—He estado leyendo el dossier que Personal ha enviado de usted —comentó Latourette con pesada persistencia—. Quería comprobar cuáles eran las posibilidades de que nos resultara de alguna ayuda aquí. Y también quiero que recuerde una cosa. —Latourette bajó la cabeza hasta que tuvo el cuello enterrado entre sus enormes hombros, y su rostro se vio ampliado por hileras paralelas de carne amarillenta que surgieron en densos pliegues a lo largo de las líneas de su mandíbula—. Cuando usted habla con el doctor Hawks, lo está haciendo con el único hombre en el mundo que pudo haber construido esto. —Abarcó con el gesto las galerías, las pasarelas, el banco de amplificadores y el inmenso transmisor de la pared más lejana—. Está hablándole a un hombre cuyo cerebro se encuentra tan alejado de la confusión, de lo que usted y yo pensamos como un error humano normal, como usted lo está de un chimpancé. Usted no se halla capacitado para juzgar su trabajo o hacer comentarios punzantes al respecto. Su pequeña personalidad retorcida no está a la altura de la preocupación de él. A usted se le ha contratado para que realice un trabajo aquí, igual que a todos nosotros. Si no puede llevarlo a cabo sin causarle más problemas de los que usted vale, largúese…, no añada más peso a su carga. Ya tiene más que suficiente. —Latourette miró con ojos intensos a Hawks—. Más que suficiente. —Adelantó los hombros. Sus brazos colgaban sueltos y alertas—. ¿Lo ha entendido?
La expresión de Barker fue atenta y fría mientras observaba a Latourette. Su peso se había apartado casi por completo de su pierna ortopédica; no obstante, no se apreciaba ninguna otra señal de tensión en él. Mantenía una calma mortal.
—Sam —intervino Hawks—, quiero que supervises las pruebas del receptor del laboratorio. Tiene que ser ahora mismo. Luego necesito una comprobación de los datos telemétricos de la torre de repetición y del receptor de la Luna. Tan pronto como los tengas, házmelo saber.
Barker contempló cómo Latourette daba media vuelta y se marchaba en silencio junto al banco de amplificadores en dirección a la plataforma de recepción. Allí, un grupo de técnicos realizaban análisis fluoroscópicos a una serie de objetos de prueba que les eran transmitidos por otro grupo.
—Venga conmigo, por favor —le dijo Hawks a Barker, y se encaminó despacio hacia la mesa en la que yacía el traje.
—Así que por aquí hablan de usted de esa forma —comentó Barker, que seguía mirando a uno y otro lado a medida que andaban—. No me extraña que se impaciente cuando se encuentra tratando con el gran mundo que hay ahí afuera.
—Barker, es importante que sólo se preocupe de lo que ha venido a hacer. Es algo totalmente alejado de la experiencia humana y, si ha de completarlo con éxito, existen una serie de cosas que ha de absorber. Tratemos de mantener las personalidades al margen de esto.
—¿Y qué me dice de su muchacho? ¿Latourette?
—Sam es un hombre excelente —repuso Hawks.
—Y ésa es su disculpa.
—Es la razón por la que se encuentra aquí. Normalmente, estaría en un sanatorio bajo sedación por el dolor que padece. Tiene un cáncer incurable. El año próximo estará muerto.
Habían dejado atrás la baja hilera de gabinetes interconectados de acero gris. La cabeza de Barker giró con un movimiento brusco.
—Oh —comentó—. Ésa es la causa por la que es el hombre estándar que tienen almacenado allí. Nada que le corrompa la carne. La vida eterna.
—Ningún hombre normal desea morir —repuso Hawks, posando la mano en el hombro de Barker y conduciéndole con suavidad hacia el traje. Los hombres del equipo de la Marina lanzaron miradas subrepticias a Barker, tras comprobar si alguno de sus compañeros les observaba en ese momento en particular—. De otro modo, el mundo se vería barrido por los suicidas.
2
Hawks no presentó a Barker al equipo. Al llegar al borde de la mesa, señaló el traje.
