Выбрать главу

Correo electrónico de Arnie, a última hora del domingo:

Querido Imbéciclass="underline" El abogado de Cleveland ha llegado a un acuerdo por el cual tú te declaras culpable, pagas una multa y recibes un tirón de orejas. Sin embargo, si te declaras culpable, Cray podría utilizarlo contra ti en una demanda civil. Dice que le partiste la mandíbula y está armando jaleo sobre lo de llevarte a juicio. Estoy convencido de que todo Cleveland está azuzándolo. ¿Cómo crees que acabaría la cosa si tuvieras que enfrentarte a un jurado en Cleveland? Te condenarían a pena de muerte solo por la agresión y le concederían a Cray un millón de pavos en un juicio civil. Estoy trabajando en ello, aunque no sé para qué.

Rat me insultó ayer por última vez, espero. Tiffany dio a luz antes de tiempo y parece ser que el niño es mestizo, así que supongo que eso te saca del atolladero.

Estoy perdiendo dinero siendo tu agente, pensé que te gustaría saberlo.

Correo electrónico de respuesta a Arnie:

Te quiero, tío. Eres el mejor, Arn. Sigue manteniendo a los buitres a raya. Los prodigiosos Panthers hoy han arrasado, se han llevado a los Gladiatori de Roma por delante. Mi menda estuvo magnífico.

Si Cray tiene la mandíbula rota, entonces necesita dos. Dile que me demande y me declararé insolvente… ¡en Italia! Que vayan pensando en eso sus abogados.

La comida y las mujeres siguen siendo impresionantes. Muchas gracias por enviarme a Parma con tanto acierto. RD.

Correo electrónico a Gabriella:

Gracias por tu amable mensaje de hace unos días. No te preocupes por lo de Florencia. Mujeres mucho mejores me han dado plantón. No es necesario que te preocupes por un posible contacto futuro.

23

La bonita ciudad de Bolzano se encuentra en la parte montañosa del nordeste del país, en la región del Trentino Alto. Adige, una anexión reciente a Italia, arrancada a Austria en 1919 por los aliados, que se la entregaron a los italianos a modo de recompensa por haber luchado contra los alemanes. Su historia es compleja y sus fronteras han sido redibujadas y redistribuidas injustamente por quien poseyera en ese momento el mayor ejército. Muchos de sus habitantes se consideran de origen germánico y ciertamente lo parecen. Para muchos su lengua materna es el alemán y a menudo hablan el italiano a regañadientes. Se oye gente que comenta: «Esa gente no es italiana de verdad». Se han llevado a cabo intentos por italianizar, germanizar y homogeneizar a la población, pero todos han fracasado estrepitosamente; sin embargo, con el paso del tiempo se ha fraguado una tregua pacífica y se vive bien. La cultura es puramente alpina. La gente es conservadora, hospitalaria y próspera, y adora su tierra.

El paisaje es espectacular: cordilleras escarpadas, viñedos y olivares a orillas de lagos, valles cubiertos por manzanales y miles de kilómetros cuadrados de bosques protegidos.

Rick sacó todo aquello de su guía de viajes. Livvy, sin embargo, aportó el resto de detalles. Había planeado hacer aquel viaje puesto que todavía no había visitado la región, pero los exámenes se habían interpuesto, a lo que había que añadir que Bolzano se encontraba al menos a seis horas en tren de Florencia. Livvy había ido enviando sus averiguaciones a Rick en una serie de intrincados correos electrónicos. Rick les había ido echando un vistazo a medida que habían ido llegando a lo largo de la semana, pero había acabado olvidándolos en la mesa de la cocina. Le interesaba más el fútbol que cómo Mussolini había oprimido a la región entre guerras.

El fútbol era suficiente preocupación. Los Giants de Bolzano solo habían perdido una vez, contra el Bérgamo, y únicamente por dos puntos. Sam y él habían visto las cintas del partido dos veces y habían llegado a la misma conclusión: que Bolzano habría merecido ganar. Un mal saque en un gol de campo sencillo había sido lo que había decidido el partido.

