— Es un placer, un gran placer…
La mujer inclinó la cabeza en un saludo hacia Ketho y Rocannon, luego se volvió hacia sus guardias (¿o captores?) y envolviéndose en la capa azul atravesó el salón y se marchó.
— A veces siento… — comenzó Rocannon.
— ¿Qué? — preguntó Ketho con voz ronca, tras una larga pausa.
— A veces siento, cuando… me encuentro con estas gentes de mundos que conocemos tan poco, a veces… siento como si transitara por el margen de una leyenda, de un mito trágico, tal vez, que no alcanzo a comprender…
— Sí — dijo el director, aclarándose la garganta —. Me pregunto… Me pregunto cuál es su nombre.
Semley la Bella, Semley la Dorada, Semley la del Collar. Los gredosos se habían plegado a su deseo y también lo hablan hecho los Señores de las Estrellas, en aquel terrible lugar al que la llevaran los gredosos, la ciudad que estaba al término de la noche. Le habían hablado y le habían devuelto con alegría su tesoro.
Pero aún no había podido desechar el sentimiento opresivo de aquellas cavernas que la rodearon, donde la roca la aplastaba, las voces retumbaban y las grises manos se tendían a… Ya era suficiente. Había pagado por el collar; bien. Ahora le pertenecía. La cuenta estaba saldada, el pasado era pasado.
Su montura alada se había deslizado fuera de una gran caja, con los ojos como velados y la piel escarchada; en un principio, al abandonar las cuevas de los Gdemiar no había querido volar. Ahora el animal estaba restablecido, y volaba en un suave viento sureño, a través del cielo brillante, hacia Hallan.
— Rápido, rápido — le decía, entre sonrisas, a medida que el viento despejaba la oscuridad de sus pensamientos —, quiero llegar pronto junto a Durhal…
Y volaron, veloces, de regreso a Hallan, donde llegaron al atardecer del segundo día. Ya las cavernas de los gredosos no eran más que una pesadilla lejana; estaban a mil pasos de Hallan y atravesaron el Puente del Precipicio, donde los bosques prosperan. En la luz dorada del crepúsculo desmontó en las cuadras y caminó entre las rígidas estatuas de los antepasados heroicos; los guardias, en el portal, se inclinaron, sin dejar de admirar la mágica joya que lucía en tomo a su garganta.
En la sala de entrada detuvo a una joven que pasaba, una joven bellísima, parienta cercana de Durhal, por su aspecto, aunque Semley no lograba recordar su nombre.
— ¿Me conoces, doncella? Soy Semley, la esposa de Durhal. ¿Le dirás a la Señora Durossa que he regresado?
Porque temía entrar y, quizá, hallarse sola en presencia de Durhal necesitaba el apoyo de Durossa.
La niña la observaba con extrañeza; murmurando «sí, Señora», se precipitó hacia la Torre.
Semley permaneció de pie en la ruinosa sala dorada. Nadie acudía.
¿Estarían cenando en el Gran Salón? El silencio era agobiante. Tras unos momentos, Semley se encaminó hacia la escalinata de la Torre. Pero una anciana le salió al encuentro, atravesando el piso de piedra, con los brazos abiertos, sollozante.
— ¡Oh, Semley, Semley!
Jamás había visto a aquella mujer de cabellos grises, y dio un paso atrás.
— ¿Quién eres tú, Señora?
— Soy Durossa, Semley.
Se mantuvo silenciosa y sin moverse durante todo el tiempo en que Durossa, entre abrazos y sollozos, le preguntaba si era verdad que los Gredosos la habían capturado y la habían puesto bajo hechizo por todos esos largos años. ¿O habían sido los Fiia con sus extrañas artes? Luego Durossa dejó de llorar y dio un paso atrás.
— Aún estás joven, Semley. Tan joven como en el día en que te marchaste. Y llevas el collar en tu cuello…
— He traído mi presente a mi marido Durhal. ¿Dónde está él?
— Durhal ha muerto.
Semley quedó petrificada.
