– Sí, pero al final vamos a llevar adelante el proyecto, les guste o no -dijo Rebeca.
– Pero ¿cuántas horas perdimos? A este paso, nos vamos a quedar rezagadas con los planes y promesas y de los cinco años que tenemos vamos a pasar cuatro discutiendo… Además, te voy a decir una cosa: estoy convencida, total y absolutamente convencida de que estos hombres solo obligados van a aprender la domesticidad -siguió Viviana.
– Y hay que aprovechar que están modositos y dóciles -dijo Martina-. Yo estoy de acuerdo con Viviana.
– A mí me falta la testosterona para pelear esto -dijo Eva-. Me preocupa a quién pondré a lidiar con los violadores y los presos.
– Arlene, la lanzadora de discos -dijo Rebeca-. Hay varias que tienen ese temple.
Eva asintió sin mucho entusiasmo.
Viviana pareció no percatarse del intercambio.
– Otro caso les expongo: el Ministro de Energía y Agua ha objetado el concurso del Barrio Limpio, y si yo prometí que limpiaría el país, el país se va a limpiar. La gente está encantada con la idea, pero él me amenazó con poner su renuncia. Está preocupado por los ingresos y egresos.
Viviana había echado a andar el plan nacional de limpieza en la modalidad de concurso, inspirada en un programa de televisión. El concurso Barrio Limpio disponía de un panel de jueces que visitaba casas, calles y emitía opiniones hasta sobre qué tan limpias se mantenían las narices de los niños en la zona. Los barrios ganadores recibían gratis por un trimestre los servicios de agua y luz. Cierto que el éxito era tal que muchos barrios iban quedando sin pagar.
– Yo debo decirle algo más, Presidenta, si me permite -dijo Juana de Arco, desde la esquina donde escribía las actas en su laptop-. A mí me parece irrespetuoso que Emir entre a su despacho cuando le dé la gana. Yo le digo que no entre y él ni caso me hace.
– ¿Se fijan? -miró a todas Viviana-. Son miles de años de dominio los que nos contemplan.
– Pero sacarlos solo del Estado, ¿crees que logre algún efecto? -preguntó Ifigenia.
– Es como la teoría de Debray de la mancha de aceite -dijo Viviana-: se crea un núcleo y el efecto se derrama. Los que permanezcan en la casa hablarán de su experiencia y yo confío en que descubran aficiones y se sorprendan por sí mismos. A mí se me ocurría que podríamos hacer uno de esos reality shows que sigan el proceso del hombre que se queda en la casa y atiende los hijos y las tareas domésticas. Una especie de "Sobreviviente", con permisos incluidos.
– Muy buena idea -exclamó Ifigenia-, Carla lo puede montar.
– No sé si hay shows como esos en Suecia, pero allí hay amos de casa, subvenciones del Estado para guarderías y normas que rigen para el tiempo compartido entre la pareja. Las estadísticas de participación de la mujer demuestran que el asunto funciona -dijo Rebeca-. Sobre estas medidas drásticas, sin embargo, yo acepto la opinión de la mayoría, pero dejo sentada mi preocupación. Con los hombres tenemos que vivir. ¿Y si logramos trabajar maravillosamente bien solas, después qué? ¿Exilio perpetuo?
– Absolutamente no -dijo Viviana-. Pero, ¿no te das cuenta Rebeca? Nos van a respetar de otra manera. Más aún, ¿no pensás que las mujeres necesitamos esa experiencia? Los hombres la han tenido. Han dirigido solos el mundo de los negocios, de la política. Han probado de lo que son capaces por sí mismos. Nosotras siempre hemos estado a su sombra o a su lado. Nos merecemos hacer la prueba.
– No se diga más -dijo Martina, siempre impaciente y poco dada a las reuniones (le daba claustrofobia estar sentada en una reunión, decía).
– ¿De dónde sacamos dinero para pagarles seis meses? -preguntó Rebeca.
– De las reservas.
– Nos quedaremos en rojo -dijo-. No es conveniente.
– Nos quedamos en rojo. Prestaremos dinero. Pero mañana mismo redactamos y publicamos la ordenanza. Y el salario se lo entregaremos a la mujer de la familia. Así les durará más.
– Las mujeres de la oposición en la Asamblea van a poner el grito al cielo.
– Es mi gobierno. Y yo decido cómo lo voy a organizar. Ellas no pueden interferir en esto. Además, ya que tenemos la suerte de que haya solo mujeres representantes, lo entenderán. Se los explicaré personalmente si es necesario.
Votaron. Todas votaron a favor de la ordenanza que Viviana emitió al día siguiente.
Por la tarde, Juana de Arco entró y se plantó frente a su escritorio.
– Presidenta -dijo-. La felicito. Es la mejor decisión que ha tomado, pero se va a armar la de San Quintín. Pase lo que pase, cuente conmigo.
Dicho esto, dio la vuelta y salió.
Bien se dice que el poder es solitario, pensó Viviana, tras el enorme escritorio de su despacho, recogiendo sus cosas para salir: el bolso, el paraguas. No se acostumbraba a ser Presidenta todavía. Cuando llovía el chofer la recogía bajo un toldo en la salida privada de la Presidencial; un guarda la protegía con una sombrilla. Descartó su paraguas en una esquina.
¿Quién lo habría recogido? ¿Cuál habría sido su destino?, se preguntó mirándolo, dándole vueltas antes de devolverlo junto con el recuerdo a la repisa.
(Materiales históricos)
THE NEW YORK TIMES
A NEW CHALLENGE FOR THE FEMINIST GOVERNMENT IN FAGUAS
In the last hundred years, Faguas has seldom been on the American radar screen. That changed last November when a woman's party, the now famous pie, won a landslide victory in the presidential elections.
The pie (Spanish for "foot") ran with a most original, feminist but all inclusive platform, which offered to "mother" the country, promising to "scrub the motherland" and leave it "shiny and spotless". Given the poor record of past administrations, "mothering" might be just what Faguas needs, except that President Viviana Sanson recently announced her decision to appoint only women to fill every position in her newly inaugurated administration. The unusual directive states that even menial government jobs are only to be given to women. Female cadres will take over and oversee the dismantling of the military establishment. Even janitors will be women. President Sanson has indicated she considers this a temporary and necesary measure to assure that a new feminine ethic of caring and solidarity will have a chance to flourish in a country where machismo has historically had the upper hand. Original and revolutionary as it might sound, we cannot but disagree with President Sanson's radical views. In a world populated by both men and women, one gender cannot assert itself by eliminating the other. We would hope that the Faguan people -and especially Faguan men- exercise their right to disagree. It would be a sad statement for Faguas' democracy to go from a past of ideological discrimination to an unprecedented form of genre discrimination. The United States whose economic support President Sanson so desperately needs, will certainly not consider this just another antic of her humorous approach to politics.
Traducción al español
EDITORIAL DE THE NEW YORK TIMES [2]
UN NUEVO RETO PARA EL GOBIERNO FEMINISTA DE FAGUAS
En los últimos cien años, Faguas ha merecido poca atención de Estados Unidos. Esa situación cambió en noviembre pasado, cuando un partido de mujeres, el ahora famoso pie, ganó una aplastante victoria en las elecciones presidenciales de ese país.