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Ante todo, he contraído una deuda especial de gratitud con Kay Ghafoor, cuya sinceridad y entusiasmo por este proyecto pusieron las bases sobre las que construí la estructura de la novela.

Como siempre, debo dar las gracias a mis contactos de la policía inglesa. Agradezco al inspector jefe Pip Lane, de la policía de Cambridgeshire, que me proporcionara información sobre todo, desde el vehículo artillado VRA hasta la Interpol. También le doy las gracias por ponerme en contacto con la policía de Essex. Agradezco al oficial Ray Chrystal, de la Unidad de Inteligencia de Clacton, la información básica que me facilitó, al inspector detective Roger Cattermole que me permitiera el acceso a su sala de interrogatorios, y a Gary Elliot, de Scotland Yard, su paseo por las dependencias.

Además, me siento en deuda con William Tullberg, de Wiltshire Tracklements, y Carol Irving, de Crabtree and Evelyn, que me ayudaron en mi investigación inicial sobre fábricas controladas por una familia, y con Sue Fletcher, mi editora de Hodder Stoughton, por dedicarme su apoyo, su ayuda y la inestimable colaboración de Bettina Jamani.

En Alemania, doy las gracias a Veronika Kreuzhage y Christine Kruttschnitt por su información sobre los procedimientos policiales y Hamburgo.

En los Estados Unidos, doy las gracias al doctor Tom Rubén y al doctor H. M. Upton por facilitarme, una vez más, información médica. Doy las gracias a mi ayudante Cindy Murphy por mantener a flote el barco en Huntington Beach. Y doy las gracias a mis estudiantes del taller de escritura por su apoyo en esta obra: Patricia Fogarty, Barbara Fryer, Tom Fields, April Jackson, Chris Eyre, Tim Polmanteer, Elaine Medosch, Carolyn Honigman, Reggie Park, Patty Smiley y Patrick Kersey.

Y por motivos personales, debo dar las gracias a personas maravillosas por su amistad y apoyo: Lana Schlemmer, Karen Bohan, Gordon Globus, Gay Hartell-Lloyd, Carolyn y Bill Honigman, Bonnie SirKegian, Joan y Colin Randall, Georgia Ann Treadway, Gunilla Sondell, Marilyn Schulz, Marilyn Mitchell, Sheila Hillinger, Virginia Westover-Weiner, Chris Eyre, Dorothy Bodenberg y Alan Barsdley.

Me siento en deuda especial con Kate Miciak, mi excelente editora de tanto tiempo en Bantam, nunca tanto como en la creación de esta novela. En último lugar, pero no por ello menos importante, agradezco a mis aguerridos agentes de William Morris (Robert Gottlieb, Stephanie Cabot y Marcy Posner) sus esfuerzos por apoyar mi obra y promocionar el producto terminado, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.

Elizabeth George

Elizabeth George, estadounidense residente en California, tiene, sin embargo, Inglaterra por su patria literaria: ingleses son los protagonistas de sus novelas -el inspector Lynley, lady Helen, de la que está enamorado, sus amigos Deborah y Simon St. James-, así como sus escenarios, en los que conjuga la visión certera de la buena conocedora con el distanciamiento de la forastera; inglés es sobre todo su estilo: densidad, sutileza psicológica, tenue tono de melancolía, que la sitúan en la proximidad de las grandes figuras británicas del género, como Ruth Rendell y P. D. James. Ha ganado los premios Anthony y Agatha a la mejor opera prima y el Gran Premio de Literatura Policiaca de Francia.

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