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– Es muy poco común que nuestros pacientes tengan un buen matrimonio -dijo-. Cuando existe un buen matrimonio en el caso de un paciente de cáncer, este es uno de los instrumentos más maravillosos con los que contamos para trabajar, una de las razones más importantes para que ellos quieran seguir viviendo.

¿Qué es lo que constituye un buen matrimonio? No tengo todas las respuestas. Mi propio matrimonio con Paula es un matrimonio extraordinariamente bueno… ha sido pleno e interesante a lo largo de treinta y seis años, pero no comprendo a ciencia cierta la razón. Quizá el hecho de no comprenderlo, sea en parte la razón por la que es bueno. Digo esto con objeto de que se entienda que no tengo experiencia directa en asuntos de matrimonios infelices, y en consecuencia no soy un experto que sepa cómo rescatar uno (o si se debe o no rescatarlo) cuando se encuentra en serias dificultades.

No obstante, sí conozco algunos medios para enriquecer y mejorar un matrimonio cuando tanto el esposo como la esposa desean que esto suceda.

Podría ser que usted esperara que yo hablara primero de sexo, ya que un gran número de personas tiene la creencia de que esto constituye la base de un buen matrimonio. Yo veo esto más bien como el resultado de un buen matrimonio y hablaré más tarde sobre ello.

Creo que el fundamento óptimo para un matrimonio es la intimidad: pero no una intimidad que invada lo estrictamente personal, sino la clase de intimidad que surge de una comprensión y una aceptación profundas.

Estoy a punto de sugerir algo un tanto extraño, pero es preciso que primero proporcione algunos antecedentes. Hemos hablado acerca del ambiente de jubilosa armonía que se percibe hacia el final del curso de Control Mental. También ocurre otra cosa. Es más sutil pero se siente intensamente. Los alumnos, que están a punto de graduarse, sienten que están en contacto íntimo, casi afectuoso, unos con otros. Llegaron como extraños cuyos senderos jamás se habrían cruzado en otras circunstancias, y pronto se separarán para vivir sus destinos individuales. Sin embargo, esta sensación de relación entre unos y otros volverá a despertar con facilidad en caso de que se vuelvan a encontrar.

Se ha difundido la creencia de que este es el resultado de haber atravesado juntos por una experiencia intensa, que solamente se produce una vez en la vida. Los soldados con frecuencia sienten lo mismo después de que han compartido intensas experiencias en la guerra. También lo sentiría cualquier grupo de extraños que se encontrara atrapado durante una tarde en

un elevador.

Esta es tan solo una parte de la explicación, y ni siquiera es la parte más importante. Es la parte que con mayor frecuencia se aduce por ser la más obvia.

Pero también sucede otra cosa que trataré de explicar. Durante la meditación intensa y prolongada se establecen contactos; las mentes son sensiblemente receptivas y reciben el suave contacto de otras mentes por medios que en otras circunstancias solo se producen entre aquellos que han pasado juntos toda una vida. La mayor parte de las familiaridades fugaces son superficiales y falsas, y nos dejan una sensación un tanto desagradable. Su duración es muy breve. Esto no sucede con esta experiencia, pues tiene lugar a un nivel psíquico perdurable.

Como es una sensación sutil más que arrolladora, no se sorprenda si no escucha comentario acerca de ella entre los graduados de Control Mental que acaso haya conocido y si la mencionan, es probable que esa persona diga:

– ¡Ah, sí! Todos la sentimos. ¡Fue algo maravilloso!

Esta es una especie de resultado incidental del entrenamiento de Control Mental. El curso no está diseñado específicamente para lograr esto.

No obstante (esta es la extraña sugerencia que mencioné), es posible usar aquello que ustedes dos, como marido y mujer, han aprendido ya acerca de Control Mental para dar origen, en forma deliberada, a una intimidad muy grata que, en otras circunstancias, solamente habrían podido alcanzar después de muchos años de vivir juntos. El resultado será más intenso y más profundo que el que experimentan nuestros alumnos en las clases.

