Выбрать главу

– Han dejado una zapatilla de Ben -dije-. Estaba ahí dentro.

Richard se mesó el cabello y se volvió con un movimiento frenético. Pensé en lo que había dicho Pike, que la gente como Fallon hacía aquellas cosas por dinero. Pensé en DeNice, dentro de la furgoneta, en medio de un charco de sangre, y en la solitaria zapatilla de Ben, y me di cuenta de que no lo habían hecho por mí. Lo habían hecho por Richard.

– ¡No se han limitado a matarlo, Richard! ¡LE HAN CORTADO LA CABEZA!

Richard vomitó. Starkey tenía cara de preocupación, pero quizá fuera porque yo me había puesto a gritar.

– Tranquilo, Cole. Estás temblando. Respira bien hondo.

Richard estaba inclinado hacia adelante y respiraba con mucha dificultad. No tenía buen aspecto y estaba histérico.

– Te han pedido un rescate, ¿verdad? -pregunté-. Quieren sacarte un rescate y a ti sólo se te ocurre mandarles a DeNice.

Starkey y Lucas me miraron. Richard se enderezó y volvió a doblarse por la mitad.

– No sabes de qué hablas. ¡Todo eso son mentiras!

– Eso es una gilipollez, Cole -replicó Myers-. Estamos haciendo todo lo que podemos para encontrar a esos cabrones.

– Estos tíos han utilizado a DeNice para meterle el miedo en el cuerpo a alguien, y ese alguien no soy yo.

– ¡Vete a tomar por culo! -exclamó Richard, rojo de furia.

– ¿A qué viene eso? -me preguntó Lucas.

– Fallon es un mercenario. No mueve un dedo si el objetivo no es sacar dinero, y Richard tiene dinero. Están negociando el rescate.

Richard se abalanzó sobre mí como si fuera a pegarme, pero Myers lo cogió por el brazo. Richard se puso a temblar.

– Todo esto es culpa tuya, hijo de puta. Me niego a quedarme aquí plantado escuchando esta sarta de mentiras mientras mi hijo sigue secuestrado. ¡Tenemos que encontrar a Ben y tú te dedicas a soltar calumnias!

Se fue hasta su limusina con paso vacilante. Apoyó los brazos sobre el techo y vomitó otra vez. Myers lo observó; su mirada ya no ocultaba tan bien sus emociones.

– ¿Qué ocurre aquí, Myers? -pregunté.

Se alejó sin más y fue a reunirse con Richard junto al coche.

– Está mintiendo -afirmé-. Mienten los dos.

Starkey miró hacia donde se hallaban Myers y Richard y después estudió la furgoneta.

– Estamos hablando de su hijo, Cole. Si estos tíos estuvieran machacándolo para conseguir un rescate, ¿por qué no iba a decírnoslo?

– No lo sé. Tiene miedo. Mira lo que le han hecho a DeNice. -y entonces ¿a qué viene todo eso sobre ti?

– Ni idea. Quizás empezaron con otra cosa que tenía que ver conmigo y cuando se presento Richard vieron la oportunidad de sacar dinero.

Starkey no se mostró demasiado convencida.

– Y quizá DeNice se acercó demasiado.

– DeNice no tenía lo que hay que tener para encontrarlos. Ellos fueron los que organizaron un encuentro porque quieren obtener un rescate de Richard. Y han utilizado a DeNice para asegurarse de que éste les pague.

Era la única conjetura en la que encajaban las piezas.

Lucas se humedeció los labios, como si sólo de pensar en ello se le revolviera el estómago.

– Será mejor que vaya a hablar con el señor Chenier. y con Myers.

– Repasaremos todo lo que hizo DeNice anoche -propuso Starkey-, para ver de descubrir cómo acabó aquí. También deberíamos hablar con el otro, con Fontenot. Quizá sepa algo.

Lucas asintió, con expresión ausente, y después miró otra vez la furgoneta, como si contuviera secretos que quizá jamás descubriríamos.

– Esto ya no es un simple caso de desaparición.

– No. Si es que lo ha sido alguna vez -apuntó Starkey. Lucas observó la zapatilla de Ben y después se dirigió a mí: -Tengo toallitas y alcohol en el coche. Debe usted limpiarse. Starkey se quedó con Lucas y Álvarez para preguntar a Richard y a Myers qué sabían.

Yo me llevé las toallitas y el alcohol al coche. Me quité la camisa y los zapatos y me eché el alcohol por los brazos y las manos. Me quité toda la sangre que pude con las toallitas, me eché más alcohol y volví a pasarme toallitas por la piel. Me puse una camiseta y unas zapatillas de deporte viejas que tenía detrás del asiento y me coloqué tras el volante a observar a los policías. Lucas, Álvarez y los inspectores del Centro Parker habían formado un corro en torno a Richard y Myers. El primero les gritaba que no sabían de qué hablaban. Estaba histérico, pero Myers conservaba totalmente la calma, como una araña agazapada en un extremo de su tela, esperando. Me volví hacia la furgoneta y vi lo que habían dejado dentro, aunque estaba a unos treinta metros. Jamás lo olvidaría. Aquella visión me acompañaría siempre. Quienes le habían cortado la cabeza eran los hombres en cuyo poder se hallaba Ben.

Sonó mi móvil. Miré la pantalla y vi que era Pike. Le conté lo de DeNice. Le dije que había subido a la furgoneta y lo que había hecho. Mi voz poseía un timbre extraño, como si quedara entrecortada por la niebla y el viento. Seguí hablando hasta que oí que me pedía que me callase.

– He encontrado a alguien que puede ayudarnos -anunció.

Arranqué el coche y me marché de allí.

19

Ben

Después de que Mike matara a aquel hombre Eric y Mazi empezaron a tratar a Ben de otra forma. De regreso a casa pararon en un McDonald's a comprar hamburguesas para llevar (Big Macs con doble de queso y aros de cebolla y patatas fritas para todos). Al llegar a la casa, no lo encerraron en la habitación ni lo ataron, sino que dejaron que se sentara con ellos en el salón vacío mientras comían y jugaban a las cartas. También le dieron una Orangina. Se habían tranquilizado mucho. Mazi incluso llegó a reír. Era como si matar a aquel hombre les hubiese servido de liberación.

Una vez terminadas las hamburguesas, Eric puso mala cara.

– Joder, tío, no tendría que haber comido esos aros de cebolla.

– ¿Sí?

Eric soltó una ventosidad.

– Tienes el cuerpo podrido -masculló Mazi.

Se sentaron en el suelo frente a frente. Ben miraba de reojo la pistola que se adivinaba bajo la camisa de Eric y comenzó a imaginar la forma de hacerse con ella. Dedicó la mayor parte de la tarde a pensar en un modo de conseguirla, para dispararles y después salir corriendo hasta la casa de delante. Cuando Mike volviera también se lo cargaría.