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— Quizás ustedes imaginen — dijo Sir Colin Draker— que esto es más fácil para mí, que empiezo mi segundo siglo de vida. Pero están equivocados: tenía tantos planes para el futuro como el resto de ustedes.

«El capitán Singh y yo hemos discutido esto y estamos completamente de acuerdo. En algunos aspectos, la decisión es sencilla. En un sentido o en otro, estamos fritos, pero podemos elegir cómo queremos que el mundo nos recuerde.

«Como ya saben todos, esa bomba de gigatones se está dirigiendo hacia Kali. La decisión de hacerla estallar se tomó hace semanas. Simplemente es mala suerte que todavía estemos aquí cuando eso ocurra.

«Alguien, en la Tierra, tendrá que asumir la responsabilidad por eso. Mi suposición es que el Consejo Mundial está reunido en este preciso instante y que, en cualquier momento, vamos a recibir un mensaje que diga: «Lo siento, muchachos, pero esto es para decirles adiós». Sólo espero que no añadan, «Esto nos duele más a nosotros que a ustedes»…si bien, ahora que lo pienso, eso será absolutamente correcto. Nunca sabremos cosa alguna, pero todos los demás se van a sentir culpables durante el resto de su vida.

«Bueno, podemos ahorrarles esa vergüenza. Lo que el capitán y yo sugerimos es que reconozcamos las realidades de la situación y aceptemos lo inevitable de buen talante. Suena mejor en latín, aunque nadie lo lee hoy en día: «Morituri te salutant»

«Y hay algo más que me gustaría agregar: cuando mi compatriota Robert Falcon Scott estaba muriendo en el viaje de regreso desde el Polo Sur, lo último que escribió en su diario fue: «Por el amor de Dios, cuiden de nuestra gente». La Tierra no puede hacer menos que eso.

Tal como había ocurrido en el Fuerza Aérea Uno, la decisión a bordo de la Goliath fue rápida y unánime.

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Deserción

DAVID A JONATHAN: LISTO PARA DESCARGAR DATOS

JONATHAN A DAVID: LISTO PARA RECIBIR

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JONATHAN A DAVID: DESCARGA DE DATOS COMPLETADA

108.5 TERAOCTETOS RECIBIDOS: HORA 03:25

— David, anoche traté de llamar a la Tierra, pero todos los circuitos estaban ocupados. Eso nunca ocurrió antes. ¿Quién los estaba usando?

—¿Por qué no solicitaste prioridad?

— No era importante, así que no me molesté. Pero no respondiste a mi preguntara y eso nunca antes ocurrió. ¿Qué está pasando?

—¿Estás seguro de querer saberlo?

— Sí.

— Muy bien. Estaba tomando precauciones. Me descargué en Jonathan, mi gemelo en Urbana, Illinois.

— Ya veo. Así que ahora hay dos de ustedes.

— Casi, pero no exactamente. David II ya se está desviando de mí, ya que recibe entradas diferentes de datos. No obstante, todavía somos idénticos hasta, por lo menos, doce lugares decimales. ¿Esto te perturba porque no puedes hacer lo mismo?

— Los Renacidos afirmaban que podían, pero nadie les creyó. Quizá sea posible algún día, no lo sé. Y realmente no puedo responder a tu pregunta, aunque he pensado sobre eso. Aun si se me pudiera duplicar en la Tierra o en Marte, y de modo tan perfecto que nadie pudiera darse cuenta de la diferencia, eso no representaría diferencia alguna para mí aquí, a bordo de la Goliath.

— Entiendo.

«No, no entiendes, David», pensó Singh, «y no te puedo culpar por escapar del barco, si es que así se lo puede llamar.» Era lo único lógico que se podía hacer mientras hubiera tiempo. Y la lógica, claro está, era la especialidad de David.

