Выбрать главу

Bueno… Gurgeh meneó la cabeza. No entiendo cómo es posible que algo así funcione, pero si usted dice que funciona… De acuerdo, lo creo. Se frotó la barba. Supongo que eso significa que esas personas no pueden cambiar de sexo.

Ha acertado. Hace varios centenares de años que adquirieron los conocimientos de ingeniería genética necesarios para practicar los cambios de sexo, pero están prohibidos. Son ilegales, no sé si recuerda el significado de esa palabra… Gurgeh asintió y la unidad siguió hablando. Evidentemente eso nos parece una perversidad y un desperdicio de recursos, pero la utilización eficiente de los recursos y el aumento del bienestar general de la población es algo que no figura en la lista de objetivos de los imperios. Lo típico es que esos objetivos se consigan pese a los cortocircuitos económicos corrupción y favoritismo, sobre todo, inherentes al sistema.

De acuerdo dijo Gurgeh. Después tendré un montón de preguntas que hacerle, pero… ¿Y el juego?

Desde luego. Voy a mostrarle uno de los tableros.

… Está bromeando logró decir Gurgeh pasados unos momentos.

Se inclinó hacia adelante y observó atentamente el holograma que tenía ante los ojos.

Las estrellas y los tres humanoides se habían esfumado y Gurgeh y la unidad llamada Worthil parecían encontrarse al extremo de una habitación inmensa muchas veces más grande que aquella en la que realmente estaban. Ante ellos se extendía un suelo cubierto con un mosaico asombrosamente complicado y, aparentemente, tan caótico como irregular. Algunos puntos del suelo subían de nivel formando colinas y se hundían bruscamente creando valles. Si se las observaba con más atención se podía ver que las colinas no eran sólidas sino que estaban compuestas por niveles superpuestos de aquel pasmoso metadibujo y que éste creaba pirámides de muchas capas unidas entre sí esparcidas por aquel paisaje fantástico, y una inspección aún más atenta revelaba que la abigarrada superficie multicolor de las pirámides estaba cubierta de lo que parecían piezas extrañamente esculpidas. El conjunto debía medir un mínimo de veinte metros de lado.

¿Eso…, eso es un tablero? preguntó Gurgeh.

Tragó saliva. Jamás había visto u oído hablar de nada semejante, y nunca había sospechado que pudiera existir un juego tan complicado como debía ser el que tenía delante de los ojos…, suponiendo que aquello fueran las piezas y las zonas utilizadas durante una partida, cosa de la que aún no estaba muy seguro.

Uno de ellos.

¿Cuántos hay?

No podía ser real. Tenía que ser una broma. Estaban tomándole el pelo. Ningún cerebro humano podía enfrentarse a un juego de tal escala. Era imposible. Tenía que serlo…

Tres de ese tamaño, aparte de un número considerable de tableros secundarios en los que también se utilizan cartas especiales. Si me lo permite, le daré algunos datos sobre el origen y desarrollo del juego.

»Empecemos con el nombre. Azad quiere decir "máquina" o, quizá, "sistema" en el sentido más amplio de la palabra, aquel que incluiría a cualquier entidad capaz de funcionar, como por ejemplo un animal o una flor, y que también incluiría a un molino impulsado por el agua o algo como yo mismo. El juego ha ido evolucionando a lo largo de varios millares de años y alcanzó su forma actual hace unos ochocientos años, más o menos por la misma época en que se produjo la institucionalización del culto que sigue siendo la religión oficial del imperio. Desde aquel entonces el juego ha sufrido muy pocas alteraciones. Así pues su forma definitiva se remonta a la época en que Eá, el planeta donde se originó el imperio, alcanzó la hegemonía y a las primeras exploraciones del espacio circundante realizadas con medios relativistas.

La imagen pasó a mostrar un planeta suspendido ante los ojos de Gurgeh. El inmenso globo de color azul y blanco giraba muy, muy despacio contra un telón de fondo de espacio negro.

dijo la unidad. Sigamos… El juego es una parte vital del sistema de poder del imperio. Expresado en los términos más toscos y claros posibles, el que gana se convierte en emperador.

Gurgeh volvió la cabeza lentamente hacia la unidad y ésta le devolvió la mirada.

No le estoy tomando el pelo dijo secamente.

Pero Gurgeh no pudo contenerse.

¿Habla en serio? le preguntó.

Totalmente en serio dijo la unidad. Convertirse en emperador es un «premio» muy poco corriente y, como ya puede imaginarse, la verdad es mucho más complicada. El juego se utiliza no tanto para decidir quién gobernará sino qué tendencia dentro de la clase dirigente del imperio se impondrá a las demás, qué rama de la teoría económica se va a seguir, qué credos obtendrán el reconocimiento dentro del aparato religioso y qué políticas generales se van a emplear. El juego también se utiliza como examen de admisión y prueba de ascenso en los aparatos administrativos, religiosos, educativos, judiciales y militares del imperio.

»Debe comprender que el Azad es considerado tan complejo, sutil, flexible y exigente que el imperio lo ha elevado a la categoría del modelo más exacto y amplio de la vida que se puede construir. Quien triunfe en el juego triunfará en la vida, pues las cualidades necesarias para salir vencedor en el juego son las mismas que se necesitan en la vida.

Pero… Gurgeh contempló a la unidad y creyó sentir la presencia del planeta que tenían delante como si fuera una fuerza casi física, algo hacia lo que se sentía atraído y que tiraba de él. Pero… ¿Es verdad eso?

El planeta desapareció y se encontraron contemplando una vez más el inmenso tablero del juego. El holograma había cobrado movimiento, aunque no había sonido, y Gurgeh pudo ver como las siluetas se movían de un lado para otro cambiando la posición de las piezas o formaban grupos alrededor del tablero.

No tiene por qué ser totalmente cierto dijo la unidad, pero en este caso el efecto y la causa no están perfectamente polarizados. La teoría oficial da por sentado que el juego y la vida son una sola cosa, y la naturaleza de la idea en que se basa el juego es tan insidiosa que basta con que la sociedad crea en ella para que esa creencia la convierta en realidad. La idea acaba volviéndose real porque la fuerza de todas las voluntades centradas en ella la hace real. De todas formas la idea debe contener una parte bastante considerable de verdad, pues de lo contrario el imperio habría dejado de existir hace mucho tiempo, ya que se trata de un sistema volátil e inestable por naturaleza. El Azad… El juego parece ser la fuerza que mantiene unido al conjunto.

Espere un momento dijo Gurgeh volviéndose hacia la unidad. Ambos sabemos que Contacto se ha ganado la reputación de utilizar métodos bastante sutiles… No estarán esperando que vaya allí y me convierta en emperador o algo parecido, ¿verdad?