La señorita Roman reconoció que había estado implicada en actos de prostitución en compañía de la víctima en numrosas ocasiones en los ocho años previos, pero no había sido fichada (después confirmado). Dijo al detective abajo firmante que esos encuentros estaban consertados por un hombre llamado Johnny Fox (2-2-1933), que reside en el 1110 de Ivar, en Hollywood. Fox, 28 años, no tenía historial de detenciones, pero la inteligencia antivicio confirma que había sido sospechoso con anterioridad en casos de alcahuetería, asalto malicioso y venta de heroína.
La señorita Roman afirma que la última vez que vio a la víctima fue en una fiesta en el segundo piso del Hotel Roosevelt el 21-10. La señorita Roman no asistió a la fiesta con la víctima, pero la vio allí momentáneamente en una breve conversación.
La señorita Roman asegura que ahora piensa retirarse del negocio de la prostitución y abandonar Los Ángeles. Afirma que comunicará a los detectives su nueva dirección y teléfono por si es preciso contactar con ella. Su atitud fue coperativa con el firmante.
Bosch inmediatamente buscó otra vez el informe de Johnny Fox. No lo había. Buscó en la parte inicial del expediente el informe cronológico para ver si alguna entrada mencionaba que habían hablado con Fox. El informe cronológico se limitaba a entradas de una línea que hacían referencia a otros informes. En la segunda página encontró una única anotación.
3-11 800-2000 Vigilancia del apto. de Fox. No aparece.
No había ninguna otra mención de Fox en el informe, pero cuando Bosch leyó el 1 C hasta el final, otra entrada captó su atención.
5-11 940 A. Conklin consierta cita.
Bosch conocía el nombre. Amo Conklin había sido fiscal del distrito en Los Ángeles en la década de 1960. Si la memoria no le fallaba, en 1961 Conklin aún no era fiscal del distrito, pero sí uno de los fiscales principales. Su interés en el asesinato de una prostituta le resultó curioso a Bosch. Sin embargo, en el expediente no había nada que proporcionara una respuesta. No había resumen de una entrevista con Conklin. Nada.
Se fijó en que el verbo concertar ya había sido mal escrito en el informe cronológico del resumen de la entrevista con Roman que había redactado Eno. Bosch concluyó que Conklin había llamado a Eno para establecer la cita. Sin embargo, desconocía el significado de esto, si es que lo tenía. Anotó el nombre de Conklin en la parte superior de una hoja de su libreta.
Volviendo a Fox, Bosch no lograba entender por qué no fue localizado para ser interrogado por Eno y McKittrick. Parecía el sospechoso naturaclass="underline" el macarra de la víctima. Y si habían interrogado a Fox, Bosch no podía entender por qué no existía en el expediente del caso ningún informe respecto a una pieza clave de la investigación.
Bosch se sentó y encendió un cigarrillo. Ya estaba tenso por la sospecha de que ocurrían cosas extrañas en el caso. Sintió un tirón interior causado por la indignación. Cuanto más leía, más se reafirmaba en la idea de que el caso había sido mal llevado desde el principio.
Volvió a inclinarse sobre la mesa y continuó pasando páginas de la carpeta mientras fumaba. Había más resúmenes de entrevistas e informes carentes de sentido. Era todo simple relleno. Cualquier poli de homicidios digno de llevar placa podía producir como churros ese tipo de informes si quería llenar una carpeta y dar la sensación de que había llevado a cabo una investigación concienzuda. Al parecer, a McKittrick y Eno no les faltaban cualidades en este sentido. Pero cualquier poli de homicidios digno de llevar placa también era capaz de darse cuenta de que era relleno en cuanto lo veía. El sentimiento de vacío en el estómago se hizo más intenso.
Finalmente, Bosch llegó al primer Informe de Seguimiento de la Investigación. Estaba fechado una semana después del asesinato y escrito por McKittrick.
El caso del homicidio de Marjorie Phillips Lowe continúa abierto en este momento. No se han identificado sospechosos.
La investigación hasta la fecha ha determinado que la víctima estaba implicada en la prostitución en la zona de Hollywood y podría haber sido víctima de un cliente que cometió el homicidio.
El sospechoso preliminar John Fox negó su implicación en el incidente y ha sido descartado en este momento a través de la comparación de las huellas y la confirmación de su coartada por medio de testigos.
No se han identificado sospechosos. John Fox asegura que el viernes 30-11, aproximadamente a las 21 horas, la víctima salió de su residencia en los apartamentos El Rio para ir a un lugar no determinado para propósitos de prostitución. Fox afirma que la cita fue establecida por la víctima y que él no tenía conocimiento. Fox afrima que no era extraño que la víctima tuviera relaciones sin su conocimiento.
La ropa interior de la víctima fue hallada desgarrada. Nótese, no obstante, que un par de medias también pertenecientes a la víctima no presentaban ninguna carrera y se cree que probablemente se las quitó voluntariamente.
La experiencia y el instinto de los investigadores lleva a la conclusión de que la víctima se topó con una encerrona en la localización desconocida después de llegar de manera voluntaria y probablemente quitarse algo de ropa. El cadáver fue transportado posteriormente al cubo de basura situado en un callejón entre Vista y Gower, donde fue descubierto a la mañana siguiente.
La testigo Meredith Roman fue entrevistada nuevamente hoy y solicitó modificar su declaración inicial. Roman informó a este investigador que creía que la víctima había acudido a una fiesta en Hancock Park la noche anterior al hallazgo de su cadáver. No podía dar el nombre ni la dirección de la fiesta. La señorita Roman explicó que pensaba asistir con la víctima, pero esa tarde fue agredida por John Fox en una disputa por dinero. No pudo asistir a la fiesta porque se sentía impresentable a causa de un moretón en la cara. (Fox admitió haber golpeado a Roman en una posterior entrevista telefónica. Roman rechazó denunciado.)
La investigación se encuentra paralizada pues no existen más pistas en este momento. Los investigadores han solicitado la ayuda de agentes de la sección de antivicio en busca de conocimiento de incidentes similares o de posibles sospechosos.
Bosch volvió a leer la página y trató de interpretar lo que de verdad se estaba diciendo del caso. Una cosa que le quedaba clara era que, aunque no hubiera un informe de resumen del interrogatorio, era obvio que Johnny Fox había sido interrogado por Eno y McKittrick. Había sido descartado. La cuestión era: ¿Por qué no habían escrito un informe de la entrevista? ¿O lo habían escrito y luego lo habían retirado del expediente? Y en ese caso, ¿quién lo había retirado y por qué?
Por último, Bosch estaba intrigado por la ausencia de toda mención de Amo Conklin en el resumen o en cualquier otro informe salvo el cronológico de la investigación. Quizá, pensó Bosch, se habían retirado más informes aparte del resumen de la entrevista con Fox.
Bosch se levantó y fue a buscar su maletín, que había dejado en la encimera de la cocina, al lado de la puerta. De allí sacó su agenda personal de teléfonos. No tenía el número de los archivos del departamento, de manera que llamó al del registro general y le pasaron. Una mujer contestó después de nueve tonos.
– Ah, ¿señora Beaupre? ¿Geneva?
– ¿Sí?
– Hola, soy Harry Bosch. He estado allí esta mañana para retirar un expediente.
– Sí, de Hollywood. El viejo caso.
– Sí. ¿Podría decirme si todavía tiene la tarjeta de control en el mostrador?
– Espere un momento, ya la he archivado. -Regresó al cabo de un momento-. Sí, la tengo aquí.
– ¿Podría decirme quién más ha sacado este expediente antes?