Todo había sido perfectamente planeado. Pero algo había salido mal. Habían estado cerca, muy cerca de encontrarse con los 8.857.536.546.805.094.647.483.939.210.846.565.353. 029.848.484.767.324.101.919.181.888.
181.737.364.546.474.858.595.950.030.302.002.002.981.726.353.435.363.738.393.039.387.
263.534.352.829.029.484.765.774.748.588.599.686.867.752.220.986.756.463.526.340.218.
millones con cuarenta y siete centavos, que, no sin esfuerzos, habían sabido ganarse en pago a los servicios por ellos prestados a la Patria. Había sido un minucioso trabajo que les había demandado años. Y ahora, habiendo acariciado durante tanto tiempo el ansiado momento de repartir el tesoro amasado a fuerza de imaginación, contratos, prebendas, favores, concesiones, privatizaciones, enajenaciones, licitaciones y hasta pequeños e involuntarios actos de cleptomanía, veían cómo el ansiado botín se les escabullía como agua entre las manos. Todas las noches de todos los días de todos los años de todos los lustros desde que había asumido, el Hijo de Wari no soñaba con otra cosa: repartir el botín y no tener que ver ni un día más ni a su mujer ni a su cáfila de Ministros y secretarios. Pero lo más angustioso era que la suma estaba casi al alcance de la mano. Aunque algo había fallado. Desde el día en que se constituyó como gobierno, aquel grupo ahora perdido en una ciudad fantasma, no había sido otra cosa que un conjunto de almas desconfiadas las unas de las otras. Por eso se vieron obligados a establecer un pacto para que ninguno, llegado el caso, tuviese la tentación de acceder a los cien años de perdón. El botín habría de ser depositado en las ciegas arcas de la imparcial y lejana tierra de los cantones. Todos los miembros del gabinete y, desde luego, el matrimonio presidencial, serían titulares bajo la discreción de sendos pseudónimos. Pero, para la absoluta tranquilidad de todos y cada uno, el número secreto de la cuenta habría de constar de treinta y nueve dígitos. Cada miembro sabría sólo tres números clave que constituían, cada uno, una treceava parte del número total y, además, un número de orden. Así, por jemplo, 769-1 significaba que los primeros tres núme-os eran el siete, el seis y el nueve. De modo que, sa-)iendo cada quien su cifra, ninguno podía aisladamen-e llegar a establecer la cifra completa. Es decir, la única brma de componer el número de la clave secreta sería que, a la hora de cobrar el anhelado botín, estuviesen presentes todos los titulares. Pero, por alguna extraña razón, el doctor Orestes Morse Santagada había resuelto abandonarlos. El Hijo de Wari maldijo el el desgraciado día en que había sacado de la cárcel de la intendencia a ese estafador de poca monta.
5
A las nueve en punto de la noche, desde todas las mezquitas de Estambul llegaron los innumerables cantos de los imanes que llamaban a los fieles a rezar. El Presidente, que todavía no había terminado el postre, se levantó de la mesa, calculó rápidamente en qué dirección se hallaba la Meca y, de frente a la Mezquita Azul y apuntando su retaguardia hacia Aya Sofía, se arrodilló y, con la cabeza entre ambos brazos, inició unas oraciones espasmódicas, pronunciadas en un murmullo altisonante pero ininteligible. Rezaba conuna devoción tal que aquello no parecía un ruego sino más bien una suerte de encendido reproche, como quien exigiera el respeto a un acuerdo. Y en verdad, Su Excelencia no tenía la costumbre de pedir. El Hijo de Wari ni siquiera dialogaba; a lo sumo y, sólo si el interlocutor estaba a la altura, pactaba. Es más, se diría, a juzgar por el tono presidencial, que estaba conspirando. Lo cierto es que, después de unos momentos de vacilación y desconcierto, los miembros del gabinete imitaron a su jefe y, retirándose lenta y silenciosamente de la mesa, se echaron a rezar cuerpo a tierra. Cuando por fin se fueron acallando los cantos de los imanes, el Presidente se incorporó, giró sobre su eje, miró hacia la cúpula de la iglesia de Santa Sofía y, de pie como estaba, se persignó y ahora, de frente al Dios de los cristianos, parecía decir: "Quizá en otro momento tengamos que volver a hablar".
Cuando el Hijo de Wari ocupó otra vez la cabecera de la mesa, los Ministros se incorporaron y, tímidamente, volvieron a sus asientos. Siempre había creído que conocía a cada uno de los miembros de su gabinete como a la palma de su mano. Pero desde el día en que las líneas del destino habían decidido abandonar su venturosa estrella, todo le resultaba ajeno e indescifrable. Se decía que si el más fiel de sus colaboradores, aquel que había sido su compañero de celda, el doctor Orestes Morse Santagada, La Morsa, había podido traicionarlo, qué podía esperar de aquellos a quienes él ni siquiera había nombrado en sus cargos.
6
Vistos de frente y de perfil en el volátil prontuario de la memoria, en los archivos escritos con la cinta gastada de la Olivetti de la desidia, siempre condenados a las telarañas del olvido, los miembros de la cohorte de Su Excelencia presentaban las siguientes señas:
APELLIDO Y NOMBRES: Tamburrini, Sabatino Sixto.
ALIAS: La Pelada.
SEÑAS PARTICULARES: Redondo, visto de frente y de perfil; a contraluz, no se notaría la diferencia.
OCUPACIÓN: Ex Secretario de finanzas durante el mandato de la junta militar presidida por el general Grondona, ex director del Banco de la República bajo el mando de la junta militar conducida por el almirante Zaranga y Hobbes, Ministro de Finanzas en el período de gobierno de la junta militar a las órdenes del general Balín. Impulsor de la campaña oficial contra la pobreza "Muerto el Perro, Muerta la Rabia ". ANTECEDENTES: Denunciado como autor intelectual del operativo que desmanteló, a fuerza de topadoras, el barrio Virgen Santa, lindero al Paseo del Retiro, barriendo con las máquinas las casillas de cartón con sus habitantes dentro, en el marco de la campaña contra la pobreza “Muerto el Perro, Muerta la Rabia ". Absuelto.
ULTIMO TRABAJO: Ministro de Finanzas.
PARADERO: Desconocido. Fue visto por última vez sobrevolando la cúpula del Parlamento.
APELLIDO Y NOMBRES: Kalpakián Martínez, Juan.
ALIAS: El Gran Mogol.
SEÑAS PARTICULARES: Calva prominente,gran cicatriz en la superficie craneana.
OCUPACIÓN: Campeón Nacional de Lucha Grecorromana, Campeón Mundial de
Lucha libre. Retirado del deporte profesional, formó la troupetelevisiva Los Colosos de la Lucha.
ANTECEDENTES: Procesado por la justicia en la querella que le iniciaran los miembros de la troupe por falta de pagos y estafa, regresó de la clandestinidad una vez prescripta la causa. Condenado en otro proceso por agresión reiterada y lesiones graves a su ex esposa e hijos, el tribunal dispuso que le fuera practicada la lobotomía.
ULTIMO TRABAJO: Secretario de Minoridad.
PARADERO: Desconocido. Fue visto por última vez sobrevolando la cúpula del Parlamento.
APELLIDO Y NOMBRES: Siam, Torcuato de las Marías.
ALIAS: El Profesor.
SEÑAS PARTICULARES: Ano contra natura.
OCUPACIÓN: Empresario en las áreas de transporte y turismo, fue fundador de
la compañía Transandina La Mula. Director de la Oficina de Migraciones durante el gobierno de la junta militar presidida por el general Grondona.