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»Que nadie presuma de que el suyo es el mejor camino hasta dios, porque no es un dios lo que buscamos, sino el poder que llevamos dentro. Dejemos de excusarnos por "no ser más que humanos", ¡es cuanto necesitamos ser!

»Esa divinidad reside en la condición humana. La humanidad se halla suspendida al borde del último gran paso en su evolución. Pero divinidad e inmortalidad no se alcanzan a través de la evolución física. Lograr ese paso puede llevarles a algunos sólo unas décadas, a otros les costará más. Pero aun cuando sean necesarios mil años, ese tiempo habrá merecido la pena. -Christopher hizo una pausa para que calara la idea. Quería que su audiencia comprendiera perfectamente lo que estaba diciendo-. No os inquietéis -continuó- si digo que tal vez nos lleve mil años. ¡Qué importan diez, doscientos, o incluso mil años! ¡Hablamos de la inmortalidad! ¡Viviréis gracias al poder con el que el hombre llamado Juan alcanzó a vivir dos milenios, el mismo que me ha resucitado de entre los muertos y que hará posible que superemos al ente maligno que se nos opone! ¡A quienes me sigan yo les daré el poder de vivir mil años! Después ocuparéis el lugar que se os debe como seres evolucionados ¡y no moriréis jamás!

»De nuevo extiendo la mano de la paz al Koum Damah Patar. Enmendad vuestro error y seguidme, y seréis la vanguardia del proceso evolutivo. Vosotros que ya habéis empezado a experimentar la metamorfosis evolutiva, como evidencia vuestra avanzada capacidad extrasensorial, no empleéis vuestros poderes en beneficio de la opresión. Al contrario, aprovechadlos para mirar en vuestro interior. Abandonad la servidumbre al ente malvado que se llama a sí mismo Dios y, en su lugar, servid a la humanidad. Renunciad a quien busca la destrucción de la Tierra y glorificad, en cambio, la condición humana, y juntos restituiremos el mundo.

»Honorables vosotros que trabajáis por el avance de la humanidad, porque el universo será vuestro. Honorables vosotros que habéis aprendido a amaros primero a vosotros mismos, porque seréis como dioses. Honorables vosotros que no os negáis los deseos del corazón, porque habréis entendido que hacerlo es negarse a uno mismo. Honorables vosotros que sacáis aliento y esperanza de vuestro interior, porque seréis fortalecidos. Honorables vosotros de espíritu fuerte y desafiante, porque seréis los primeros en el reino del universo. Honorables vosotros que prohibís la intolerancia y aplastáis al que impide el desarrollo, porque seréis llamados faros de la verdad y señales al desarrollo pleno.

»¡Escuchadme y creed! ¡Honrad la verdad y el desarrollo con vuestra lealtad!

»Y por tercera vez ofrezco al Koum Damah Patar los brazos abiertos de la fraternidad. Entended, no obstante, que no hay lugar para vosotros en la Nueva Era si perseveráis en vuestro oneroso proceder. Mucho se espera de a quien mucho se le otorga. Sois los primeros en experimentar el poder de la Nueva Era y habéis probado el dulce sabor y experimentado el imponente poder que ya crece en vuestro interior, pues bien, si no abandonáis vuestro afán persecutorio e intolerante, entonces seréis los primeros en caer y en sufrir la ira de un planeta que ha superado la querencia a vivir sometido. Quienes pretenden fortalecerse sometiendo a la humanidad a la esclavitud de su dios ya han elegido someterse a éste voluntariamente.

