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– No, no tiene nada que ver con eso -respondió ella-. Estamos revisando la investigación del crimen: la familia no está del todo satisfecha con los informes de la policía.

Gunnar se quedó mirándola, perplejo. La nuez subió y bajó por su garganta.

– ¿Qué quiere decir? ¿No han encontrado ya al asesino, el vendedor de drogas?

Þóra se encogió de hombros.

– Consideramos que hay algunas cosas que hacen pensar que el asesino no fue él. -Percibió por varios indicios que Gunnar no se alegraba demasiado de oír la noticia. Añadió-: Todo acabará por saberse. Quizá estemos equivocados nosotros… o quizá no.

– Tal vez no sea asunto mío, pero ¿qué es lo que apunta a la inocencia de ese hombre? ¿Saben ustedes algo que la policía ignora?

– No estamos ocultando información a la policía, si eso es lo que quiere usted insinuar -replicó Þóra, molesta-. Sencillamente, no estamos satisfechos con sus conclusiones en algunas cuestiones de peso.

Gunnar suspiró.

– Perdone; no puedo estar del todo sereno cuando se trata de este caso. La verdad, me gustaría que todo esto acabase de una vez. Para mí ha sido terriblemente difícil, y encima ha salpicado a la facultad.

– Lo comprendo -dijo Þóra-. Pero no se trata de acusar a la persona equivocada, por mucho que el asunto haya salpicado a la facultad… ¿verdad?

Gunnar se recompuso y se apresuró a contestar:

– No, no, no. Claro que no. Uno tendría que dejar de pensar sólo en sus propios intereses, todo tiene límites. No me malinterprete.

– Y cambiando de tema, ¿por qué vino usted aquí? -preguntó ella. No sabía qué era lo que retenía a Matthew.

Gunnar apartó su mirada de Þóra y contempló uno de los cuadros.

– Realmente esperaba poder ponerme en contacto con alguien que atendiese las cosas de Harald. Parece que lo conseguí.

– ¿Porqué?

– Cuando Harald fue asesinado, acababa de… cómo expresarlo… bueno, acababa de recibir en préstamo un documento de la universidad que no ha sido devuelto. Estoy buscándolo. -Gunnar no apartaba la mirada del cuadro.

– ¿De qué documento se trata? -preguntó Þóra-. Aquí hay muchos.

– Es una carta antigua dirigida al obispo de Roskilde, del siglo XVI. La tenemos en préstamo de Dinamarca y por eso es importantísimo que no se nos despiste.

– Suena bastante serio -dijo la abogada-. ¿Por qué no informó a la policía? Sin duda habrían podido encontrar el documento ese.

– No se ha sabido hasta ahora… yo no tenía ni idea del tema cuando me interrogaron; si no, les habría pedido que me devolvieran el documento. Al venir aquí, tenía la esperanza de que me permitieran buscarlo sin necesidad de alertar a la policía, a fin de solucionar de forma sencilla un problema grave. No tengo especiales deseos de dar más explicaciones. Es algo que la experiencia ha ido en enseñándome a lo largo de la vida. Esto no tiene ninguna relación con el asesinato, eso puedo prometérselo.

– Quizá no -dijo Þóra-. Pero, desgraciadamente, no hemos encontrado esa carta. Claro que no hemos concluido la inspección de todos los documentos de Harald. Es posible que aparezca durante la búsqueda.

Matthew apareció a toda prisa con unos papeles en la mano y se sentó en el precioso sofá. Con un amplio gesto de la mano les indicó que hicieran lo mismo. Þóra se instaló en el sillón y Gunnar se dirigió al otro sofá, que estaba justo delante del de Matthew, y tomó asiento allí. Þóra explicó a Matthew lo que el decano había ido a hacer allí, y aquél se limitó a repetir las palabras que Þóra acababa de pronunciar: no había encontrado el documento, pero eso no significaba de modo definitivo que no pudiera estar allí. Dicho eso, puso los papeles sobre la mesita. Se dirigió entonces a Gunnar.

– Usted estaba encargado de supervisar la investigación de Harald, ¿me equivoco?

– No y sí, más o menos -respondió Gunnar, cauteloso.

– ¿Qué quiere decir eso? -preguntó Matthew con hosquedad-. ¿No se encarga cada cual de unos alumnos a la hora de escribir la tesis?

