»Supongo que todas esas chicas, o al menos las tres últimas, se parecían físicamente a Emily Watts. Eran esbeltas y delicadas: más pasivas que Emily, tal vez, que se mostró fuerte cuando surgió la necesidad, pero del mismo tipo. Cuando eras policía, te encontraste con violaciones por venganza, ¿verdad?
Asentí. Sabía a qué se refería.
– Un hombre discute con su mujer o con su novia, sale hecho una furia de casa y desahoga su ira con una desconocida -continuó Rachel-. En su mente, todas las mujeres arrastran la misma responsabilidad colectiva por los defectos percibidos en una sola, y por tanto cualquier mujer puede ser disciplinada y castigada por el desaire real o imaginado o por el insulto o la transgresión de cualquier límite que el violador haya establecido en su mente como comportamiento aceptable en una mujer.
»Caleb Kyle es como esos hombres, pero fue mucho más lejos. El forense no encontró pruebas de agresión sexual en las tres últimas víctimas, pero, y aquí entramos en el clásico miedo morboso al territorio de la sexualidad femenina, se advirtieron daños en los órganos sexuales, infligidos supuestamente con el mismo instrumento que se utilizó para provocar las heridas en el vientre y destruir el útero de cada víctima. De hecho, lo interesante es que, en los casos de Giffen y Dickinson, las apuñaló cuando llevaban muertas casi un mes, probablemente después de matar a las otras tres chicas o poco antes.
– Volvió a ellas al creer que habían perdido al bebé -dije.
– Exacto. Estaba castigándolas porque el cuerpo de Emily Watts lo había traicionado perdiendo a su hijo: muchas mujeres castigadas por las faltas de una. Es muy posible que hubiese castigado antes a otras mujeres, quizá por motivos distintos. -Comió un trozo de magdalena y tomó un sorbo de café-. Volviendo al informe forense, encontramos pruebas de que todas las chicas fueron torturadas antes de morir. Les faltaban uñas y dientes, tenían algunos dedos de las manos y de los pies rotos, quemaduras de cigarrillo, magulladuras causadas con una percha. Eso podría ser significativo, pero no de momento. En el caso de las últimas tres víctimas, la tortura infligida es considerablemente más extrema. Esas chicas sufrieron mucho antes de morir, Bird. -Rachel me miró con expresión solemne, y en sus ojos vi reflejado el dolor: dolor por ellas y el recuerdo de su propio dolor-. Según los perfiles de las víctimas recopilados por tu abuelo, esas jóvenes eran amables, de buenas familias. La mayoría de ellas eran tímidas y sexualmente inexpertas. Por lo visto, Judy Giffen tenía cierta experiencia sexual. Es de suponer que suplicaron antes de morir, pensando que así podían salvarse. Pero eso era lo que él quería: quería que llorasen y gritasen. Puede que en ese punto exista una conexión entre agresión y satisfacción: experimentaba excitación sexual con sus súplicas, pero también las odiaba por suplicar, y por eso murieron. -Ahora le brillaban los ojos, y su entusiasmo al intentar penetrar en la conciencia de ese hombre se ponía de manifiesto en el movimiento de sus manos, la velocidad a la que hablaba, el placer intelectual de establecer asociaciones sorprendentes e inesperadas, y a la vez todo ello quedaba compensado por el aborrecimiento que le inspiraban los actos que estaba comentando-. Dios mío, casi veo su escanograma: anormalidades en el lóbulo temporal relacionadas con la desviación sexual; distorsión en el lóbulo frontal causante de acciones violentas; baja actividad entre el sistema límbico y los lóbulos frontales, a la que se debe la ausencia casi total de sentimiento de culpa o de conciencia. -Movió la cabeza de un lado a otro, casi como si se maravillara de la conducta de un mosquito especialmente molesto-. Sin embargo no es asocial. Puede que esas chicas fuesen tímidas, pero no eran tontas. Él tenía que ser lo bastante hábil para ganarse su confianza, y eso concuerda con su posible inteligencia.
