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Si, como sospechaba don Jaime, el objeto del ataque había sido hacerse con los documentos del marqués, era indudable que los asesinos habían ejecutado incompleto el movimiento. Por puro azar, la intervención involuntaria del maestro de armas frustraba el éxito de la maniobra. Lo que en principio debía haberse zanjado con una simple estocada de cuarta sobre la yugular de Ayala, se convertía en una de tercia, que no se realizaba con la misma facilidad. La cuestión vital, que afectaba ahora a la propia supervivencia del maestro, consistía en saber si los adversarios estaban al corriente del papel decisivo que había jugado en todo aquello, merced a la precavida actitud del difunto marqués: ¿sabían ellos que los documentos se hallaban a buen recaudo en su casa?… Meditó detenidamente el asunto, llegando a la tranquilizadora conclusión de que eso era imposible. Ayala jamás habría sido tan incauto como para descubrir el secreto a Adela de Otero, ni a nadie más. Él mismo había afirmado que Jaime Astarloa era la única persona en quien podía confiar para tan delicada tarea.

El simón de alquiler subió al trote por la carrera de San Jerónimo. Don Jaime estaba impaciente por llegar a casa, rasgar el sobre y descifrar el enigma. Sólo entonces resolvería sobre sus siguientes pasos.

Rompía a llover otra vez cuando bajó del coche en la esquina de la calle Bordadores.

Entró en el portal sacudiéndose el agua del sombrero, y subió directamente al último piso, por la crujiente escalera cuya barandilla de hierro oscilaba bajo su mano. En el rellano recordó que había olvidado el estuche de los floretes en el palacio de Villaflores y torció el gesto, contrariado. Pasaría a buscarlos más tarde, pensó mientras sacaba la llave del bolsillo, la hacía girar en la cerradura y empujaba la puerta. Muy a su pesar, no pudo evitar una cierta aprensión cuando entró en la casa, vacía y oscura.

Manifestó su desasosiego echando un vistazo por las habitaciones antes de tranquilizarse por completo. Como era lógico, allí no había nadie más que él, y se avergonzó de haberse dejado inquietar por su imaginación. Puso el sombrero sobre el sofá, se quitó la levita y abrió los postigos de la ventana para que entrase la grisácea luz del exterior. Entonces se acercó a la estantería, metió la mano tras una fila de libros y sacó el sobre que le había entregado Luis de Ayala.

Las manos le temblaban y sentía contraído el estómago cuando rompió el sello de lacre. El sobre era de tamaño folio, cosa de una pulgada de grueso. Rasgó el envoltorio y extrajo un cartapacio atado con cintas que contenía varias hojas de papel manuscrito. En su precipitación por deshacer los nudos abrió la carpeta, y las hojas se esparcieron por el suelo, al pie de la cómoda. Se agachó para recogerlas mientras maldecía su torpeza, y se irguió de nuevo con ellas en la mano. Tenían aspecto oficial, la mayoría eran cartas y documentos con membrete. Fue a sentarse tras la mesa de escritorio y colocó ante si los papeles. En los primeros momentos, a causa de su excitación, las líneas parecían bailar ante sus ojos; era incapaz de leer una sola palabra. Cerró los párpados y se obligó a contar hasta diez. Después respiró profundamente y empezó la lectura. En su mayor parte eran, en efecto, cartas. Y el maestro de esgrima se estremeció al leer algunas de las firmas.

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo Inspector general de Seguridad y Policía Gubernativa. Madrid

Por la presente, establézcase estrecha vigilancia sobre las personas indicadas a continuación, al recaer sobre ellas razonables sospechas de conspiración contra el Gobierno de Su Majestad la Reina, g. D. g.

Debido a la condición de algunos de los presuntos implicados, doy por sentado que la tarea se realizará con toda la discreción y el tacto oportunos, comunicándoseme directamente los resultados de la investigación.

Martínez Carmona, Ramón. Abogado. C/del Prado, 16. Madrid.

Miravalls Hernández, Domiciano. Industrial. Cl Corredera Baja, Madrid.

Cazorla Longo, Bruno. Apoderado de la Banca de Italia. Plaza de Santa Ana, 10. Madrid.

Cañabate Ruiz, Fernando. Ingeniero de Ferrocarriles. Cl Leganitos; 7. Madrid.