– Sí, sí, claro que sí -se apresuró a decir el profesor-. Pero es que él no había llegado aún al punto en que revisa el trabajo un representante de la facultad. Sólo me refería a eso. Se había hecho cargo de él Þorbjörn Ólafsson. Yo lo seguía desde lejos, si se puede expresar de ese modo.

– Comprendo. Pero a pesar de todo supongo que habría presentado algún borrador, o una idea del tema de investigación, ¿o no?

– Sí, sí. Entregó un resumen… si recuerdo bien, se hizo al principio de su primer semestre en la facultad. Revisamos el tema y estuvimos de acuerdo a grandes rasgos, y luego Þorbjörn dio los siguientes pasos. El tema entraba en su campo.

– ¿De qué trataba la tesis? -preguntó Þóra.

– Una comparación de la persecución de brujas en Islandia y otras partes de Europa, especialmente en los territorios que ahora conocemos como Alemania. La plaga alcanzó allí su máxima virulencia, si se puede decir así. Harald ya había trabajado en una investigación relacionada con las brujas… con ocasión de su tesina de Historia en la Universidad de Munich.

Matthew asintió con la cabeza, pensativo.

– ¿Me equivoco en que la quema de brujas en Islandia tuvo lugar durante el siglo XVII?

– Fue entonces, sí. En realidad hay algunas fuentes sobre personas condenadas por brujería antes de esa época, pero la caza de brujas propiamente dicha no comienza hasta ese siglo. La primera quema conocida tuvo lugar en el año 1625.

– Sí, eso tenía entendido -dijo Matthew, que parecía confuso. Extendió los documentos que había puesto sobre la mesita-. Curiosamente, entre los papeles de Harald encuentro muy pocas cosas sobre la quema de brujas en Islandia, y no comprendo por qué estaba tan interesado en sucesos que tuvieron lugar con anterioridad. Quizá pueda usted ilustrarme, tal vez pueda ver usted alguna relación histórica que nosotros ignoramos.

– ¿A qué sucesos se refiere? -preguntó Gunnar, inclinándose sobre los papeles, que eran artículos impresos y fotocopiados.

Mientras el decano examinaba por encima los papeles, Matthew iba enumerándolos:

– Erupción del Hekla, año 1510; peste en Dinamarca, hacia 1500; Reforma protestante, año 1550; cuevas de monjes irlandeses antes de la colonización de Islandia y cosas por el estilo. Por lo que a mí respecta no veo relación, pero claro, no soy historiador.

Gunnar siguió repasando los papeles. Después de considerar el contenido de todos los documentos, tomó por fin la palabra.

– Pues resulta que todo esto no tiene una relación directa con la tesis. Harald podría haberse hecho con estos artículos para otras asignaturas en las que estaba matriculado. Naturalmente, he de reconocer que la colonización de Islandia es mi tema de especialidad, y Harald no asistía a mis clases, lo que quizá habría podido explicar este artículo sobre los monjes irlandeses. A pesar de todo, la conclusión que puedo sacar es que estas cosas están relacionadas con los estudios que seguía mientras escribía la tesis.

Matthew miró secamente a Gunnar.

– No, ése no es el asunto. La mayor parte de estas cosas procede de una carpeta titulada Malleus… supongo que el nombre le es conocido. -Matthew señaló unas perforaciones en el margen de las páginas-. Yo saqué la conclusión de que había reunido estas cosas por su investigación en relación con la brujería.

– Sí, claro que me suena ese nombre… ¿no podía haber puesto todo eso en una carpeta vieja sin quitar el título antiguo? -preguntó Gunnar.

– Sin duda -respondió Matthew-. Pero, por algún motivo, creo que no fue así.

El profesor volvió a mirar el montón de papeles.

– Tengo que confesar que no es nada obvio. Lo único que saco a primera vista es cierta relación con la Reforma protestante… en cierto modo es un antecedente de la caza de brujas, igual que en otras muchas partes de Europa. Las creencias se modificaron y la gente sufrió una especie de crisis de fe por tantos cambios. Por lo que se refiere a la erupción del Hekla y a la peste, Harald estaría comprobando la relación entre las persecuciones y el escenario económico del momento. Los fenómenos naturales y las enfermedades tuvieron gran influencia en la época. Claro que hay otras erupciones, por ejemplo la del Hekla en 1636 y otras epidemias más próximas en el tiempo de las persecuciones, y habría sido más normal estudiar ésas en vez de las que se discuten en estos artículos. -Dio un golpecito sobre el montón de papeles.