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– Pero ¿dónde has vivido todos estos años? ¿Cómo has vivido?

– He visto el verde de cada primavera ceder al dorado del verano, y he visto el castaño cobrizo del otoño dejar paso al blanco del invierno, esperando que la luz se extinguiera.

»Mil veces me he preguntado por qué. Si hubiese sabido cómo iba ser vivir con tanta soledad, soportar como único testigo el ciclo interminable del nacimiento, la vida y la muerte, ¿qué habría hecho? He sobrevivido esta larga vida con un vacío en el corazón, un vacío que con el tiempo se ha ido extendiendo hasta volverse más grande que mi corazón mismo.

– Ella te amaba, Sajhë -dijo Alice suavemente-. No de la manera que la amabas tú a ella, pero con todas sus fuerzas y todo su corazón.

Una expresión de paz inundó su rostro.

– Es vertat. Ahora lo sé.

– Si fuera…

Le sobrevino un acceso de tos. Esta vez, salpicaduras de sangre mancharon las comisuras de su boca. Alice las enjugó con el borde de su túnica.

Él hizo un esfuerzo para incorporarse.

– Lo he escrito todo para ti, Alice. Mi testamento. Te está esperando en Los Seres. En casa de Alaïs, donde vivimos, que ahora te dejo a ti.

A lo lejos, Alaïs distinguió el ruido de unas sirenas desgarrando el silencio de la montaña.

– Ya casi están aquí -dijo, intentando controlar su dolor-. ¿Ves? Te dije que vendrían. Quédate conmigo. Por favor, no te des por vencido.

Sajhë sacudió la cabeza.

– Ya está hecho. Mi viaje ha terminado El tuyo no ha hecho más que comenzar.

Alice le retiró el pelo blanco de la cara.

– Yo no soy ella -dijo en voz baja-. No soy Alaïs.

El anciano dejó escapar un largo y suave suspiro.

– Lo sé. Pero ella vive en ti… y tú en ella.

Hizo una pausa. Alice veía que le costaba mucho hablar.

– Ojalá hubiésemos tenido más tiempo, Alice. Pero haberte conocido, haber compartido contigo estas horas, es más de lo que nunca hubiese podido desear.

Sajhë se quedó en silencio. Los últimos vestigios de color fueron desapareciendo de su rostro y de sus manos, hasta que no quedó nada.

A Alice le vino a la mente una oración, una plegaria pronunciada mucho tiempo atrás.

– Paire Sant, Dieu dreiturier dels bons sperits…

Las palabras antaño familiares brotaron sin esfuerzo de sus labios.

– Padre santo, Dios legítimo de los espíritus buenos, permítenos conocer lo que Tú conoces y amar lo que Tú amas.

Reprimiendo las lágrimas, Alice lo sostuvo entre sus brazos, mientras la respiración de él se volvía cada vez más superficial y ligera. Finalmente, se detuvo del todo.

EPILOGO

Los Seres

Domingo 8 de julio de 2007

Son las ocho de la mañana. El final de otro día perfecto de verano. Alice se acerca al amplio ventanal y abre los postigos para dejar entrar la oblicua luz anaranjada. Una leve brisa le acaricia los brazos desnudos. Su piel es del color de las avellanas y lleva el pelo recogido hacia atrás, en una trenza.

El sol está bajo en el horizonte: un perfecto círculo rojo en el rosa y el blanco del cielo, y proyecta negras sombras a través de las cercanas cumbres de los montes Sabarthès, como piezas de tela tendidas a secar. Desde la ventana, ve el Col des Sept Frères y, más atrás, el pico de Saint Barthélémy.

Han pasado dos años desde la muerte de Sajhë.

Al principio, a Alice no le resultaba fácil vivir con los recuerdos. El ruido del disparo en la claustrofóbica cueva, el temblor de tierra, el pálido rostro en la oscuridad, la expresión de la cara de Will cuando irrumpió en la cámara acompañado del inspector Noubel…

Más que nada, vivía atormentada por el recuerdo de la luz apagándose en los ojos de Audric, o de Sajhë, como había aprendido a llamarlo. En ellos vio paz, y no dolor, en los últimos momentos, pero no por eso era menor su pena.

Sin embargo, cuanto más sabía Alice, más se desvanecían los terrores que la mantenían atada a aquellos instantes finales. El pasado había perdido su capacidad de hacerle daño.

Sabía que Marie-Cécile y su hijo habían muerto cuando la bóveda se desplomó y que ambos se habían perdido en el temblor de tierra. Paul Authié fue hallado donde François-Baptiste le había disparado, junto al temporizador ajustado para detonar las cuatro cargas explosivas, que prosiguió inexorable su cuenta atrás. Un apocalipsis con la firma de Authié.

Cuando aquel primer verano cedió el paso al otoño, y el otoño al invierno, Alice empezó a recuperarse, con la ayuda de Will. Ahora el tiempo ha hecho su labor. El tiempo y la promesa de una nueva vida. Poco a poco, los recuerdos dolorosos se han ido desdibujando. Como viejas fotografías, a medias recordadas e indefinidas, han comenzado a acumular polvo en su mente.

Con lo obtenido de la venta de su piso en Inglaterra y de la casa de su tía en Sallèles d’Aude, Alice ha podido establecerse con Will en Los Seres.

La casa donde Alaïs vivió con Sajhë, Bertranda y Harif es ahora su hogar. La han ampliado y adaptado a la vida moderna, pero el espíritu del lugar permanece inalterado.

El secreto del Grial está a salvo, como Alaïs pretendía que estuviera, oculto en las montañas intemporales. Los tres papiros, separados de sus libros medievales, yacen sepultados bajo la piedra y la roca.