»Si su propio sometimiento les satisficiera, ello no supondría amenaza alguna para la humanidad, por lo tanto podría ser tolerado durante un tiempo. Pero no es ésa su naturaleza. Al contrario, desean imponer esa esclavitud a los demás. Son débiles y primitivos; son completamente ajenos a la realidad presente y no pertenecen a este milenio, y mucho menos a la Nueva Era. No comprenden la situación actual en el planeta. No se puede permitir que su debilidad socave y corrompa la fortaleza de quienes están listos para avanzar hacia el futuro. Bajo el liderazgo de Juan y Cohen, lo han intentado conjurando cuantos desastres han podido imaginar. Brutales y despiadados, han causado la muerte a millones de inocentes y traído miseria y sufrimiento a quienes hemos sobrevivido. Y a pesar de todo, ¡no han conseguido quebrar el espíritu humano! La voluntad del hombre permanece firme ante los aciagos vientos de la persecución teísta. ¡Somos luchadores! ¡No nos arrodillaremos ante el tirano!

Dejando a un lado al KDP, Christopher fijó de nuevo la atención de su discurso en la mayoría de su audiencia y declaró:

– ¡No está en vuestra naturaleza servir a nadie!

Debido a la distancia que separaba a la muchedumbre de Christopher, y a la forma en la que el viento sacudía su túnica, nadie se había fijado en los dos objetos que yacían a sus pies. Para los telespectadores eran más discernibles, pero nadie les había prestado demasiada atención durante su electrizante discurso. Y desde luego que nadie sospechaba que los objetos procedían del Arca de la Alianza.

– Os he hablado de un tirano malvado -prosiguió Christopher-, de una entidad espiritual que ha tenido encadenado al mundo. A muchos de los que ahora me miran y escuchan no les sorprenderá oír que el ser de quien hablo -y a instancias de quien Juan, Cohen y el Koum Damah Patar han infligido tanta ruina- es el mismo que ha exigido a su pueblo que le ofreciera como tributo la sangre de animales inocentes.

Christopher se detuvo para coger los objetos que descansaban a sus pies y los izó por encima de su cabeza. El público presente en Jerusalén no podía discernir claramente de qué se trataba, pero sí los televidentes, para quienes era obvio que Christopher sostenía lo que parecían dos tablas de piedra. Cuando las cámaras se acercaron, se pudo ver con claridad que la piedra estaba inscrita con una extraña escritura. Christopher tenía en sus manos las Tablas de la Ley. Un grito ahogado recorrió de pronto la multitud en Jerusalén.

– ¡Nunca más! -exclamó Christopher con toda su furia-. ¡Nunca más volverá a dominar este planeta el absurdo dictado de un tirano espiritual!

Y dicho esto, Christopher arrojó las dos tablas centenarias a la calle, cincuenta y cinco metros más abajo, donde se rompieron en pedazos tan pequeños que se perdieron entre la gravilla. La audiencia, mayoritariamente judía, que hasta ahora se había mostrado a favor de Christopher, se quedó paralizada de asombro. Christopher acababa de reducir a polvo un tesoro religioso nacional. Su discurso les había conmovido, pero no esperaban que fuera a derivar en algo semejante.

Christopher continuó, consciente de que debía volver a captar cuanto antes la atención de la gente para ganarse su apoyo.

– Las cosas que he prometido son ciertas y están al alcance del hombre. ¡Lo digo por experiencia!

»La Tierra no está sola en el universo -explicó Christopher-. Como sospechan los científicos desde hace tiempo, hay miles de otros planetas con vida en el universo. Uno de ellos, un mundo antiguo y hermoso que órbita una estrella más allá de las Pléyades, es Theata. Allí, la vida evolucionó mucho antes de hacerlo en la Tierra. Los habitantes de Theata inauguraron su era del espacio particular cuatro mil millones de años antes de que los primeros organismos unicelulares aparecieran en la Tierra. ¡Es un planeta donde el hambre y el temor ya no existen, donde no se conoce la muerte, donde la gente ha dado el último paso evolutivo para convertirse en una sola carne; un planeta cuyos habitantes se han transformado en el dios que llevan dentro! Es de este planeta lejano y extremadamente avanzado de donde proviene la vida en la tierra. Los habitantes de Theata son la raza a partir de la cual nació la vida humana en este planeta. ¡Yo vengo para que cuanto ellos tienen lo tengáis también vosotros!