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La verdadera innovación llegó cuando, después que toda una generación de especialistas en medicina lo hubiera declarado imposible, se perfeccionó el Brainman: se conectó una unidad de memoria que almacenaba teraoctetos[3]1 de información, por medio de un cable con óptica de fibras que literalmente transportaba miles de millones de terminales del tamaño de un átomo, a un casquete que se ajustaba con firmeza en la coronilla, lo que permitía establecer contacto indoloro con la piel del cráneo. El Brainman fue tan invalorable, no sólo como entretenimiento sino para la educación, que en el curso de una sola generación toda aquella persona que podía permitírselo… y que había aceptado la calvicie como precio necesario, tenía uno.

Si bien era bastante trasportable, al Brainman nunca se lo fabricó verdaderamente portátil, y por excelentes motivos: cualquier persona que fuese por ahí inmersa por completo en un mundo virtual, aun en el ambiente familiar de su casa, no sobreviviría mucho tiempo.

Aunque se reconoció de inmediato la capacidad potencial del Brainman para producir experiencias indirectas — eróticas en especial, gracias a la velozmente ascendente tecnología de la hedónica—, sus aplicaciones más formales no se desdeñaron. Conocimiento y destrezas instantáneos se volvieron asequibles a través de bibliotecas enteras de «Módulos de Memoria» especializados, o memomicroprocesadores. Lo más atrayente de todo fue, empero, el «Diario Íntimo Total», que permitía que la persona guardara y, después volviera a vivir, momentos muy queridos de su vida, y hasta corregirlos, para ponerlos más cerca de los deseos del corazón.

Gracias a su formación en electrónica, la profetisa Fátima Magdalena fue la primera en darse cuenta de la capacidad potencial del Brainman para difundir las doctrinas del crislamismo. Naturalmente, la Profetisa ya había tenido precursores en los «evangelizadores televisivos» del siglo XX, que habían explotado las ondas de radio y los satélites de comunicaciones, pero la tecnología que podía desplegar la Profetisa era infinitamente más poderosa. La fe siempre había sido más una cuestión de emoción que de intelecto, y el Brainman podía apelar directamente a ambos.

En algún momento de la primera década del siglo XXI, Ruby Goldenberg había conseguido hacer un converso importante, uno de los extremadamente ricos, pero ahora desgastado (quincuagenario), pioneros de la revolución de la computadora. Ruby le brindó un nuevo motivo para vivir y un desafío que, una vez más, le inspiró la imaginación. Por su parte, este hombre tenía los recursos y, lo que era aún más importante, los contactos personales, para enfrentar ese desafío.

Era un proyecto muy directo para incorporar, en forma electrónica, los tres Testamentos del Corán del Último Día, pero eso no fue más que el comienzo: Versión 1 (Pública). Después vino la edición interactiva, propuesta nada más que para aquellos que habían demostrado un auténtico interés por la Fe y deseaban avanzar hacia la etapa siguiente. Sin embargo, la Versión 2 (Restringida) pudo copiarse con tanta facilidad, que pronto estuvieron en circulación millones de módulos no autorizados… que era exactamente lo que la Profetisa había pretendido.

La Versión 3 ya fue harina de otro costaclass="underline" tenía protección contra copiado ilegal y se autodestruía después de un solo uso. Los infieles bromeaban diciendo que la clasificación de esa copia era la de «Sagrada en Extremo», y hubo interminables especulaciones respecto de lo que contenía. Se sabía que eran programas de realidad virtual que brindaban avances publicitarios del paraíso crislámico, pero nada más que desde afuera, pues mirando hacia el interior…

Corría el rumor — nunca confirmado, a pesar de las inevitables «revelaciones» de los apóstatas malquistados— de que había una versión «Sagrada en Absoluto», presuntamente la 4. Se suponía que esa versión actuaba mediante unidades Brainman de avanzada y que estaba «cifrada neurológicamente», de modo que sólo aquella persona para la que estaba diseñada podría recibirla. El empleo por parte de cualquier persona no autorizada daría como resultado una lesión mental permanente… quizás hasta la demencia.

