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Richard nunca había oído hablar de fuego mágico, pero no le pareció que requiriera más explicación.

—¿Y qué le pasó a Panis Rahl?

—Bueno, los Límites ya estaban allí, por lo que nadie lo sabe con certeza, aunque creo que nadie hubiera querido estar en su piel.

El joven le devolvió la cuchara, y Kahlan tomó un poco más de sopa mientras él trataba de imaginarse los efectos de la justa ira de un mago. Tras comer un poco más de sopa la mujer le tendió la cuchara y siguió explicando:

—Al principio todo fue bien, pero entonces el consejo de la Tierra Central empezó a emprender acciones que, según el gran mago, eran corruptas. Tenía que ver con la magia. Averiguó que el consejo había incumplido los acuerdos sobre cómo controlar el poder de la magia. El mago dijo a los consejeros que su avaricia y las cosas que hacían conducirían a horrores peores que los causados por las guerras. Pero ellos creyeron que sabían mejor que él cómo debía controlarse la magia, y se arrogaron el derecho de decidir quién ocuparía un puesto de gran importancia, aunque esa decisión correspondía legítimamente a un mago. El mago se enfureció, les dijo que sólo un mago podía hallar la persona adecuada para ocupar ese puesto, y que sólo un mago podía nombrarlo. El gran mago había instruido a otros como él, pero éstos eran codiciosos y se pusieron de parte del consejo. El mago se encolerizó y dijo que su esposa y su hija habían muerto por nada. Como castigo dijo que les haría lo peor que podía imaginar: abandonarlos para que sufrieran solos las consecuencias de sus actos.

Richard sonrió. Era el tipo de cosa que diría Zedd.

—También dijo que, si tan bien sabían cómo debían hacerse las cosas, no lo necesitaban para nada. Se negó a seguir ayudándolos y desapareció. Antes de marcharse tejió una telaraña de mago y...

—¿Qué es una telaraña de mago?

—Es un encantamiento. Antes de marcharse tejió la telaraña para que todo el mundo olvidara su nombre e incluso su aspecto. Por esta razón nadie sabe cómo se llama ni cómo es físicamente.

La mujer arrojó una ramita al fuego y se sumió en sus pensamientos. Richard volvió su atención a la sopa mientras esperaba que su compañera prosiguiera con la historia. Tras unos minutos de pausa así lo hizo.

—A principios del invierno pasado empezó el movimiento.

Richard alejó la cuchara llena de sopa de su boca y la miró.

—¿Qué movimiento?

—El movimiento de Rahl el Oscuro. Surgió como de la nada. De pronto, en las grandes ciudades la multitud coreaba su nombre y lo llamaban «Padre Rahl», lo llamaban el mayor hombre de paz del mundo. Lo más extraño es que este Rahl es hijo de Panis Rahl, de D’Hara, del otro lado del Límite, así que ¿cómo es posible que nadie supiera nada de él?

Aquí hizo una pausa para que Richard asimilara la trascendencia de ese detalle.

—Sea como sea, entonces llegaron los gars y mataron a mucha gente antes de que todos aprendieran que debían permanecer dentro de sus casas por la noche.

—¿Pero cómo cruzaron el Límite?

—Aunque nadie lo sabía se estaba debilitando y empezó a desaparecer por arriba, de modo que podían sobrevolarlo. En primavera desapareció del todo. Entonces, el Ejército Pacificador del Pueblo, las huestes de Rahl el Oscuro, marcharon sobre las grandes ciudades. En vez de oponerse a él, la multitud les lanzaba flores allí adonde iban. A los que no lo hacían se les colgaba.

—¿El ejército los mataba? —inquirió Richard con los ojos muy abiertos.

—No —respondió Kahlan mirándolo duramente—. Los mataban quienes arrojaban flores. Decían que eran una amenaza para la paz y por eso los mataban. El Ejército Pacificador del Pueblo no tuvo que levantar ni un dedo. El movimiento afirmó que eso demostraba que Rahl el Oscuro sólo deseaba la paz, pues su ejército no mataba a los disidentes. Después de un tiempo el ejército intervino y puso fin a los asesinatos. En vez de matarlos, los disidentes eran enviados a escuelas de reeducación, donde les enseñaban la grandeza del Padre Rahl y que era un hombre de paz.