»En cuanto al entorno social de Kyle, si lo que le contó a Emily Watts es cierto, sufrió malos tratos y posiblemente abusos deshonestos en la infancia por parte de una madre que le decía que lo quería durante o después de los abusos, y a continuación lo castigaba. Apenas recibió cuidados o protección y probablemente aprendió a valerse por sí mismo a base de golpes. Alcanzada cierta edad, se volvió contra su agresora y la mató antes de concentrarse en otras. Con Emily Watts ocurrió algo distinto. Ella misma era víctima de malos tratos y luego se quedó embarazada. Yo diría que la habría matado también en cuanto hubiese nacido el niño. Por lo que ella contó, él quería a ese niño.
Tomó un sorbo de café y aproveché la ocasión para interrumpirla.
– ¿Y qué me dices de Rita Ferris y de Cheryl Lansing? ¿Podría haberlas matado él?
– Es posible -respondió Rachel. Me observó en silencio esperando a que encontrase una conexión.
– Se me ha escapado algo -dije por fin-. Por eso me miras con cara de satisfacción.
– Olvidas la mutilación de las bocas. Los daños infligidos en los úteros de esas chicas en 1965 pretendían transmitir un mensaje. Las mutilaciones tenían un significado. Bird, ya hemos visto antes agresiones en víctimas con esa finalidad. -La sonrisa se desvaneció de sus labios, y asentí con la cabeza: el Viajante-. Así que una vez más, tres décadas después, encontramos mutilaciones, ahora en las bocas de las víctimas y en cada caso con un significado distinto. Rita Ferris tenía la boca cosida, ¿qué quiere decir eso?
– ¿Que debería haber mantenido la boca cerrada?
– Posiblemente -dijo Rachel-. No es sutil, pero al hombre que la mató le traía sin cuidado la sutileza.
Pensé un momento en lo que Rachel acababa de decirme hasta deducir a qué se refería.
– Rita avisó a la policía para que se llevara a Billy Purdue.
Eso podía significar que el hombre vigilaba la casa la noche en que Billy fue detenido, que por tanto era el viejo a quien había visto Billy antes del asesinato de Rita y de Donald, y quizás incluso el mismo viejo que había atacado a Rita en el hotel.
– En el caso de Cheryl Lansing -continuó Rachel-, tenía la mandíbula rota y la lengua arrancada. Esto es un poco traído por los pelos, pero diría que fue castigada por no hablar.
– Por su complicidad al ocultar el nacimiento del niño.
– Ésta sería una explicación verosímil. En último extremo, al margen de lo que convirtiese a Caleb Kyle en esa clase de persona, y al margen del significado de sus acciones y de los motivos de su rencor, es una máquina de matar sin el menor remordimiento.
– Pero sintió algo por la pérdida de su hijo -apunté.
Rachel casi saltó de la silla.
– ¡Sí! -Me dirigió una sonrisa radiante, como sonreiría un profesor a un alumno aventajado-. El problema, o la clave, es la sexta chica, la que no apareció. Por muchas razones, la mayoría de las cuales me costaría el ostracismo entre mis colegas si las publicara, creo que tu abuelo tenía razón al sospechar que también ella fue víctima, pero se equivocaba en cuanto al tipo de víctima.
– No lo entiendo.
– Tu abuelo supuso que a ella también la habían asesinado pero que no la expusieron por algún motivo.
– Y tú no -dije, pero ya veía adónde quería ir a parar, y noté un nudo en el estómago al concebir la posibilidad. Llevaba un tiempo rondándome por la cabeza y quizá también le hubiese rondado por la cabeza a mi abuelo. Creo que él albergó la esperanza de que la chica hubiese muerto, porque la otra opción era peor.
– No, yo no lo supongo, y eso nos lleva a las torturas de esas chicas. Para ese hombre, no fueron sólo un medio de obtener satisfacción: fueron una prueba. Puso a prueba la fortaleza de las chicas sabiendo al mismo tiempo, aunque sin admitirlo quizá, que no la superarían porque no eran lo bastante fuertes.