—Bien, esto es lo mejor que podemos hacer por usted en forma de protección. Se mete en el traje, sobre la mesa, y será introducido en el transmisor. Será transmitido a la Luna dentro de él… Una vez dentro, lo encontrará cómodo y muy maniobrable. Posee ayudas de energía que se activan por medio de diversas presiones que realiza su cuerpo. El traje responderá a todos sus movimientos. Me han dicho que es como si nadara. Dispone de una selección de todas las herramientas que sabemos que necesitará, y unas cuantas más que creemos que pueden resultar de utilidad. Es algo que, siempre que pueda, nos tendrá que confirmar posteriormente. Es importante que se familiarice exhaustivamente con las operaciones del traje… La mayoría son automáticas; sin embargo, lo mejor es no dejar nada al azar. Ahora me gustaría que se metiera en él, para que el alférez y sus hombres puedan comprobar que no tendrá ninguna dificultad.
El oficial de la Marina a cargo del equipo de especialistas dio un paso al frente.
—Disculpe, doctor —dijo—. Tengo entendido que el voluntario tiene una extremidad prostética. —Se volvió a Barker—. Si es tan amable de quitarse los pantalones, señor.
Hawks sonrió, incómodo.
—Le sostendré la chaqueta —le comentó a Barker.
Barker miró a su alrededor. Gotas de frío sudor aparecieron en su frente. Le alcanzó la cazadora a Hawks sin mirarle, se desabrochó el cinturón y se quitó los pantalones. Permaneció con ellos aferrados en la mano, observó a Hawks, y luego los enrolló rápidamente y los depositó en el borde de la mesa.
—Ahora, si se introduce en el traje, señor, veremos los ajustes que son necesarios realizar. —El alférez le hizo un gesto a su equipo y los hombres rodearon a Barker, alzándolo y depositándolo de espaldas en el interior del traje abierto. Barker permaneció rígido, con la vista hacia arriba, y el alférez prosiguió—: Muévase, por favor…, queremos cerciorarnos de que sus músculos realizan un contacto firme con todos los puntos de presión de las placas del servomotor.
Barker comenzó a mover rígidamente el cuerpo.
—Sí, es lo que pensaba —anunció el alférez—. La extremidad ortopédica tendrá que ser modificada en la pantorrilla y en la articulación de la rodilla. Fidanzato… —Señaló a uno de sus hombres—. Tome las medidas de esos espacios y vaya al almacén de maquinaria. Quiero que se coloquen unas placas ahí. Lo siento, señor —se dirigió a Barker—, pero tendrá que dejar que mi hombre se lleve la pierna con él. No tardará mucho. Sampson…, ayúdele a quitarse la camisa de modo que pueda desabrocharse la sujeción del hombro.
Barker extrajo rápidamente los brazos del traje, aferró los bordes de la espalda y se ayudó a sentarse.
—Yo me quitaré mi propia camisa, hijo —dijo con voz áspera, pasándola por encima de la cabeza. Mientras Sampson desabrochaba la correa principal de la pierna, Barker miró con ojos torvos a Hawks y dio unos golpecitos con los dedos en el borde del blindaje del traje—. «¿Nuevos artificios, Mago?». —Pareció esperar una respuesta especial a eso.
Hawks frunció el ceño. La sonrisa de Barker se distorsionó con más ironía aún. Miró a su alrededor.
—Bueno, eso es un suspenso. ¿Alguien que quiera intentarlo? Quizá debiera atarme también una mano a la espalda, ¿eh?
El alférez, inseguro, le comentó a Hawks:
—Se trata de una cita de una obra de teatro, doctor.
Observó a Barker que, con solemnidad, se humedeció un dedo y trazó una X en el aire.
—Primer punto para el graduado de la NROTC.
Los otros hombres del equipo mantenían las cabezas bajas y proseguían con su trabajo.
—¿Qué clase de obra, alférez? —preguntó Hawks con voz tranquila.
—La leí en mi curso de Literatura Inglesa —repuso incómodo el alférez, ruborizándose cuando Barker le hizo un guiño—. Merlín el Mago ha construido una armadura invencible. Su intención primera era dársela a Sir Galahad; sin embargo, mientras la construía, las necesidades de la fórmula mágica le obligaron a adecuarla a las proporciones de Lancelot. Y aunque Lancelot había estado traicionando al Rey Arturo, y ese mismo día se batirían en el torneo, Merlín no podía dejar que la armadura no fuera usada. Así que llama a Lancelot a su taller, y lo primero que dice Lancelot cuando entra y ve la armadura mágica es: «¿Qué es esto… nuevos artificios, Mago?».