Espero a que vuelvan los aviones.
Entonces, aparece una enfermera, la misma de antes, con la misma bandeja metálica. Se rompe el hechizo, se quiebra la ilusión de la pantalla de acero.
La enfermera prepara la jeringuilla otra vez y frota el brazo del hombre con un algodón. Me estremece un escalofrío, como si ese alcohol, ese néctar, recorriese mi cuerpo entero y me congelase la sangre.
Cuatro
Era el mago el que me lo dio, me dijo que era un familiar; sí, sí, un duende de esos que sirven para ayudar a los magos y eso, sentado en mi hombro dando el coñazo todo el rato. No se puede aguantar, pero no tengo más cojones, porque lo tengo ahí pegado y no para de hablar y hablar. El mago me dijo que me ayudaría; me dijo que me diría cosas, pero pensaba que eran cosas útiles y no mierdas, porque solo dice cosas raras y no calla. Quería sobornarme porque pensaba que lo iba a matar, y sí que iba a matarlo, y me dijo que si no lo mataba me daría a un familiar para vigilar por las noches y ayudarme y eso. Y le dije, bueno, vale, a ver qué hace el familiar ese, y el mago va a su armario y saca una caja pequeña y mete algo dentro y dice unas palabras o algo así (yo lo vigilaba de cerca, por si intentaba algo raro, tenía la espada en su cuello, por si intentaba convertirme en algún bicharraco o algo, pero no). Saca de la caja una cosa rara como un gato o un mono, todo peludo y negro, con dos alas negras en la espalda y los ojos bizcos, y me lo pone en el hombro y me dice: «toma, muchacho». Y a mí me acojonó un poco porque era una cosa rara sentada aliado de mi cabeza, pero yo aún tenía la espada en el cuello del mago, y miré a la cosa de ojos saltones y le pregunté: «entonces, ¿dónde está el puto oro?», y me contestó, «en el baúl detrás de la cortina, pero es un baúl mágico y parece que no tenga nada, pero tú podrás sentir el oro y se hará visible cuando lo saques». El mago podía sacar el oro como yo, así que le hice ir y cogerlo, y lo que dijo el familiar era verdad, así que le pregunté qué tenía que hacer entonces y me dijo: «Para empezar, mata a este viejo; es un cliente conflictivo». Así que me cargué al mago, pero la cosa peluda no dijo nada útil desde ese momento, está agobiando todo el día y eso.
—... por supuesto, según las normas preceptivas de la Nueva Simbología, y tal como se representa en la Gran Cábala francesa, la torre representa el refugio, la limitación de contacto con el mundo real, una extrospección filosófica. En resumen, no guarda relación alguna con la preocupación literalmente infantil por el simbolismo fálico que mencioné anteriormente. De hecho, excepto en el caso de las sociedades más opulentas de moralidad, cuando las personas quieren soñar con el sexo, sueñan con el sexo. En realidad, la combinación de las cartas La Toury La Mine en el juego menor se considera particularmente reveladora, y la preeminencia de la torre sobre el foso, ciertamente, denota una resonancia sexual de propósitos predictivos, que la simple combinación de refugio y miedo al fracaso no parece implicar de inmediato; no obstante...
Lo que decía, para volverse loco, joder. Y no puedo quitarme al puto bicho del hombro porque tiene las garras clavadas en mi carne y eso. Ahora no me duele, pero verás cuando me lo haya quitado... y ni siquiera puedo darle un golpe con una roca o clavarle la espada porque se pone a gritar como un loco y a saltar y no hay forma de darle, así que mejor no pierdo el tiempo y eso.
Igualmente, todo me ha ido bien desde que está conmigo, así que a lo mejor me da suerte y todo. Porque pensaba que las cosas serían fáciles sin el mago, pero no; yo soy un caballero de la espada, y no un puto brujo. Además, se conoce que se me ha dado todo bien desde que llevo al familiar en el hombro, y encima me ha enseñado palabras nuevas y eso, así que ahora soy mucho más culto y todo. Ah, sí, y me he olvidado de decir que si intento quitármelo del hombro o no le doy de comer, se pasa toda la noche hablando y no me deja dormir; pero no come mucho, así que se puede decir que es mejor que nos llevemos bien y eso. Espero que no se me cague por la espalda.
