Aquel paso había sido el desarrollo de la nave-mariposa, conocida en la Tierra por el estatorreactor interestelar Bussard. Una nave-mariposa podía pesar algo más de cien toneladas y tomó su nombre de los enormes campos magnéticos con los cuales se lanzaba a la utilización de los iones interestelares para utilizarlos como masa de reacción en vuelos de largo alcance. Extendidas a su alcance total de varios centenares de millas, las alas magnéticas capacitaban a la nave de peso ligero á dispararse por si mismas eficientemente al límite de velocidad por encima de 0.6C, en la cual el método taquionico se hacía viable. La nave-mariposa era rápida, económica de construir y de operar y altamente maniobrable y, con todo, los pitsicanos continuaban utilizando sus enormes navíos difíciles de manejar, que llevaban consigo su propia masa de reacción. Incluso con la ayuda de la física taquiónica y la eficaz conversión de la masa en energía propulsora, una nave pitsicana podía pesar sobre un mil ón de toneladas al comienzo del vuelo.
Lanzados al espacio en una ruta que era virtualmente inalterable, a causa de la energía cinética que tenía que malgastar, uno de aquellos navíos podía consumirse a sí mismo, sección por sección, hasta dejar exhausta su masa de reacción y quedar reducido a un simple depósito de combustible o convertirse en un armatoste inútil.
La guerra se había producido en el segundo año en que los padres de Tavernor habían muerto con sus convecinos colonizadores en Masonia. Entonces se hizo evidente para el COMSAC, el Alto Mando de la Federación, que, a despecho de la inferioridad de las naves pitsicanas, el dar buena cuenta de aquellos seres extraños sería un asunto largo y costoso. Existía el problema de que los planetas que sufrían los ataques de los pitsicanos se hallaban en los bardes de la Federación, mientras que el dinero y los recursos de la Federación para mantener la guerra se hallaban ligados a los sistemas propios, considerados como el hogar de la Federación.
Y así llegó el momento en que Tavernor, un muchacho de ocho años que había visto a sus padres asesinados por los pitsicanos, se convirtió en un único y extraordinario medio de propaganda. Su rostro y su voz quedaron grabados y difundidos por todos los medios taquiónicos, en una campaña de propaganda en la que se emplearon todos los recursos de los expertos en la materia. Para el propósito de mantener en la mente pública la imagen constante del brutal asalto, la huida en el helicóptero fue representada como su primer vuelo, aunque su padre le había permitido manejar anteriormente los controles varias veces. Más tarde hizo visitas personales a cada uno de los sistemas de la Federación. Por esas fechas, Tavernor tenía ya quince años y el potencial de su propaganda quedó agotado; pero en tal estado de cosas, ya no importaba; los pitsicanos habían comenzado a realizar incursiones más y más profundas en las regiones del espacio controladas por la Federación.
Tavernor ingresó en el ejército casi automáticamente. Durante su época de cadete y los años de joven oficial, los deseos de destruir a los pitsicanos empleando simplemente la inteligencia y una eficacia sin escrúpulos dominó su personalidad y todas sus acciones. Consiguió en diez años delimitar claramente lo que se conocía por «área de máxima interpenetración», alcanzando el grado de mayor en un viaje donde la simple capacidad de mantenerse con vida exigía verdadero genio. Entonces nació el MACRON.
La nueva computadora, tan grande como un satélite y, con todo, tan densa como se pudo hacer con la optoelectrónica, había estado coordinando el esfuerzo de guerra de la Federación por menos de una semana cuando Tavernor fue trasladado a la Tierra. Supo entonces que las fichas y expedientes de aptitud, que habían estado empolvadas y almacenadas en oscuras oficinas de una docena de mundos, habían sido repasadas y escrutadas por MACRON. Las tarjetas perforadas mostraron que Tavernor tenía una extraordinaria y alta categoría y graduación en materias tales como aptitud mecánica, cerebración divergente (ingeniería), cerebración convergente (ingeniería) y teoría de armamentos. MACRON había decidido que su mejor servicio lo prestaría en el Diseño de Armas del Departamento Experimental, un puesto magnífico aun teniendo en cuenta su brillante historial de guerra.
Después de un breve cursillo de adaptación en la Tierra, fue destinado a la División MacArthur del Departamento de Armas Ligeras (Proyectiles Inertes). Durante el corto viaje, Tavernor, todavía confuso y desplazado, había centrado su mente en el problema de cómo podría contribuir a convertirse en un especialista en aquellas materias.
A la mañana siguiente se despertó en su camastro sudando y con escalofríos al mismo tiempo. Una antigua pesadilla había vuelto con renovada fuerza. Era nuevamente un niño, corriendo en aquella infernal oscuridad, dando tumbos y arrastrándose conforme su padre tiraba de él con una mano. Unas figuras horribles, altas y en forma de huso, se movían delante suyo. El rifle de su padre disparaba; pero fallaba, fallaba una y otra vez. «Salva a mamá», gritaba desconsolado. «No me esperes a mí.» Pero su padre juraba amargamente y los estampidos del rifle continuaban como las voces de un dios castrado, impotente, inútil…
Tavernor se quedé descansando entre las sábanas durante largo tiempo con los ojos inmóviles en el camastro de arriba. Estaba preso por una idea, paralizado por el sentimiento de extrema fascinación que acompaña a toda verdadera inspiración.
Tavernor necesité un año de rutina, de diseños y de experiencia en los bancos de trabajo de las máquinas, antes de atreverse a poner en práctica su idea. Con gran sorpresa por parte suya, la idea fue acogida con simpatía. Ciertamente que se había desilusionado cuando, una vez pasado el entusiasmo inicial, la División estuvo demasiado ocupada en mil proyectos más avanzados y mejor formulados que sus ideas de aficionado. Pero un superintendente de sección escuchó su tímida presentación; se celebraron reuniones a distintos niveles y, antes de que se diese cuenta, Tavernor se encontró ascendido a la categoría de Jefe de Sección, contando no solamente con un soberbio taller a su disposición, sino con los servicios de un equipo de especialistas que estaban preparados para traducir cualquier borrosa visión en una realidad funcional.
La invención de Tavernor era un arma increíblemente fea de aspecto y que tenía algo de cruce entre un bazooka y una metralleta, y que difería de las otras armas en que solamente la culata, el gatillo y la panzuda estructura exterior estaban en contacto con el usuario de la misma.
Las restantes partes en funcionamiento, el cañón, la recámara, el cargador y el punto de mira, flotaban en un campo magnético especial que evitaba toda vibración. Otro componente no existente en cualquier otro rifle convencional era un giroscopio de estabilización y un computador analógico que analizaba la frecuencia y la intensidad de las vibraciones impuestas al sistema y que modificaba el campo magnético convenientemente. El giroscopio estabilizador no se usaba continuamente; pero estaba dispuesto en todo momento sin más que apretar un botón, cuando se había seleccionado un objetivo. Como una concesión extra en algunos modelos, se añadía un computador digital y una unidad de memoria inercial al arma para facilitar la movilidad del tirador. Aunque útiles en cierto número de aplicaciones, aquellos refinamientos fueron adaptados en su mayor parte como una concesión a Tavernor por un Departamento que, en realidad, no apreciaba la necesidad de un rifle con el cual un hombre pudiese disparar con una mano sobre un objetivo, mientras que con la otra tiraba de un niño…