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3. Gira de los pies pintados

Caminatas en los barrios para dar a conocer el partido. Llegan a las casas y le pintan las uñas del pie a las mujeres.

4. Activación de mujeres acostadas en las plazas con las piernas abiertas o de rodillas en cuatro

Se me ocurre que en las plazas públicas Viviana Sansón dé un discurso que podría ser algo así: "Las mujeres queremos un cambio de posición. No venimos al mundo solo para traer hijos o para tener sexo o limpiar el piso. Mujeres, pongámonos de pie, hay mucho camino por recorrer, y necesitamos empezar a limpiar la historia que nuestros líderes han manchado una y otra vez… "

Campaña "sucia"

Objetivo Político: Lograr el voto masculino

Objetivo de comunicación: Convencer a los hombres

Target: Hombres

Estrategia: Intervenir los espacios masculinos latinoamericanos de la manera objetual con la que se ha cosificado a la mujer en la publicidad. 1. Utilizar el cuerpo de la mujer como estrategia de persuasión. 2. Utilizar el amor, el cariño y el deseo para convencer.

¿Por qué es necesaria la campaña "sucia"?

No nos dan el control remoto, menos que menos nos van a dejar controlar el país. Necesitamos ser más estratégicas que ellos. Nuestro problema eterno ha sido el exceso de inteligencia emocional. Por eso la única forma de abrirnos lugar en el terreno político es -como en el judo- utilizar su misma fuerza para derribarlos. Hacer que los mecanismos de dominación se les vuelvan en contra.

Racional creativo

a. Durante el partido, el hombre no piensa. En la cama, el hombre no piensa. Cuando maneja, el hombre no piensa. Está comprobado que el hombre no puede pensar en más de una sola cosa a la vez. Entonces hay que aprovechar sus espacios de "concentración" para "convencerlos" del cambio que puede lograr a la par de una mujer.

b. La publicidad ha utilizado a la mujer por décadas para persuadir y vender productos. Quizás sería válido que lo haga el pie para comunicar sus mensajes. Históricamente los hombres siempre se han fijado en las tetas y en el culo de una mujer, no en sus ideas. Los hombres les tienen miedo a las mujeres inteligentes, quieren sentirse protegidos y cuidados, no amenazados ni cuestionados.

Actividades

• Quitar las pilas en todos los controles remotos para forzar a ver un solo canal y que vean el spot de nuestra candidata dando su primer discurso en topless.

• Durante los programas de fútbol, que una mujer con voz muy sensual relate el partido como si estuviera sumamente excitada. Y que el "¡Gooooooool! " lo grite como en un orgasmo.

• Guerrilla: una cuadrilla de mujeres plantan esténciles con la forma de un beso sobre los afiches de vía pública sobre la cara de los otros candidatos a la presidencia, y si está de pie, sobre la pinga.

• En la ruta poner a mujeres guapas con la llanta estallada pidiendo auxilio. Objetivo: hacer sentir útil al hombre. Luego darle un beso y una invitación a la sede del partido.

Algunas ideas para un posible gobierno del pie

1. Eliminar el ejército. Reemplazarlo por "el ejército de la vida".

Formar un ejército de mujeres uniformadas de camuflaje rojo (para ser bien vistas) que se ocupan de que los jóvenes (preadolescentes) no caigan en drogas o en maras, de la educación sexual.

2. Estatuas

La mayoría de las estatuas son de hombres (conquistadores, libertadores, héroes de la guerra), pero casi no hay estatuas que glorifiquen la vida. Desarrollar estatuas del alumbramiento, sobre dar de mamar, sobre un niño dando sus primeros pasos, sobre una mujer campesina cargada de hijos.

Atentamente,

Carla Pravisani

La toalla

Arrollada, limpia, Viviana encontró en la repisa la toalla que le dio a Patricia la noche en que la rescató para que se secara la lluvia del cuerpo. La reconoció porque era color turquesa, con dibujos de peces; una toalla barata, comprada a un vendedor ambulante. Le pasó la mano encima sonriendo para sí. Los regalos que le daba a uno la vida, pensó antes de abandonarse a las imágenes precipitadas que le ocuparon la mente.

Quizás fue esa misma noche, viéndola dormir tranquila en el sofá de su estudio, cuando decidió hacerse cargo de ella, no enviarla a Casa Alianza. No supo qué vio en ella de sí misma, de cuanta mujer conocía. Le dio vergüenza su ignorancia, su indiferencia de mujer feliz que miraba historias como las de ella en los periódicos, en la televisión, en los blogs, dondequiera, y se conformaba con sentir ese instante de compasión de quien jamás imagina vivir algo semejante.