—Interesante observación. Es decir, poseo una seguridad plena en que no se habrá percatado, precisamente por ser tan monotemático (o más bien mononeuronal, si se me permitiese la franqueza), pero en las tierras de abajo la situación es precisamente la inversa a la de esta extraña altitud (¿se ha dado cuenta de que apenas puede respirar? No, probablemente, no). Aquí, en las campiñas cuya quintaesencia es el verde prado, las mujeres ostentan el mando y los hombres viven como párvulos durante todas sus vidas.
Ya está otra vez con su rollo, y ya me veo que lo vendré escuchando hasta arriba de esta puta torre, con la espada llena de sangre y dolor de brazo y eso, porque uno de los guardas me ha pillado antes en la puerta y me he perdido en este laberinto que tiene muchas habitaciones pequeñas, y además hay el fuego que he encendido antes, porque aquí huele a humo y no quiero quemarme vivo y eso, y el puto bicho no calla, para variar. A este paso nunca cogeré a la reina con sus poderes y eso. Otro guarda se me ha echado encima, pero me lo he cargado y he pasado por encima de él para seguir hasta arriba de la torre.
—Dios, estos zánganos resultan tediosos. Es cierto que su mentalidad colmenar resultaría de gran utilidad entre los vertebrados (etiqueta aplicable a usted, en mi opinión, únicamente en lo que a la estatura se refiere). ¿Sigue perdido? Me lo temía. ¿Preocupado por el humo? Naturalmente. Un tipo inteligente resolvería ambos inconvenientes de una vez simplemente mediante la observación de la dirección seguida por el humo, ya que este tiende a desplazarse hacia arriba y en este piso no proliferan las ventanas. No obstante, temo que existen pocas posibilidades de que usted pueda llegar a dicha conclusión, dado que su ingenio es tan vivaz como el de un haragán ahíto de tranquilizantes. Lástima que su flujo de conciencia no haya entrado aún en su era interglaciar, pero no todos podemos ser gigantes mentales. Imagino que todo se debe a una descodificación genética deficiente, posiblemente iniciada en el vientre materno, cuando todas las reservas sanguíneas fueron destinadas a la formación de los músculos y el cerebro se limitó al desarrollo de la parte reservada en casos normales para el dedo gordo del pie, o algo por el estilo.
Pensaba que ya estaba perdido y eso, pero miré para dónde iba el humo y vi la trampilla, así que pienso que se podrá salir por ahí o algo, pero es difícil intentar pensar algo cuando el familiar con los ojos bizcos me come la oreja todo el rato.
—Volviendo al tema de los niños, como decía antes, hemos hallado una salida hacia la planta superior, ¿no es así? Bien, felicidades. ¿Recordaremos cerrar la trampilla? Fantástico, allá vamos. El siguiente paso será atarse usted mismo los cordones de los zapatos... posiblemente unos con los otros, pero en cualquier caso, es un comienzo. ¿Por dónde iba? Niños, efectivamente. En las tierras de abajo, son las mujeres quienes están a cargo de todo. Los machos nacen bajo una aparente normalidad, pero únicamente crecen durante un tiempo, y su desarrollo se interrumpe en la estatura de un niño de dos años. Sexualmente, su madurez se completa y sus cuerpos se revisten de vello y, en ocasiones, se ensanchan ligeramente. Poseen unos genitales completamente desarrollados, pero se mantienen todas sus vidas en una talla idónea para ser acunados, y de ningún modo llegan a crecer hasta el punto de convertirse en una posible amenaza. Por supuesto, jamás alcanzan una evolución mental completa, pero, si preguntamos a cualquier mujer, este hecho no supone cambio alguno. Estos pequeños seres peludos son utilizados para procrear y perpetuar estirpes, y los resultados son pequeñas y maravillosas mascotas, pero las mujeres tienden a establecer relaciones serias entre ellas, lo que, en mi opinión, resulta de lo más procedente. Y, exceptuando otros aspectos irrelevantes para el caso que nos ocupa, se necesitan tres o cuatro machos para formar un quórum táctil satisfactorio en las relaciones sexuales, en contraposición con la mera inseminación...