonces tenías que ser más cauteloso y confiar en la sabiduría tradicional del juego.

Aquella noche la chica tenía esa clase de suerte. Hizo las conjeturas correctas sobre las piezas de Gurgeh y capturó varias cuentas importantes no muy bien disfrazadas; previo movimientos que Gurgeh había colocado en las cuentas de Profecía e ignoró todas las trampas y fintas tentadoras que Gurgeh le puso delante.

Gurgeh logró resistir y fue dando con defensas improvisadas fruto de la desesperación que oponer a cada nuevo ataque, pero estaba jugando de una forma demasiado apresurada, excesivamente táctica y supeditada a las circunstancias de cada momento. No conseguía acumular el tiempo que necesitaba para ir moviendo sus piezas o desarrollar una estrategia. Estaba limitándose a responder y a reaccionar, y Gurgeh siempre había preferido tomar la iniciativa del juego lo más pronto posible.

Necesitó algún tiempo para comprender hasta dónde llegaba la audacia de la chica. Olz quería conseguir una Red Completa, nada menos que la captura simultánea de todos los puntos disponibles que había en el espacio del juego. No se estaba limitando a intentar ganar, sino que intentaba ganar creando una configuración que sólo había sido materializada por un puñado de los mejores jugadores de Acabado y, que Gurgeh supiera, una que aún no había sido conseguida por ningún habitante de la Cultura. Casi no podía creerlo, pero eso era justamente lo que estaba intentando. Olz iba minando la disposición de sus piezas, pero no acababa con ellas. Retrocedía y atacaba utilizando las debilidades del despliegue de Gurgeh, pero no explotaba su ventaja para irle dejando sin piezas.

Estaba invitándole a responder, naturalmente, y le daba más posibilidades de alzarse con la victoria e incluso de lograr el mismo resultado portentoso que andaba buscando, aunque en el caso de Gurgeh sus esperanzas de conseguirlo eran bastante más reducidas que las de Olz. ¡Pero la increíble confianza en sí misma que implicaba aquella forma de jugar…! ¡La experiencia e incluso la arrogancia que revelaban eran pura y simplemente desmesuradas!

Gurgeh contempló el delgado y tranquilo rostro de la chica por entre la red de alambres y esferitas suspendidas que le separaba de ella y no pudo evitar el que su ambición, su presuntuosa habilidad y la fe que tenía en sí misma le hicieran sentir una cierta admiración. Olz se había fijado el objetivo de dar una exhibición e impresionar al público y no se conformaba con una simple victoria, pese a la innegable realidad de que la victoria significaría haber superado a un jugador tan famoso y respetado como él. ¡Y Boruelal había pensado que quizá la intimidaba! Bueno, mejor para ella…

Gurgeh se inclinó hacia adelante y se frotó la barba. Había dejado de prestar atención al gentío que se apelotonaba en el balcón observando el desarrollo de la partida en el más absoluto silencio.

Y Gurgeh logró mejorar sus posiciones, en parte por suerte y en parte usando una habilidad superior a la que incluso él mismo creía poseer. El juego seguía apuntando a una victoria con Red Completa y Olz era quien seguía teniendo más posibilidades de lograr la configuración, pero por lo menos la situación de Gurgeh ya no parecía tan desesperada como antes. Alguien le trajo un vaso de agua y un poco de comida. Después Gurgeh recordaría vagamente haberle dado las gracias.

La partida siguió. La gente iba y venía a su alrededor. La red contenía todo lo que le importaba en la vida. Las esferitas que encerraban sus tesoros y amenazas secretas se convirtieron en diminutas porciones de vida y muerte, puntos de probabilidad aislados sobre los que se podían hacer conjeturas pero que sólo revelarían su contenido cuando fueran desafiados, abiertos y escrutados. Toda la realidad parecía reposar sobre aquellos infinitesimales bultitos de significado.

Gurgeh ya no sabía qué drogas circulaban por su organismo, y no tenía ni idea de qué sustancias estaba utilizando la chica. El espacio y el tiempo habían dejado de existir para él.

Gurgeh y Olz relajaron su concentración durante unos movimientos y la partida volvió a cobrar vida de repente. Poco a poco y de forma muy gradual Gurgeh fue comprendiendo que su cabeza había creado un modelo imposiblemente complejo de la situación. El modelo encerraba tantos planes y variables distintas que resultaba prácticamente imposible de aprehender racionalmente.

Gurgeh contempló el modelo y lo alteró.

Y la partida sufrió un cambio repentino.

Había percibido una forma de ganar. La Red Completa seguía siendo una posibilidad…, y ahora la posibilidad era suya. Todo dependía de sus movimientos. Otra alteración. Sí, ganaría. Estaba casi seguro de ello.

Pero ya no le bastaba con eso. La Red Completa le hacía guiños y se balanceaba ante él ofreciéndole su seductora realidad…