Patricia se levantó al día siguiente y al otro y al otro en la casa de Viviana. Callada, casi reptil en su discreción. Desayunaba y luego se pasaba el día durmiendo o viendo televisión. Ni una palabra sobre lo que quería hacer. Ni una palabra más sobre el desencuentro con sus compañeras.

Viviana le explicó a Celeste que la muchacha necesitaba refugio para evadir a un padrastro que quería hacerle daño. A sus doce años, Celeste era intuitiva, muy avispada, pero si percibió algo más complejo, no lo demostró en su actitud. Se posesionó de Patricia con un prematuro instinto maternal. Le regaló un perro de peluche y le preguntaba apenas llegaba de la escuela si estaba bien, si tenía hambre.

A Viviana la compulsión de ayudar a Patricia, de salvarla, la obsesionó. Quería darle de comer, comprarle ropa, llevarla al médico, acunarla. Le costaba creer que apenas tenía dieciséis años. Se recordaba a esa edad, rebelde sin causa en el colegio, haciendo travesuras, los primeros enamorados, el primer beso, el primer trago de ron, escaparse por la ventana para cruzarse donde su amiga la vecina, tomar cerveza como si fuera pecado mortal, iniciarse en el sexting en el móvil, en la terminal de su cuarto. Su mamá había sido una combinación: estricta y liberal. Le puso límites pero le dio responsabilidades sobre sí misma.

– En última instancia, lo que te pase es cosa tuya. La que va a pagar los platos rotos sos vos. Eso es lo que no se te debe olvidar. Yo ya soy una mujer hecha y derecha. A mí, mí, mí -repitió señalándose el pecho-, me puede doler lo que haces, pero no es mi vida la que se está decidiendo, es la tuya. Yo tengo la responsabilidad de darte buenos materiales para que construyas el edificio, pero la arquitecta sos vos.

Viviana había percibido el precio que su mamá pagó por la aventura con su padre que resultó en ella. Aunque jamás la hizo sentir que no había valido la pena, se percataba de las dificultades de Consuelo como madre soltera. Este negocio de los hijos no está hecho para una sola persona, la oía decir a menudo. Su trabajo en National Geographic significaba viajes frecuentes acompañando grupos a sitios remotos. Buscaba con quién dejarla apelando a su red de amigas, más no faltaban los imprevistos. Pero de esos años de su vida, Viviana no guardaba más que los habituales recuerdos: sufrimientos de adolescente, de inadaptada, sentirse a veces como un paquete que le estorbaba a la madre y que esta dejaba en consignación por aquí o por allá. Nada que ver con la experiencia de Patricia. ¿Cómo se reponía uno de algo así? ¿Quién convencía a la muchacha de que la vida valía la pena, que tenía un propósito? Cuando Sebastián murió, ella perdió la capacidad de encontrarle sentido al tiempo que mediaba entre el nacimiento y la muerte. Para qué tantos días, se preguntaba, si era inevitable terminar en polvo, en nada, un nombre bajo la tierra. Paradójicamente el pensamiento que la sacó del luto fue precisamente ese, la sencilla realización de que estaba viva, de que el único propósito de la vida era la vida misma.

Para entender cómo se sentiría Patricia y tirar un madero en su mar de náufraga, empezó a leer del tráfico de personas y otros horrores modernos ante los cuales las mujeres eran especialmente vulnerables. Las historias eran como picaduras de alacrán en su cuerpo. Dolorosas y tóxicas. En pocos días se llenó de un feminismo rábido incapaz de comprender la tolerancia del mundo y de las mismas mujeres ante lo que vivían sus semejantes. Leyó documentos feministas y le molestó el tono doctoral, el lenguaje inaccesible de algunos. ¡Caramba, hijas, pensó, no se pasen ahora de inteligentes! Por demostrarles sapiencia a los hombres, tanta letrada perdía contacto con sus naturales oyentes. Le sorprendió el peso que el aborto ocupaba como centro de las reivindicaciones, en un mundo en que tantas vidas eran irrespetadas. Claro que era un irrespeto reclamar soberanía sobre las decisiones de un ser autónomo que tenía derecho absoluto sobre su cuerpo, pero qué hacer con los vivos nacidos de las mujeres le parecía más urgente. Pensando en el aborto se le ocurrió la idea de adoptar a Patricia, protegerla legalmente. En el estado en que estaba, ardorosa y justiciera, no vaciló en planteárselo.