»Pero nuestras mentes…, ése es nuestro don más precioso; ése es el fenómeno que no tiene nada que ver con el tiempo y el espacio, salvo para usarlos…, para describirse a sí mismas las vidas que nuestros cuerpos viven en el universo físico.
»En una ocasión, mi padre me llevó a dar un paseo; era a última hora de la noche y había nevado. Avanzamos por un camino que acababa de ser limpiado. Se veían las estrellas, y también la luna. Era una noche clara y fría, y la nieve amontonada brillaba en la oscuridad. Y, en el tramo en que nuestro camino se unía a la carretera, había una farola sobre un poste alto. Allí realicé un descubrimiento. Hacía el frío suficiente como para que mis ojos lagrimearan, y me di cuenta de que, si los mantenía casi cerrados, la humedad difuminaba las luces, de modo que todo: la luna, las estrellas y la farola, tenía como halos y unos puntos de luz dispersos a su alrededor. Los bancos de nieve parecían destellar como un mar de azúcar hilado, y todas las estrellas estaban unidas por un lazo incandescente, de modo que parecía que yo avanzaba por un universo tan loco, tan maravilloso, que el corazón casi se me parte con su belleza.
«Durante años, llevé ese momento y ese lugar en mi mente. Aún sigue en ella. Pero lo importante es que no fue el universo el que lo creó. Fui yo. Yo lo vi, pero pude vislumbrarlo porque me obligué a verlo. Tomé las estrellas, que son soles lejanos, y la noche, que es la sombra de la Tierra, y la nieve, que es agua que sufre un cambio de estado, y tomé las lágrimas de mis ojos, y creé una tierra de maravillas. Ninguna otra persona ha sido capaz jamás de verla. Ninguna otra persona ha sido capaz jamás de visitarla. Ni siquiera yo puedo regresar físicamente a ella; yace treinta y ocho años en el pasado, al nivel de la perspectiva del ojo de un niño, y su exactitud estereoscópica se basa en la separación existente entre los ojos de ese niño. En la actualidad, únicamente existe en un lugar. En mi mente, Elizabeth…, en mi vida. Pero, yo moriré y, entonces, ¿dónde estará?
Elizabeth alzó los ojos hacia él.
—¿En mi mente, un poco? ¿Junto con el resto de ti?
Hawks la miró. Alargó los brazos y se inclinó hacia delante con el mismo cuidado con que lo haría un niño al que le dieran un copo de nieve para que lo sostuviera, y la estrechó con ternura en ellos.
—Elizabeth, Elizabeth —musitó—. Nunca me di cuenta de lo que me estabas dejando hacer.
—Te quiero.
Caminaron juntos playa abajo.
—Cuando yo era niña —dijo ella—, mi madre me inscribió en una agencia de repartos e intentó conseguirme algunos papelitos en películas. Recuerdo que un día se necesitaba a alguien que interpretara el papel de la hija de un pastor mejicano; mi madre, con sumo cuidado, me vistió con una pequeña blusa de campesina y una falda con flores bordadas, y me compró un rosario para que lo llevara entre las manos. Me trenzó el cabello y me oscureció las cejas; luego me llevó a los estudios. Cuando aquella tarde regresamos a casa, mi tía le comentó a mi madre: “No lo consiguió, ¿verdad?”, y mi madre, que estaba furiosa y a punto de ponerse a llorar, replicó: “¡Fue lo más horrible que haya visto nunca! ¡Fue terrible! ¡Casi lo tenía, pero se lo ganó una mocosa hispana!”.
Hawks tensó el brazo con el que sujetaba su hombro. Miró hacia el mar y al cielo.
—Este es un lugar hermoso —exclamó—. ¿Sabes?, es un lugar hermoso.
NUEVE
1
Barker estaba apoyado sobre un armarito cuando Hawks entró por la mañana en el laboratorio y se le acercó.
—¿Cómo se siente? —le preguntó Hawks, mirándole con intensidad—. ¿Bien?
Barker esbozó una sonrisa fugaz.
—¿Qué quiere que haga? ¿Que choquemos los guantes antes del último asalto?
—Le hice una pregunta.
—Me encuentro bien. Lleno de energías. Muy bien, Hawks, ¿qué quiere que le diga? ¿Que estoy henchido de orgullo? ¿Que éste es un paso tremendo para la ciencia, en el que me siento honrado de participar en este día tan favorable? Ya me han dado el Corazón Púrpura, Doc…, sólo páseme unas aspirinas.
Hawks comentó con vehemencia:
—Barker, ¿está seguro de que será capaz de salir por el otro lado de la formación?
—¿Cómo puedo estarlo? Quizá parte de su lógica sea que uno no puede ganar. Quizá me mate por simple indiferencia. No lo puedo garantizar. Lo único que puedo prometerle es que me encuentro a un paso del extremo del único sendero seguro posible. Si mi siguiente movimiento no me lleva fuera, entonces no existe esa salida. Es una lata de tomate, y yo ya he tocado el fondo. Pero, si es algo más, sí, hoy es el día; éste es el momento.
Hawks hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
—Eso es todo lo que puedo pedirle. Gracias. —Miró a su alrededor—. ¿Se encuentra Gersten en el transmisor?
Barker asintió.
—Me anunció que podríamos iniciar la emisión en una media hora.
—De acuerdo. Perfecto. Casi es mejor que empiece a ponerse la ropa interior. Aunque habrá una ligera demora. Primero hemos de efectuar una exploración preliminar de mí mismo. Iré con usted.
Barker aplastó el cigarrillo bajo el tacón del zapato. Alzó los ojos.
—Supongo que debería decir algo al respecto. Algún comentario sarcástico sobre cómo se adentra intrépidamente en una playa hostil una vez que las tropas ya han tomado la isla. Sin embargo, ni siquiera esperaba que lo hiciera.
Hawks no repuso nada; cruzó el laboratorio en dirección al transmisor.
—Usted sabía que disponíamos de trajes adicionales —le dijo a Gersten mientras permanecía tendido en el interior de la armadura abierta.
Los hombres de la Marina trabajaban a su alrededor ajustando los tornillos de las placas de presión. El alférez observaba con ojos atentos y una expresión de incertidumbre en el rostro.
—Sí, pero sólo para el caso de que perdiéramos uno en una exploración defectuosa —replicó Gersten con mirada terca.
—Siempre hemos tenido un buen stock de equipo, en todos los tamaños.
—Hawks, ser capaz de hacer algo, y hacerlo, son dos cosas diferentes. Yo…
—Mire, usted ya conoce la situación. Sabe lo que estamos haciendo aquí tan bien como yo. Una vez hayamos abierto un camino seguro es cuando comienza de verdad la exploración y el análisis. Tendremos que desmontar esa cosa como si fuera una bomba; yo estoy a cargo del proyecto. Hasta hoy, si yo desaparecía de él, habría sido un gasto muy caro. Sin embargo, en este momento, el riesgo es aceptable. Quiero ver cómo es esa cosa. Quiero ser capaz de dar directrices inteligentes. ¿Es tan difícil de comprender?