—¿Y en esas escuelas aprendían cómo es el gran Rahl el Oscuro?

—No hay mayor fanático que un converso. La mayoría de los antiguos disidentes se dedican a ensalzar su nombre todo el día.

—¿Así que la Tierra Central no luchó?

—Rahl el Oscuro se presentó ante los consejeros y les pidió que se unieran a él en una alianza de paz. Todos aquellos que lo hicieron fueron considerados paladines de la armonía. Los otros fueron considerados traidores y ejecutados públicamente allí mismo por Rahl el Oscuro en persona.

—¿Cómo...

Kahlan le pidió que no prosiguiera, levantando una mano, y cerró los ojos.

—Rahl el Oscuro tiene un cuchillo curvo que lleva al cinto. Le encanta usarlo. Por favor, Richard, no me pidas que te diga qué les hizo a esos hombres. Mi estómago no podría soportar recordarlo.

—Iba a preguntarte cómo reaccionaron los magos ante todo esto.

—Oh, bueno, les empezó a abrir los ojos. Entonces Rahl prohibió cualquier uso de la magia y declaró insurrecto a cualquiera que la utilizara. Debes comprender que en la Tierra Central la magia es consustancial a mucha gente, a muchas criaturas. Sería como si alguien dijera que eres un criminal por tener dos brazos y dos piernas y que debes cortártelos. Después, prohibió el fuego.

Richard levantó en el acto la mirada de la sopa.

—¿El fuego? ¿Por qué?

—Rahl el Oscuro no explica sus órdenes, pero los magos usan el fuego. No obstante, no los teme. Él posee más poder que su padre, más que cualquier mago. Sus seguidores aducen toda clase de razones, sobre todo que el fuego fue usado contra su padre, por lo que es una falta de respeto hacia la casa Rahl.

—¿Por eso deseabas sentarte frente a un fuego?

Kahlan asintió.

—En la Tierra Central encender fuego en el lugar equivocado, sin el permiso de Rahl el Oscuro o de sus seguidores, es una invitación a morir. —La mujer removió la tierra con un palo—. Quizás en la Tierra Occidental también. Me parece que tu hermano quiere prohibirlo. Tal vez...

—Nuestra madre murió en un incendio —la cortó Richard. Su tono implicaba una enérgica advertencia—. Por eso a Michael le preocupa el fuego. No hay otra razón. Y nunca ha dicho nada sobre prohibirlo, sólo que quería hacer algo para que no se produzcan más muertes como la de nuestra madre. No hay nada malo en tratar de impedir que la gente resulte herida.

—No pareció que le importara mucho herirte a ti —comentó Kahlan, enarcando las cejas.

—Sé lo que pareció —replicó el joven. Respiró hondo y sintió que su rabia se desvanecía—. Pero tú no lo entiendes. Así es él. Yo sé que su intención no fue herirme. —Richard dobló las rodillas y seabrazólas piernas—. Después de la muerte de nuestra madre Michael empezó a pasar cada vez más tiempo con sus amigos. Buscaba la amistad de cualquiera a quien creyera importante. A padre no le gustaban algunos de ellos, pues eran pomposos y arrogantes, y se lo dijo. Solían discutir sobre el tema.

»En una ocasión, padre regresó a casa con un jarrón que tenía pequeñas figuras talladas alrededor de la boca, de modo que parecía que bailaran en el borde. Padre se sentía orgulloso del jarrón, dijo que era antiguo y que creía que podía venderlo por una moneda de oro. Michael afirmó que él podría conseguir más. Discutieron, y finalmente padre dejó que Michael se lo llevara para venderlo. Al volver, arrojó cuatro monedas de oro sobre la mesa. Mi padre se las quedó mirando mucho rato. Entonces dijo en tono muy tranquilo que no creía que el jarrón valiera cuatro monedas de oro y quiso saber qué había dicho Michael a la gente. Éste respondió que había dicho lo que querían oír. Padre alargó la mano para coger las monedas, pero Michael lo detuvo, poniendo bruscamente sus manos sobre las de él. Entonces cogió tres y dijo que a padre sólo le correspondía una, porque era todo lo que había esperado conseguir. Y añadió: “Éste es el valor de mis amigos, George”.