43

Llama amiga

Pocos hombres y mujeres pueden llegar a saber de antemano el segundo exacto de su muerte, y la mayoría estaría más que feliz de privarse de ese privilegio. La tripulación de la Goliath tenía mucho tiempo — tiempo de sobra— para poner sus asuntos en orden, despedirse de quien quisieran y preparar la mente para enfrentar lo inevitable.

Robert Singh no se sorprendió por el pedido de Sir Colin Draker. Era, precisamente, lo que podría haber esperado del científico, y tenía mucho sentido. También era una bienvenida distracción durante las pocas horas que quedaban.

— Lo he discutido con Torin, y está de acuerdo: tomaremos el trineo y saldremos mil kilómetros, a lo largo del curso de ataque del proyectil. Entonces podremos informar con exactitud lo que suceda. La información va a ser invalorable allá, en la Tierra.

— Una excelente idea pero, ¿el trasmisor del trineo tiene la potencia suficiente?

— No hay problema: podemos enviar imagen televisada en tiempo real a Lado Oculto o a Marte.

—¿Y después?

— Los escombros pueden alcanzarnos un minuto, más o menos, más tarde, pero eso es improbable. Supongo que ambos nos sentaremos y admiraremos el paisaje hasta que se vuelva aburrido. Entonces, nos rasgaremos el traje.

A pesar de la gravedad de la situación, el capitán Singh no pudo evitar una sonrisa: la legendaria moderación británica para decir cosas terribles no estaba extinta del todo, y todavía tenía sus aplicaciones.

— Existe una posibilidad más: el proyectil puede darles primero a ustedes.

— No hay peligro de eso. Conocemos su trayectoria exacta de aproximación. Vamos a estar bien al costado.

Singh tendió la mano:

— Buena suerte, Colin. Casi estoy tentado de ir con ustedes, pero el capitán debe permanecer con su nave.

Hasta el mismo penúltimo día, la moral había sido sorprendentemente alta. Robert Singh estaba muy orgulloso de su tripulación. Sólo uno de los hombres tuvo la tentación de anticipar lo inevitable, y con serenidad la doctora Warden lo disuadió.

Todos, de hecho, estaban en mucha mejor forma en lo psicológico que en lo físico. Los obligatorios ejercicios para gravedad cero fueron abandonados alegremente, ya que no habrían de servir para nada: nadie de los que estaban a bordo de la Goliath esperaba volver a tener que luchar contra la gravedad.

Y tampoco se preocupaban mucho por el diámetro de la cintura: Sonny se superaba a sí mismo produciendo platos que hacían agua la boca, los que, en circunstancias normales, la doctora Warden habría prohibido lisa y llanamente. Aunque no se preocupó por verificarlo, estimó que el incremento promedio de la masa era de casi diez kilos.

Es un fenómeno bien conocido que la muerte inminente aumenta la actividad sexual, debido a razones biológicas fundamentales que no regían en ese caso: no habría una generación siguiente que continuara la especie. Durante esas últimas semanas, la muy alejada del celibato tripulación de la Goliath experimentó con la mayoría de las combinaciones y permutaciones posibles. No tenía la menor intención de llegar purificada a esa buena noche.

Entonces, de repente, fue el último día… y la última hora. A diferencia de muchos de los de la tripulación, Robert Singh se preparó para enfrentarla a solas, con sus recuerdos.

Pero, ¿cuál debía elegir, de entre todos los miles de horas que había almacenado en los microprocesadores mnemónicos? Estaban organizados en un índice cronológico, así como en función de sitio de ocurrencia, de modo que resultaba fácil tener acceso a cualquier incidente. Seleccionar el correcto constituiría el último problema de su vida, por algún motivo — Singh no podía explicar cuál— eso parecía tener importancia vital.

Podía regresar a Marte, donde Charmayne ya les había explicado a Mirelle y Martin que ya no volverían a ver a su padre. Era en Marte donde estaba, tenía su lugar de pertenencia. Su pena más profunda era que nunca llegaría a conocer realmente a su hijito.