Recientemente hemos empezado a preparar nuestro viaje a Turquía. Hace ya cinco años que salimos de Parádeisos y aún no hemos ido a recoger nuestro «regalo». Ya es hora de hacerlo. Estamos planificando la manera de llegar accidentalmente hasta el mausoleo de Constantino sin tener que pasar por la fuente de las abluciones de Fatih Camii. Este proyecto acaparaba todo nuestro interés hasta esta mañana, cuando el mismo mercader que nos entregó a Roca, el gato, nos ha traído -¡por fin!- un sobre con una larga carta del capitán Glauser-Róist, escrita de su propio puño y letra. Como Farag estaba trabajando, me puse los zapatos y la chaqueta y me fui al museo para leerla con él. ¡Hacía tanto tiempo que no sabíamos nada de Glauser-Róist!
La Roca, sin embargo, por lo que se desprende de su misiva, está muy al tanto de todo lo que hemos hecho nosotros. Sabe que aún no hemos ido a Constantinopla, así que nos recomienda no esperar mucho más «porque las cosas ya están completamente tranquilas» y nos comunica que hace casi cinco años que vive con Khutenptah. Por desgracia, el anciano Catón ha muerto. Catón CCLVII dejó este mundo hace ahora unos quince días y el nuevo Catón, el que hace el número doscientos cincuenta y ocho de la lista, ya ha sido elegido y será aclamado oficialmente dentro de un mes en el Templo de la Cruz, en Stauros. La Roca se extiende en mil millones de súplicas para que acudamos ese día a Parádeisos porque, según él, Catón CCLVIII estaría mucho más que encantado y mucho más que feliz de contar con nuestra presencia. Ese día, añade, tiene que ser el más completo de la vida de Catón CCLVIII y no lo será si nosotros no acudimos a la ceremonia.
He levantado la mirada del papel -el mismo tipo de papel grueso y áspero en el que los staurofílakes nos entregaban las pistas para las pruebas- y he mirado interrogativamente a Farag.
– ¡Pues sí que tiene interés sea quien sea! -he observado, muy extrañada-. ¿Quién será el nuevo…? ¿Ufa, Teodros, Candace…?
– Mira la firma -me ha dicho Farag, tartamudeando, con los ojos abiertos de par en par y una sonrisita burlona en los labios.
La carta del capitán Glauser-Róist, escrita por el capitán Glauser-Róist y con el nombre del capitán Glauser-Róist en el sobre, iba firmada por Catón CCLVIII.