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Gurgeh dijo Chamlis intentando razonar con él, ¿cómo puedo ayudarte si te niegas a explicarme en qué consiste el problema?

Basta con que respondas a esta pregunta. ¿Existe alguna forma de averiguar algo más sobre lo que quería Contacto? ¿Puedo volver a hablar con ellos? Sin que se entere todo el mundo, evidentemente… O… Meneó la cabeza y se llevó las manos a las sienes. No, supongo que se enterarían, pero eso ya no importa demasiado…

Se detuvo junto a la pared y contempló los bloques de piedra arenisca que había entre los cuadros. Los apartamentos habían sido construidos al estilo antiguo y las junturas que había entre los bloques de arenisca eran de color negro y estaban adornadas con perlitas blancas. Gurgeh contempló las esferitas incrustadas en aquellas líneas e intentó pensar. Tenía que decidir lo que podía preguntar y lo que podía hacer para salir de aquel lío.

Puedo ponerme en contacto con las dos naves que conozco dijo Chamlis. Puedo interrogar a las dos naves con las que hablé antes. Quizá tengan alguna idea de en qué consistía la oferta de Contacto. Chamlis observó a los peces plateados que se alimentaban en silencio. Si lo deseas puedo hacerlo ahora mismo.

Sí, por favor dijo Gurgeh. Hazlo.

Se apartó de la pared dando la espalda a los bloques de arenisca y las perlas cultivadas. Sus zapatos repiquetearon sobre las baldosas del suelo. Volvió a contemplar la plaza iluminada por el sol. El tzile seguía durmiendo. Gurgeh podía ver el lento movimiento de las mandíbulas de la criatura, y se preguntó qué palabras estaría articulando en sueños.

No sabré nada hasta dentro de algunas horas dijo Chamlis. La tapa de la pecera se cerró. La unidad guardó el recipiente de la comida para peces en un cajón de la mesita de líneas esbeltas y frágiles que había junto a la pecera. Las dos naves están bastante lejos… Chamlis dio unos cuantos golpecitos en un lado de la pecera con un campo plateado y los peces fueron hacia allí para investigar la causa de aquel ruido. Pero… ¿Por qué? preguntó la unidad volviéndose hacia Gurgeh. ¿Qué ha cambiado? ¿En qué clase de problema…, en qué clase de problema puedes haberte metido? Gurgeh, por favor… Cuéntame de qué se trata. Quiero ayudarte.

La máquina flotó en silencio hacia el humano. Gurgeh seguía inmóvil delante de la ventana contemplando la plaza con las manos unidas detrás de la espalda sin darse cuenta de que sus dedos se estrujaban lentamente los unos a los otros. La vieja unidad jamás le había visto tan nervioso y preocupado.

Nada dijo Gurgeh con desesperación. Meneó la cabeza sin mirar a la unidad. Todo sigue igual. No hay ningún problema. Necesito averiguar unas cuantas cosas, nada más.

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El día anterior volvió directamente a Ikroh. Fue a la habitación principal la casa había encendido la chimenea un par de horas antes en cuanto recibió el pronóstico meteorológico, se quitó las ropas empapadas. Estaban tan sucias que las arrojó a las llamas. Se dio un baño caliente seguido por un baño de vapor, sudó, jadeó e intentó sentirse limpio. El baño de inmersión estaba tan frío que la superficie del agua se encontraba cubierta por una delgada capa de hielo. Gurgeh se zambulló medio esperando que la conmoción provocada por el brusco cambio de temperatura haría que su corazón dejase de latir.

Después fue a la habitación principal, se sentó delante de la chimenea y se dedicó a contemplar cómo ardían los troncos. Intentó calmarse y cuando se sintió capaz de pensar con claridad llamó al Cubo de Chiark.

Gurgeh; Makil Stra-Bey de nuevo, a tu servicio. ¿Qué tal va todo? No habrás tenido otra visita misteriosa de Contacto, ¿verdad?

No. Pero tengo la sensación de que dejaron algo escondido cuando estuvieron aquí…, algo cuya misión es observarme.

Qué… ¿Te refieres a un sensor, un microsistema o algo parecido?

dijo Gurgeh.

Se reclinó en el sofá. Sólo llevaba puesto un albornoz. Los baños le habían dejado la piel tan limpia que casi podía verla brillar. La voz afable y comprensiva del Cubo hizo que se sintiera mejor. Todo iría bien. Daría con alguna forma de salir de aquel atolladero. Probablemente se había asustado por nada. Mawhrin-Skel no era más que una máquina demente con delirios de poder y grandeza. No conseguiría probar nada, y si se limitaba a hacer afirmaciones que no podía apoyar con pruebas nadie la creería.

¿Qué te hace pensar que estás siendo sometido a vigilancia?

No puedo decírtelo replicó Gurgeh. Lo siento, pero… He visto algunas pruebas que me inducen a creerlo. ¿Puedes enviar algo a Ikroh para que registre la casa? Robots, lo que sea… Y suponiendo que hubieran dejado algo, ¿serías capaz de encontrarlo?

Si funciona con tecnología corriente sí, pero depende de su nivel de sofisticación. Una nave de guerra puede ejercer la vigilancia pasiva utilizando su efector electromagnético. Pueden observarte escondidos debajo de cien kilómetros de roca desde el sistema estelar contiguo y decirte qué tomaste para cenar. Tecnología hiperespacial, ¿comprendes? Hay defensas contra ella, pero no existe ninguna forma de saber si se está utilizando.

No creo que sea nada tan complicado. Debe tratarse de un sensor, una cámara o algo parecido.

Supongo que debería poder detectarlo. Te enviaremos un equipo dentro de uno o dos minutos. ¿Quieres que protejamos este canal de comunicación? No podemos hacerlo totalmente invulnerable, pero podemos conseguir que les resulte bastante más difícil averiguar lo que decimos.

Sí, por favor.

No es problema. Coge el altavoz de la terminal y métetelo en la oreja. Protegeremos el exterior con un campo de sonido.

Gurgeh siguió las instrucciones. Ya se sentía mejor. El Cubo parecía saber lo que estaba haciendo.

Gracias, Cubo dijo. Te estoy muy agradecido.

Eh, Gurgeh, no hace falta que nos des las gracias… Estamos aquí precisamente para eso. ¡Además, es muy divertido!