Alice sabe que estaba destinada a terminar lo que había quedado inconcluso ochocientos años antes. También sabe, como lo supo Alaïs, que el auténtico Grial reside en el amor transmitido de generación en generación, en las palabras pronunciadas de padre a hijo y de madre a hija. La verdad está a nuestro alrededor. En las piedras, las rocas y el cambiante aspecto de las montañas con el paso de las estaciones.

A través de las historias que compartimos de nuestro pasado, no morimos.

Alice no cree que pueda expresarlo con palabras. A diferencia de Sajhë, no es una tejedora de historias, una escritora. Se pregunta si no estará tal vez más allá de las palabras. Llámese Dios, llámese fe. Quizá el Grial sea una verdad demasiado grande para ser expresada o amarrada al tiempo, el espacio y el contexto por un instrumento tan resbaladizo como el lenguaje.

Alice apoya las manos en el alféizar y aspira los sutiles perfumes de la tarde. Tomillo silvestre, retama, el recuerdo vibrante del calor en la piedra y el aroma del perejil, la salvia y la hierbabuena en su jardín.

Su fama va en aumento. Lo que comenzó como una sucesión de favores personales, abasteciendo de hierbas a los restaurantes y vecinos de los pueblos cercanos, se ha convertido en negocio rentable. Ahora, muchos hoteles y comercios de la zona, e incluso algunos de Foix y Mirepoix, ofrecen un selección de sus productos, con la distintiva etiqueta Épices Pelletier et Fille. El nombre de sus antepasados, recuperado como propio.

El caserío de Los Seres aún no está en el mapa. Es demasiado pequeño. Pero pronto lo estará. Quizá.

En el estudio de la planta baja, el teclado ha enmudecido. Alice oye a Will moviéndose por la cocina, sacando platos de la alacena y pan de la despensa. Pronto, ella bajará. Él abrirá una botella de vino y beberán mientras él cocina.

Mañana los visitará Jeanne Giraud, una mujer admirable y encantadora que se ha convertido en parte de su vida. Por la tarde, irán al pueblo cercano a poner flores en un monumento que hay en la plaza, erigido en memoria del respetado Audric S. Baillard, historiador de los cátaros y combatiente de la Resistencia. En la placa, hay un proverbio occitano escogido por Alice.

Pas a pas se va luènh.

Después, Alice saldrá a caminar sola por las montañas, hasta el sitio donde otra placa marca el lugar donde él reposa a la sombra de los montes, como siempre deseó. La lápida dice simplemente sajhë.

Es suficiente para que sea recordado.

El árbol genealógico, el primer regalo que Sajhë le hizo a Alice, cuelga de la pared del estudio. Alice ha hecho tres cambios. Ha añadido las fechas de muerte de Alaïs y de Sajhë, separadas por ochocientos años.

Ha escrito el nombre de Will junto al suyo y la fecha de su boda.

Y al final, donde la historia aún sigue abierta, ha añadido una línea: sajhësse grace farmer pelletier, 28 de febrero de 2007.

Alice sonríe al acercarse a la cuna donde su hija se está moviendo. Los dedos de sus pálidos piececitos empiezan a agitarse, mientras se despierta. Cuando su hija abre los ojos, Alice contiene el aliento.

Le planta un sonoro beso en la frente y empieza a entonar una cancioncilla en la antigua lengua, transmitida de generación en generación.

Bona nuèit, bona nuèit…

Braves amics, pica mièja-nuèit

Cal finir velhada

E jos la falsada

Algún día, piensa, Sajhësse se la cantará tal vez a su hija.

Con la pequeña en brazos, Alice vuelve a la ventana, pensando en todo lo que va a enseñarle, en las historias que le contará del pasado y de cómo sucedieron las cosas

Alaïs ya no viene a ella en sueños. Pero cuando Alice contempla a la tenue luz del crepúsculo las antiguas cumbres y las crestas de valles y montañas que se extienden hasta más allá de donde alcanza la vista, siente la presencia del pasado a su alrededor, abrazándola. Espíritus amigos, fantasmas que le tienden las manos y le hablan susurrando de sus vidas, compartiendo con ella sus secretos. Ellos la conectan con todos los que han vivido allí antes que ella (y con todos los que vivían), soñando con lo que puede ofrecer la vida.

A lo lejos, una luna blanca asciende por el cielo moteado de nubes, con la promesa de otro hermoso día para mañana.

BREVE GLOSARIO DE PALABRAS OCCITANAS

agost -agosto.

ambans -galerías de madera construidas alrededor de las almenas como defensa.

ben -bueno, bien

benvenguda -bienvenido (a)

bonjorn -buenos días

cadefalcs -parapetos, antepecho

calèche -un carruaje abierto

calèlh -lamparilla de aceite

coratge -coraje, valor

défora -afuera, fuera

deman -mañana

dintrar -entrar

doçament -suavemente

faitilhièr -bruja

faratjals -pastos

filha -hija

gata -una gata (tipo de máquina de asedio)

graal -grial

janvièr -enero

julhet -julio

libres -libros

Lo Ciutat- la Ciudad

Lo Miègjorn -el Mediodía

març -marzo

menina -abuela

meravelhós -milagroso

mercé -gracias

molin blatier -un molino de trigo

montanhas -montañas

na -señora/sra.

nenon -bebé

noblessa -nobleza

òc -sí

oustâou -casa

paire -padre

pan de blat -pan de trigo

panièr -cesta, canasta

Payre Sant -Padre Santo

payrola -perol, caldero

pèc -idiota

perfin -por fin, al fin, finalmente

perilhòs -peligro

res -nada

sénher -señor/sr.

sirjan d'arms -soldado raso

sòrre -hermana

trouvère -trovador

vuèg -vacío