Cualesquiera fueran los medios tecnológicos de que se valiera el crislamismo, el momento estaba maduro para una nueva religión, una que abarcara los mejores elementos de las dos antiguas (con más de un toque de una aún más antigua, el budismo): Así y todo, la Profetisa pudo no haber alcanzado el éxito jamás, de no haber intervenido otros dos factores que escapaban por completo a su control.

El primero fue la, así llamada, revolución de la «Fusión en Frío», que trajo un brusco final a la Era de los Combustibles Fósiles y destruyó la base económica del mundo musulmán durante casi una generación, hasta que químicos israelíes la reconstruyeron bajo el lema «¡Petróleo como comida, no para hacer fuego!».

El segundo fue la decadencia ininterrumpida del nivel moral e intelectual del cristianismo, que había comenzado (aunque, durante siglos, pocos se dieron cuenta de ello) el 31 de octubre de 1517, cuando Martin Lutero clavó sus Noventa y nueve tesis en el portón de la iglesia de Wittenberg. Ese proceso continuó con Copérnico, Galileo, Darwin y Freud, y culminó en el denigrante escándalo de los «Rollos del Mar Muerto», cuando la divulgación final de los mucho tiempo ocultos Rollos revelaron que el Jesús de los Evangelios se basaba sobre tres (quizá cuatro) personas diferentes.

Pero el coup de grâcê provino del Vaticano mismo.

17

Encíclica

— Hace exactamente cuatro siglos, en el año 1632, mi predecesor, el papa Urbano Vlll, cometió un consternador desacierto: permitió que a su amigo Galileo se lo condenara por enseñar lo que ahora sabemos que es una verdad fundamental, que la Tierra gira alrededor del Sol. Aunque la Iglesia se disculpó ante Galileo en 1992, ese espantoso error le asestó un golpe demoledor a su postura moral, golpe del que nunca se recuperó del todo.

«Ahora, ay, ha llegado la hora de que admitamos un error todavía más trágico: como consecuencia de su obcecada oposición al planeamiento familiar a través de medios artificiales, la Iglesia ha desbaratado miles de millones de vidas y ha sido responsable, lo que es irónico, de favorecer el pecado del aborto, entre aquellos demasiado pobres como para mantener los hijos que se veían forzados a traer al mundo.

«Esta política llevó a nuestra especie al borde del derrumbe. Una inmensa sobrepoblación despojó al planeta Tierra de sus recursos y contaminó todo el ambiente del globo. Para fines del siglo XXI todos se dieron cuenta de ello… y, sin embargo, nada se hizo. Oh sí, hubo congresos y se emitieron resoluciones en cantidad innumerable, pero hubo muy poca acción eficaz.

«Ahora, un descubrimiento científico esperado desde hace mucho, ¡y temido desde hace mucho! amenaza convertir una crisis en una catástrofe. Si bien todo el mundo aplaudió cuando los profesores Salman y Bernstein recibieron el Premio Nobel de Medicina, en diciembre pasado, ¿cuánta gente se detuvo a meditar sobre el impacto social de la obra de estos dos investigadores? A mi solicitud, la Academia Pontificia de Ciencia hizo precisamente eso; sus conclusiones son unánimes… e inevitables.

«El descubrimiento de las enzimas de superóxidos, que pueden retrasar el proceso de envejecimiento al proteger el ADN del cuerpo, ha sido considerado un triunfo tan grande como lo fue el descifrado del código genético. Ahora, según parece, el lapso de vida humana saludable y activa se puede extender en, cuando menos, cincuenta años, ¡y quizá mucho más! También se nos dice que el tratamiento será relativamente económico. Así que, ya sea que lo queramos o no lo queramos, el futuro será un mundo lleno de vigorosos centogenarios.

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3

1 Un teraocteto= 2 elev. a la 40 octetos o sea, 2 multiplicado cuarenta veces por sí mismo. (N. de T.)