— Tu marido, mi hermano Durhal, el Señor de Hallan, fue muerto en una batalla hace siete años, nueve años después de tu partida. Los Señores de las Estrellas jamás regresaron. Entramos en guerra con las Castas del Este, con los Angyar de Log y con Hul-Orren. Durante la lucha Durhal cayó herido por la lanza de un normal, porque su cuerpo tenía poca protección, y su espíritu ninguna. Yace sepultado en los campos cercanos al pantano de Orren.
Semley giró sobre sí misma.
— Allí lo buscaré, pues — dijo mientras cubría con la mano la cadena de oro —. Le entregaré mi dote.
— ¡Aguarda, Semley! ¡La hija de Durhal, tu hija! ¡Aquí está, Haldre la Bella!
Era la joven con la que ya había hablado, a la que había preguntado por Durossa, una joven de tal vez diecinueve años, con los mismos ojos azules oscuros de Durhal. De pie junto a Durossa, no quitaba sus ojos profundos de aquella Semley que era su madre y tenía su misma edad. Iguales eran sus años, sus cabellos de oro, su belleza; sólo que Semley era apenas más alta y lucía la piedra azul en su pecho.
— Es tuyo. Tómalo. ¡Para Durhal y para Haldre lo he traído desde el fin de una larga noche! — Semley gritó estas palabras en tanto se arrancaba la pesada cadena, que cayó sobre la piedra con un frío y musical sonido —. ¡Es tuyo, Haldre! — Gritó una vez más. Agitada por el llanto se volvió y se alejó de Hallan, por el puente y la escalinata, precipitándose en el bosque de la ladera montañosa.
PRIMERA PARTE — EL SEÑOR DE LAS ESTRELLAS
I
Así finaliza la primera parte de la leyenda. Y es toda verdad. Y ahora algunos datos, igualmente verdaderos, del Manual para el Área Galáctica Ocho de la Liga.
Número 62: FOMALHAUT Il.
Tipo AE — Vida Carbónica. Planeta de núcleo ferroso, diámetro 12.223,20 Km., con atmósfera rica en oxígeno. Traslación: 800 días terrestres, 8h 11m 42s. Rotación: 29h 51m 02s. Distancia media del soclass="underline" 3.2 UA, ligera excentricidad orbital. Oblicuidad de la eclíptica: 27º 20' 20'', que ocasiona marcados cambios estacionales. Gravedad: 0,86g.
Cuatro masas importantes de tierra, los Continentes Noroeste, Sudoeste y Este y Antártico, ocupan el 38% de la superficie del planeta.
Cuatro satélites (tipos Perner, Loklik, R-2 y Phobos). El Compañero de Fomalhaut es visible como estrella de primera magnitud.
Punto más cercano de la Liga: Nueva Georgia del Sur, capital Kerguelen (7,88 años luz).
Historia: el planeta fue registrado por la expedición Elieson en el 202, explorado por sistema robot en el 218.
Primer estudio geográfico entre el 235 y el 236. Director: I. Kiolaf. Las más importantes masas de tierra fueron reconocidas desde el aire (ver mapas 3114-a, b, c, 3115-a, b. Aterrizajes, estudios geológicos y biológicos y contactos con razas inteligentes realizados sólo en los Continentes Este y Noroeste (ver descripción de especies inteligentes más adelante).
Misiones de mejoras tecnológicas entre las Especies I-A, 252-4. Director: I. Kiolaf (sólo en el Continente Noroeste).
Se llevaron a cabo misiones de control y clasificación de las Especies I-A y II, bajo los auspicios de la Fundación del Área de Kerguelen, Nueva Georgia del Sur, en los años 254, 258, 262, 266, 270; en el 275 el planeta fue puesto bajo Interdicción por la Comisión Mundial, a la espera de estudios más adecuados sobre las especies inteligentes.
Primer Estudio Etnográfico, 321. Director. G. Rocannon.
Por detrás de la Colina Sur, sin sonido, a gran velocidad, creció un elevado árbol de blancura cegadora. Los guardias de las torres del Castillo de Hallan gritaron mientras percutían el bronce con el bronce. Sus débiles voces, sus palabras de advertencia, se apagaron entre el estrépito, el batir del viento, la agitación del bosque.