Ben (monótono): Pero el Villa juega fuera de su cancha.
Pausa. Por debajo de la puerta derecha aparece un sobre. Gus lo advierte. Se levanta y lo mira.
Gus: ¡Ben!
Ben: En otro lugar. Juegan en otro lugar.
Gus: Mira, Ben.
Ben: ¿Qué?
Gus: Mira.
Ben vuelve la cabeza y ve el sobre. Se pone de pie.
Ben: ¿Qué es eso?
Gus: No sé.
Ben: ¿De dónde ha salido?
Gus: De abajo de la puerta.
Ben: Bueno, ¿pero qué es?
Gus: No lo sé.
Miran fijamente el sobre.
Ben: Levántalo.
Gus: ¿Qué quieres decir?
Ben: Que lo levantes. (Gus va despacio hacia donde se encuentra el sobre, se agacha y lo recoge.) ¿Qué es?
Gus: Un sobre.
Ben: ¿Tiene algo escrito?
Gus: No.
Ben: ¿Está cerrado?
Gus: Sí.
Ben: ¡Ábrelo!
Gus: ¿Qué?
Ben: ¡Que lo abras! (Gus lo abre y mira adentro.) ¿Qué hay adentro?
Gus deja caer en su mano doce fósforos.
Gus: Fósforos.
Ben: ¿Fósforos?
Gus: Sí.
Ben: Enséñamelo. (Gus le alarga el sobre. Ben lo examina.) Nada escrito. Ni una palabra.
Gus: ¿Verdad que es curioso?
Ben: ¿Y entró por debajo de la puerta?
Gus: Seguramente.
Ben: Bueno, ve.
Gus: ¿Que vaya adónde?
Ben: Que abras la puerta. Tal vez alcances a ver a alguien fuera.
Gus: ¿Quién? ¿Yo?
Ben: Vamos.
Gus lo mira, se guarda los fósforos en un bolsillo, va hasta la cama y saca un revólver de debajo de la almohada. Se dirige a la puerta derecha, la abre, mira afuera y cierra.
Gus: Nada.
Ben: Han tenido que ser muy rápidos.
Gus saca los fósforos del bolsillo y los mira.
Gus: Bueno, me vienen muy bien.
Ben: Sí.
Gus: ¿No es cierto?
Ben: Sí. Siempre estás quedándote sin fósforos, ¿verdad?
Gus: Siempre.
Ben: Por eso me vienen muy bien.
Gus: Sí.
Ben: ¿No es cierto?
Gus: Sí, me van a ser muy útiles. Muy útiles.
Ben: ¿No es cierto?
Gus: Sí.
Ben: ¿Por qué?
Gus: Porque no tengo ninguno.
Ben: Bueno. Pero ahora tienes unos cuantos, ¿verdad?
Gus: Ya puedo encender la pava.
Ben: Sí. Siempre andas pidiendo fósforos a otros. ¿Cuántos tienes ahora?
Gus: Una docena más o menos.
Ben: No vayas a perderlos. Además, son colorados. Ni siquiera necesitas una caja. (Gus se hurga la oreja con un fósforo. Ben le da una palmada en la mano.) ¡No los desperdicies! Vamos, enciende.
Gus: ¿Eh?
Ben: Que enciendas.
Gus: ¿Que encienda qué?
Ben: La pava.
Gus: ¡Quieres decir el gas!
Ben: ¿Quién?
Gus: Tú.
Ben (entrecerrando los ojos): ¿Qué quieres decir con eso de que quise decir el gas?
Gus: Bueno. ¿No es eso lo que quisiste decir? El gas.
Ben (con energía): Si te digo que vayas a encender la pava, quiero decir que enciendas la pava.
Gus: ¿Cómo es posible encender una pava?
Ben: ¡Es una figura de dicción! Encender la pava. Figura de dicción.
Gus: Jamás oí tal cosa.
Ben: ¡Encender la pava! ¡Pero si lo dice todo el mundo!
Gus: Creo que estás equivocado.
Ben (amenazante): ¿Qué quieres decir?
Gus: Se dice poner la pava al fuego.
Ben (muy seco): ¿Quién lo dice? (Se miran, respirando con fuerza. Con deliberación.) En toda mi vida, jamás oí que nadie dijese poner la pava al fuego.
Gus: Apuesto cualquier cosa a que mi madre lo decía.