Esto es lo que tienen que hacer:

1. Elijan mentalmente un sitio en el que los dos se sientan lo más a gusto y relajados. Podría ser un lugar en el que pasaron juntos unas vacaciones, cualquier sitio que evoque recuerdos especialmente agradables que ustedes compartan. Incluso puede ser un sitio en el que ninguno de ustedes haya estado jamás… lo pueden crear juntos. Sin embargo, no escojan un lugar en el que solamente haya estado uno de ustedes. Esto tergiversará la simetría de la experiencia y reducirá la sensación de compartimiento.

2 Siéntese en posición confortable, cerca, de frente uno al otro. Relájense y cierren sus ojos.

3. Uno de ustedes dirá al otro algo parecido a esto:

– Voy a contar lentamente del diez al uno, y con cada número sentirás que entras cada vez más profundamente en un agradable nivel meditativo. Diez… nueve… entra más profundamente… ocho… siete… seis… más y más profundo… cinco… cuatro… todavía más profundo… tres… dos… uno. Ahora te encuentras relajado, a un nivel mental agradable y profundo. Con tu ayuda, me uniré a ti allá.

4 El otro dirá:

Ahora yo voy a contar lentamente del diez al uno, y con cada número nos acercaremos más en un profundo nivel mental. Diez… nueve… siente que entras cada vez más profundo conmigo… ocho… siete… seis… juntos, más y más profundamente… cinco… cuatro… todavía más profundo y más cerca tres… dos… uno. Ahora ambos estamos relajados, en un agradable nivel mental. Vamos a profundizarlo juntos.

5. La primera persona dirá:

– Está bien, vamos a penetrar juntos muy profundamente. Vamos a percibir juntos nuestro lugar de relajación. Mientras más lo experimentemos, más profundizaremos. Observa el cielo…

6 “Sí… está claro, con unas cuantas nubes a la deriva”.(Cada uno de ustedes describirá, lenta y espontáneamente, la escena que están experimentando juntos: la temperatura, los colores, los sonidos, todos los detalles agradables).

7 Cuando los dos se encuentren a un nivel profundo (no hay prisa para llegar a esto) y estén experimentando a plenitud su lugar de relajamiento, uno de ustedes le dirá al otro:

– Lo que más anhelo en la vida es hacerte feliz a ti en primer lugar, y solo después de esto, en segundo lugar quiero buscar mi felicidad.

8. El otro dirá:

– Y lo que yo más anhelo es hacerte feliz, y solo después de lograr esto quiero alcanzar mi felicidad.

9. Dejen que transcurra un periodo (tan prolongado como lo deseen) de comunión silenciosa, y después despierten. Para algunos este periodo de comunión silenciosa puede experimentarse todavía más intensamente si se miran los dos a los ojos sin afocar la mirada. Es enteramente posible para el meditador experimentado permanecer a nivel Alfa o Theta con los ojos abiertos sin afocarlos. Pero si no se siente confortable con esto, no hay que forzarlo.

Esto constituye una experiencia mucho más potente de lo que usted podría imaginarse con solo leerlo en este libro. La primera vez que lo ponga en práctica se convencerá de ello y, con algunas variaciones que usted mismo puede crear, es posible que ello se convierta en una parte permanente de la vida que comparten juntos. -.

Unas cuantas palabras de advertencia: la belleza de esta experiencia se perderá por completo si no se le usa en la forma adecuada. Si una de las dos personas que participa en ella no comprende el propósito que tiene ni está completamente de acuerdo con dicho propósito, la sensación de comunión íntima que se obtiene de todo esto puede resultar algo menos que una experiencia agradable. La recomiendo exclusivamente para un hombre y una mujer que buscan un acoplamiento mutuo más profundo, pleno y perdurable.