El Bérgamo. El Bérgamo. Seguían invictos y contaban ya con sesenta y seis victorias consecutivas. Todo lo que los Panthers hacían estaba relacionado con el Bérgamo. Incluso el plan de juego contra el Bolzano estaba condicionado por el siguiente partido que tendrían que jugar contra el Bérgamo.

El viaje en autocar duró tres horas y a mitad de camino el paisaje empezó a cambiar. Los Alpes aparecieron al norte. Rick iba sentado delante, con Sam, y cuando no estaban dormitando, charlaban acerca de la naturaleza: de excursiones pollas Dolomitas, de esquiar y acampar en la región de los lagos… Como no tenían hijos, Sam y Anna se iban de viaje todos los otoños por el norte de Italia y el sur de Austria.

Jugar contra los Giants.

Si Rick Dockery recordaba un partido en su corta y triste carrera en la NFL, era el partido contra los Giants una noche brumosa de domingo en el Meadowlands ante ochenta mil bulliciosos seguidores y retransmitido por la televisión nacional. Él estaba en Seattle, en su acostumbrado papel de tercer quarterback. El titular acabó inconsciente en el primer tiempo y los pases del suplente acababan interceptados, cuando no perdía el balón. Viendo que perdían por veinte puntos al final del tercer cuarto, los Seahawks se dieron por vencidos y sacaron a Dockery. Completó siete pases, todos a sus compañeros de equipo, para noventa y cinco yardas. Dos semanas después estaba en venta.

Todavía oía el rugido ensordecedor del estadio de los Giants.

El estadio del Bolzano era mucho más pequeño y tranquilo, pero también más bonito. Con los Alpes cerniéndose al fondo, los equipos se alinearon para la patada inicial ante dos mil espectadores, rodeados de pancartas, una mascota, cánticos y bengalas.

La pesadilla empezó en la segunda jugada desde la línea de golpeo. Se llamaba Quincy Shoal y era un grueso corredor de habilidad que había jugado en la Universidad de Indiana State. Tras el período habitual en Canadá y en la AFL, Quincy había llegado a Italia hacía diez años y allí había encontrado su hogar. Se había casado con una italiana, tenía hijos italianos y ostentaba casi todos los récords italianos relacionados con el manejo del balón.

Quincy se dio un paseo para setenta y ocho yardas y anotó un touchdown. Si alguien lo había tocado, desde luego la grabación del partido no había recogido nada. El público se volvió loco y se duplicaron las bengalas y las bombas de humo. Rick intentó imaginar bombas de humo en el Meadowlands.

Teniendo en cuenta que el Bérgamo era el siguiente equipo al que habrían de enfrentarse y que Sam sabía que estarían allí estudiando el partido en busca de algún punto débil, Rick y él habían decidido correr el balón e intentar que Fabrizio pasara desapercibido. Era una estrategia arriesgada, el tipo de apuestas con las que Sam disfrutaba. Ambos estaban convencidos de que el equipo atacante podría hacer pases a placer, pero preferían guardarse algo para el Bérgamo.

Consciente de que Franco solía perder su primera entrega de balón en todos los partidos, Rick comunicó un pase lateral a Giancarlo, un joven corredor de habilidad que había empezado la temporada como suplente del suplente, pero que mejoraba por semanas. A Rick le gustaba básicamente porque tenía debilidad por jugadores del tercer equipo. Giancarlo poseía un estilo de carrera único. No era muy alto, pesaba alrededor de ochenta kilos, no estaba demasiado musculado y desde luego no le gustaba que le golpearan. De adolescente se había dedicado a la natación y el buceo y tenía unos pies ligeros y veloces. Cuando presentía un contacto inminente, Giancarlo solía saltar hacia delante todo lo alto que podía, con lo que ganaba alguna yarda adicional con cada pirueta. Sus carreras eran cada vez más espectaculares, sobre todo los barridos y los pases laterales que le permitían adquirir velocidad antes de saltar por encima de los bloqueadores.

Sam le había ofrecido el consejo que todos los corredores jóvenes reciben en el instituto: ¡No olvides tus pies! ¡Agacha la cabeza, protege el balón y las rodillas por encima de todo, pero no olvides tus pies! Miles de carreras universitarias se habían truncado bruscamente por saltos espectaculares sobre la pila. Cientos de corredores profesionales habían quedado lesionados de por vida.