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La historia casi increíble que se narra en el capítulo 44, sobre las fallas en los torpedos de la Armada norteamericana y que tomaron casi dos anos para rectificarlas, se encontrará en United States Submarine Operations in World War II, por Theodore Roscoe (US Naval Institute, 1949), y, en forma más accesible, en Coral Sea, Midway and Submarine Actions, por Samuel Eliot Morison (Little, Brown, 1959). Para citar de este último:

«El percutor, del que se suponía que funcionaba cuando se producía un impacto físico, demostró ser demasiado frágil para soportar un buen choque a exactamente noventa grados de incidencia… De esta manera, los mejores disparos se veían recompensados con fiascos.»

Mis disculpas para Bob Singh, ejemplo de matasanos, por haber tomado su nombre en un arranque de distracción.

Mi agradecimiento a Ray Bradbury por haber dado su permiso para usar la cita de Crónicas Marcianas («Encuentro en la Noche»), en el capítulo 24.

Un agradecimiento especial para el príncipe sultán al-Saud, astronauta del trasbordados por su hospitalidad en el Encuentro de la Asociación de Exploradores Espaciales, celebrada en Riad en noviembre de 1989, lo que me brindó mi primer contacto directo con la cultura islámica.

Y para Gentry Lee, por ampliar mis horizontes técnicos y psicológicos.

Agradecimiento especial para la Summa Corporation, por un nódulo de manganeso extraído en 1972, con rastra submarina, desde una profundidad de cerca de cinco mil metros, durante la iniciación de la Operación JENNIFER de la CIA. (Véase The Ghost from the Grand Banks, 1990.) Se parece tanto a Kali, que el sólo sostenerlo en las manos me brindó inspiración en los momentos de aridez.

Programas que encontré de gran valor durante la redacción de este libro fueron VlSTAPRO y DISTANT SUNS (Virtual Reality Laboratory, 2341, Ganador Court, San Luis Obispo, California 93401), para la AMIGA, y el Sky (Software Bisque, 912, Twelfth Street, Suite A, Golden, Colorado 80401), y Dance of the Planets (ARC Science Simulations, PO Box 1955S, Loveland, Colorado 80539), para MS/DOS. También le estoy agradecido a Simon Tulloch por el cálculo de órbitas, aunque, en ocasiones, puedo haber anulado la ley de la inversa de los cuadrados con el objeto de dar más dramatismo.

CIERRE DE EDICIÓN

El 2 de diciembre de 1992, el original de esta novela se envió por correo privado a mis agentes norteamericano y británico. El 8 de diciembre, el recientemente descubierto asteroide Toutatis efectuó su aproximación máxima a la Tierra, nada más que unos tres millones de kilómetros. Astrónomos del Laboratorio de Retropropulsión de Pasadena aprovecharon la oportunidad para explorarlo con un nuevo sistema de radar, en la estación que la NASA tiene en el desierto del Mojave: descubrieron que Toutatis consiste en dos cuerpos intensamente perforados con cráteres, de entre tres y cuatro kilómetros de diámetro y que rotan el uno alrededor del otro, casi en contacto. La imagen por radar muestra un objeto exactamente igual a Kali después de haberse dividido.

Este es el primer descubrimiento de un asteroide doble. El radar había demostrado que Apolo 4769 (Castalia), al que se hace referencia en el capítulo 45, tenía la forma de pesas. Es sumamente probable, como supuse, que también se trate de un «binario de contacto».

Las últimas noticias (enero 1993) sobre el Swift-Tuttle, que me fueron enviadas por el doctor Duncan Steel, son que una mejor determinación de su órbita hace que un impacto en 2126 sea improbable: puede no chocar con la Tierra por no coincidir el punto de encuentro en quince días. Pero la última línea de la novela conserva su validez, y el doctor Steel agrega, con tono agorero, que «fragmentos que se separen de un cometa, tales como los que se observaron en varios casos, todavía pueden representar un peligro: ¿qué le parecería sufrir cien Tunguska en un solo día?».