Ben: ¿Tu madre? ¿Desde cuándo no la ves?
Gus: No sé; más o menos…
Ben: Entonces, ¿por qué hablas de tu madre? (Se miran.) Gus, no es que no quiera ser razonable. Pero trato de hacerte comprender una cosa.
Gus: Sí, pero…
Ben: ¿Quién es el socio principal aquí, tú o yo?
Gus: Tú.
Ben: Lo que hago es velar por tu bien, Gus. Tienes que aprender, amigo.
Gus: Sí, pero yo nunca oí…
Ben (con vehemencia): Nadie dice encender el gas.
Gus: ¿Entonces qué es lo que se enciende?
Ben (tomándolo de la garganta con ambas manos, los brazos extendidos): ¡La pava, imbécil!
Gus aleja las manos de Ben.
Gus: Está bien, está bien.
Pausa.
Ben: Bueno, ¿qué estás esperando?
Gus: Quiero ver si encienden.
Ben: ¿Qué?
Gus: Los fósforos. (Saca de su bolsillo la caja aplastada y trata de encender un fósforo.) No. (Tira la caja bajo la cama. Ben lo contempla fijamente. Gus levanta un pie.) ¿Hago la prueba aquí? (Ben lo mira fijamente. Gus frota el fósforo en la suela y el fósforo se enciende.) Ya está.
Ben (cansado): ¡A ver si pones la maldita pava al fuego, por los clavos de Cristo!
Va hasta su cama, se detiene, dándose cuenta de lo que ha dicho, y se vuelve a medias. Gus se retira despacio por la izquierda. Ben tira el diario con fuerza en la cama y se sienta en ella, apoyando la cabeza en las manos. Vuelve a entrar Gus.
Gus: Ya está lista.
Ben: ¿Qué?
Gus: La hornalla. (Va hasta su cama y se sienta en el lado derecho.) ¿Qué pasará esta noche? (Silencio.) ¡Eh! Quería preguntarte una cosa.
Ben (colocando las piernas sobre la cama): ¡Oh, por amor de Dios!
Gus: No, quería preguntarte una cosa.
Se levanta y se sienta en la cama de Ben.
Ben: ¿Para qué te sientas en mi cama? ¿Qué es lo que te pasa? Siempre estás haciéndome preguntas. ¿Qué te sucede?
Gus: Nada.
Ben: Antes no solías hacer todas estas malditas preguntas. ¿Qué te ha dado de golpe?
Gus: Nada. Estaba pensando…
Ben: Pues no pienses. Tienes que hacer un trabajo. ¿Por qué no te dedicas a eso y dejas de hablar?
Gus: Es que de eso quería hablarte.
Ben: ¿De qué?
Gus: Del trabajo.
Ben: ¿Qué trabajo?
GUS (tanteando): Pensé que quizás supieras algo. (Ben lo mira.) Se me ocurrió que tal vez tú… Quiero decir que si… tienes alguna idea… de lo que va a pasar esta noche.
Ben: ¿Le va a pasar a quién?
Se miran.
Gus (finalmente): A quien sea.
Silencio.
Ben: ¿Te sientes bien?
Gus: Por supuesto.
Ben: Ve a preparar el té.
Gus: Sí, por supuesto. (Gus sale por la izquierda. Ben lo sigue con la mirada. Luego saca su revólver de debajo de la almohada y mira si está cargado. Vuelve a entrar Gus.) No sale gas.
Ben: ¿Y qué?
Gus: Hay un medidor.
Ben: Yo no tengo dinero.
Gus: Yo tampoco.
Ben: Tendrás que esperar.
Gus: ¿A quién?
Ben: A Wilson.
Gus: A lo mejor no viene. Podría ser que enviara un mensaje. No siempre viene él.
Ben: Bueno, entonces tendrás que arreglarte sin dinero.
Gus: ¡Caramba!
Ben: Luego tomarás tu taza de té. ¿Qué te pasa?
Gus: Quisiera tomarla antes.
Ben levanta el revólver hacia la luz y lo lustra.
Ben: De todos modos, será mejor que te prepares.
Gus: Bien, yo no sé, pero esto es un poco demasiado en vista de lo que me cuesta. (Recoge el paquete de té de la cama y lo mete en la valija.) En fin, espero que si viene tenga un chelín encima. Le corresponde tenerlo. Después de todo, ésta es su casa, y pudo haberse fijado si había gas para una taza de té.