Porliery Osborne, Carmelo. Financiero. Cllnfantas, 14. Madrid.

Para mayor seguridad, conviene que lleve usted personalmente todo lo relacionado con este asunto.

JOAQUÍN VALLESPfN ANDREU Ministro de la Gobernación. Madrid, a 3 de octubre de 1866

Sr. D. Joaquín Vallespín Andreu Ministro de la Gobernación. Madrid

Querido Joaquín:

He meditado sobre nuestra conversación de ayer por la tarde, y la propuesta de que me hablas parece aceptable. Te confieso que me da cierto reparo beneficiar a ese canalla, pero el resultado merece la pena. ¡Nada se consigue gratis en estos tiempos!

Lo de la concesión minera en la sierra de Cartagena está hecho. Hablé con Pepito Zamora y no pone objeciones, a pesar de que no le he dado ningún detalle. Debe de creer que estoy tratando de sacar tajada, pero me da igual. Ya soy demasiado viejo como para preocuparme de nuevas calumnias. Por cierto, me he informado debidamente y creo que nuestro pájaro se va aforrar. Te lo dice uno de Loja, que para esas cosas me sobra olfato.

Tenme al corriente. Por supuesto, el tema ni mencionarlo en el Consejo. Saca también a Álvarez Rendruejo de esto. A partir de ahora, el asunto podemos gobernarlo entre tú y

yo.

RANÓN MARÍA NARVÁEZ 8 de noviembre

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo

Inspector general de Seguridad y Policía Gubernativa. Madrid

Por la presente, díctese orden de detención contra las personas indicadas d continuación, sospechosas de conspiración criminal contra el Gobierno de Su Majestad la Reina,q. D. g.:

Martínez Carmona, Ramón. Porlier y Osborne, Carmelo. Miravalls Hernández, Domiciano. Cañabate Ruiz, Fernando. Mazarrasa Sánchez, Manuel María.

Todos ellos serán detenidos por separado e incomunicados de inmediato.

JOAQUÍN VALLESPN ANDREU Ministro de la Gobernación. Madrid, a 12 de noviembre

INSPECCIÓN GENERAL

DE PENADOS Y REBELDES

D. Joaquín Vallespín Andreu Ministro de la Gobernación. Madrid

Excelentísimo Señor:

Por la presente pongo en su conocimiento que los llamados Martínez Carmona, Ramón; Porlier y Osborne, Carmelo; Miravalls Hernández, Domiciano, y Cañabate Ruiz, Fernando, han ingresado con fecha de hoy y sin novedad en el penal de Cartagena, en espera de su traslado a los presidios de África donde cumplirán condena. Sin otro particular, siempre a las gratas órdenes de Y. E, q. D. g.:

ERNESTO DE MIGUEL MARÍN Inspector general de Penados y Rebeldes. Madrid, a 28 de noviembre de 1866

Excelentísimo Señor D. Ramón María Narváez

Presidente del Consejo.

Madrid

Mi generaclass="underline"

Tengo la satisfacción de remitirle los segundos resultados, consignados en la relación que acompaña esta esquela, llegados a mis manos esta misma noche. Quedo a su disposición para ampliar más detalles.

JOAQUÍN VALLESPÍN ANDREU

Madrid, 5 de diciembre (Es copia única)

Sr. D. Joaquín Vallespín Andreu Ministro de la Gobernación. Madrid

Querido Joaquín:

Sólo encuentro una palabra: excelente. Lo que nos ha dado nuestro pájaro supone elgolpe más importante que le vamos a dar a nuestro intrigante J. P. Te envío con nota aparte instrucciones precisas sobre cómo encarar el asunto. Esta tarde, cuando vuelva de Palacio, ampliaremos detalles.

Mano dura. No hay otro sistema. En cuanto a los militares implicados, pienso recomendar a Sangonera el máximo rigor. Hay que hacer un buen escarmiento.

Ánimo, y a seguir en la brecha.

RAMÓN MARÍA NARVÁEZ

6 de diciembre

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN

D. Luis Álvarez Rendruejo

Inspector general de Seguridad y Policía Gubernativa. Madrid

Por la presente, díctese orden de detención contra las personas indicadas a continuación, bajo los cargos de alta traición y conspiración criminal contra el Gobierno de Su Majestad la Reina, q. D. g.: