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Su padre trató de ayudarlo lo mejor que pudo. El también había perdido a su esposa, así que sabía por lo que su hijo estaba pasando.

– No es bueno que siempre estés solo -le decía-. Es casi como si te hubieras dado por vencido.

Garrett sabía que había algo de verdad en aquellas palabras la pura y simple realidad era que no tenía el deseo de encontrar a nadie más.

Con el tiempo volvió a la tienda y comenzó de nuevo a trabajar, esforzándose por continuar con su vida. Se acostumbró a vivir solo, a cocinar, a limpiar y a lavar su ropa.

Creía que ya estaba mejor, pero cuando llegó el momento de empacar las cosas de Catherine, no tuvo el valor de hacerlo, su padre se ocupó del asunto. Después de pasar un fin de semana buceando, Garrett volvió a su hogar para encontrarlo ya sin las pertenencias de su esposa. Sin ellas la casa se veía vacía; ya no tenía una razón para permanecer ahí. La vendió en menos de un mes y se mudó a una más pequeña en Carolina Beach.

A veces su padre comentaba que parecía estar un poco mejor, pero para Garrett nunca nada volvería a ser igual.

Garrett Blake llegó al muelle con un poco de anticipación, para preparar el Happenstance.

Su padre le había telefoneado precisamente cuando salía para dirigirse al muelle y Garrett recordó lo que hablaron.

– ¿Te gustaría venir a cenar? -le había preguntado su padre. Garrett le respondió que no podía.

– Navegaré con alguien esta noche.

Su padre guardó silencio por un momento y luego preguntó:

– ¿Con una mujer?

Garrett le explicó brevemente cómo había conocido a Theresa.

– Parece que estás nervioso por tu cita -comentó su padre.

– No es una cita. Sólo iremos a navegar.

– ¿Es bonita?

– ¿Y eso qué importa?

– No importa, de todas maneras a mí me parece que es una cita.

– No lo es.

– Si tú lo dices.

Garrett la vio acercarse por el muelle poco después de las siete, vestida con pantaloncillos cortos y una camiseta roja sin mangas; llevaba una pequeña cesta con comida en una mano y una camiseta de manga larga y una chaqueta ligera en la otra.

– ¡Hola! -le dijo Theresa al llegar al bote-. Espero que no hayas esperado mucho tiempo.

– ¡Ah, hola! No has tardado nada. ¿Puedo ayudarte? -preguntó y extendió un brazo.

Theresa le entregó sus cosas y él las puso en uno de los asientos de la cubierta. Cuando la tomó de las manos para ayudarla a subir al velero, ella pudo sentir la aspereza de los callos en las palmas. Una vez que estuvo a bordo, él se dirigió al timón con un pequeño paso atrás.

– ¿Estás lista para partir?

– Cuando tú digas.

– Entonces pasa y siéntate. Voy a conducir esta nave al mar.

Theresa miró a su alrededor antes de encontrar un asiento en un rincón. Él dio vuelta a una llave y el motor comenzó a ronronear. Lentamente el Happenstance comenzó a retroceder para salir del embarcadero. Un poco sorprendida, Theresa dijo:

– No sabía que tenía motor.

El se volvió para responderle por encima del hombro.

– Sólo tiene uno pequeño… apenas lo suficiente para alejarse y acercarse al embarcadero.

Una vez que el Happenstance estuvo seguro en las aguas del canal navegable al lado de la costa, Garrett apagó el motor y puso la nave a servirse del viento. Primero se colocó unos guantes y luego izó la vela con mucha rapidez. La brisa inclinó al Happenstance y, en un veloz movimiento, Garrett volvió al timón. Theresa sintió cómo aumentaba poco a poco la velocidad.

– Muy bien, creo que ya está -dijo-. Me parece que podremos lograrlo sin tener que virar por avante.

Avanzaron hacia la caleta. Theresa sabía que él estaba concentrado en lo que hacía, por lo que guardó silencio y miró a su alrededor. Como la mayoría de los veleros, aquel tenía dos niveles: la cubierta exterior en la que se encontraba, y la cubierta delantera, aproximadamente un metro más arriba y que se extendía hasta el frente de la nave. Ahí estaba situada la cabina.

Las velas retumbaban con fuerza mientras se movían contra el viento. El agua rozaba los costados del bote y algunas golondrinas de mar volaban en círculos directamente sobre ellos, deslizándose por las corrientes que ascendían. Todo parecía estar en movimiento.

Theresa se colocó la camiseta de manga larga que había llevado. El aire era mucho más fresco que cuando había partido. El sol comenzaba a ponerse y una luz pálida se reflejaba en las velas, arrojando sombras sobre la mayor parte de la cubierta.

Unas olas, provocadas por una nave más grande que pasaba a lo lejos, hicieron que el velero se bamboleara y Theresa se levantó para acercarse a Garrett. Él volvió a hacer girar el timón, esta vez con más rapidez. Theresa lo miró hasta que el velero estuvo seguro fuera de la caleta.

Una vez que hubo distancia suficiente entre el Happenstance y los demás botes, Garrett ató un pequeño lazo en la cuerda de la vela de foque y lo enredó en el timón.

– Muy bien, con eso será suficiente -dijo- Podemos sentarnos si quieres.

– ¿No tienes que guiarlo?

– Para eso es el lazo. A veces, cuando el viento cambia constantemente de dirección, hay que sostener el timón todo el tiempo, pero hoy tuvimos suerte con el clima. Podríamos navegar con este rumbo durante horas.

El Sol poniente descendía en el cielo vespertino a sus espaldas y Garrett guió a Theresa de vuelta a donde había estado sentada. Se acomodaron en un rincón, ella en el costado y él contra la parte posterior del barco. Al sentir el viento en la cara, Theresa echó su cabello hacia atrás y miró el agua.

– Es muy hermoso -comentó al tiempo que se volvía hacia él-. Gracias por invitarme.

– De nada. Es agradable tener compañía de vez en cuando.

Ella sonrió al escuchar la respuesta.

– ¿Por lo general navegas solo?

Garrett se retrepó en el asiento antes de contestar y estiró las piernas al frente.

– Casi siempre. Es una buena forma de relajarse después del trabajo. Sin importar lo intenso que haya sido el día, una vez que llego aquí, el viento parece llevarse todo.

– Pero te gusta tu trabajo, ¿o no?

– Sí, me gusta. No cambiaría lo que hago por nada del mundo -se detuvo y ajustó su reloj de pulsera-. Así que… Theresa, ¿a qué te dedicas?

Ella guardó silencio apenas por un instante.

– Soy articulista del Times de Boston. Escribo sobre temas de interés para padres.

Ella le notó la expresión de sorpresa en los ojos, era la misma que observaba cada vez que salía con alguien nuevo. “Lo mejor será decírselo de una vez”, pensó.

– Tengo un solo hijo -continuó-. Se llama Kevin y tiene doce años. Ahora está con su padre, en California. Hace tiempo que nos divorciamos.

Garrett asintió sin hacer ningún comentario y luego preguntó:

– ¿Te gustaría conocer el resto de la nave?

Ella asintió.

– ¡Me encantaría!

Garrett se levantó y revisó las velas de nuevo antes de guiarla al interior de la cabina. A la izquierda se encontraba un asiento que corría a todo lo largo de un costado del bote. Frente a éste se hallaba una mesa pequeña apenas con espacio suficiente para dos personas. Cerca de la puerta había un lavabo y una cocina portátil con un diminuto refrigerador abajo, y más adelante podía ver una puerta que llevaba al camarote donde estaba la cama.

Garrett se colocó a un lado de ella con las manos en la cadera mientras Theresa exploraba el interior. Después de un momento, ella comentó:

– Desde afuera no parece tan amplio.

– Lo sé -él se aclaró la garganta un tanto incómodo-. Es sorprendente ¿no es cierto?

La rodeó y se inclinó para tomar una lata de Coca-Cola del pequeño refrigerador.

– ¿Quieres beber algo?

– Claro -respondió ella. Tocó con suavidad las paredes para sentir la textura de la madera.

Él se enderezó y le entregó una lata. Los dedos de ambos se tocaron por un instante cuando ella la tomó.

Theresa la abrió y le dio un trago antes de colocarla en la mesa.

Mientras él tomaba su propia bebida, ella dirigió su atención a una foto enmarcada que colgaba de la pared. En ella Garrett se veía mucho más joven; estaba de pie en el muelle al lado de un pez vela.

– Veo que te gusta pescar -dijo. El se aproximó y Theresa pudo sentir el calor de la cercanía. Garrett olía a viento, a sal.

– Sí, así es -respondió en voz baja-. Mi padre fue pescador de camarones y yo crecí casi en el agua.

– ¿Cuándo tomaron esta fotografía?