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– ¿Y no intentaron ustedes frenarle de algún modo? -Þóra sabía de antemano la respuesta.

– No -respondió la mujer, lacónica-. Después de todo aquello le vino un enorme interés por todo lo relacionado con la magia, se lo contagió su abuelo. Cuando murió Amelia Maria, se enroló en el ejército. No hicimos nada para impedirlo. Aquella decisión no tuvo consecuencias nada felices… no quiero hablar de ello, pero lo enviaron a casa al cabo de menos de un año. Por entonces tenía ya dinero de sobra, que había heredado de su abuelo, y no le veíamos mucho. Pero se puso en contacto con nosotros cuando decidió venir a este país; llamó para comunicárnoslo.

Þóra miró pensativa a la mujer.

– Si espera una justificación, no soy yo quien puede dársela. Pero la compadezco. No sé cómo habría reaccionado yo en su lugar… quizá exactamente de la misma forma. Aunque espero que no.

– Ojalá hubiera sido yo capaz de edificar una nueva relación con Harald. Ahora es demasiado tarde y tendré que cargar con ello.

A Þóra aquello le pareció frialdad, quizá el conjuro de venganza había tenido su efecto a fin de cuentas.

– No me agrada en absoluto aumentar su desgracia, pero me veo obligada a indicarle que este asunto afecta a otras personas más. Por ejemplo, hay un joven en la cárcel, un estudiante de Medicina, que era amigo de Harald. No creo que vaya a recibir ningún premio por lo que hizo por él.

La mujer miró por la ventana.

– ¿Qué será de él?

Þóra se encogió de hombros.

– Con toda probabilidad, le juzgarán por no haber informado del hallazgo del cadáver y por la profanación del cuerpo, y le condenarán a un tiempo de cárcel. Seguramente no podrá volver a la Facultad de Medicina. Imagino que salvará a sus otros amigos de que se les acuse de complicidad… aunque nunca se sabe. Sospecho, además, que Harald le menciona en su testamento. Eso será una especie de compensación, en cierto modo.

– En su opinión, ¿demostró ser buen amigo de Harald? -preguntó la mujer mirándola.

– Sí, creo que sí. Por lo menos cumplió la palabra que le había dado… por muy repugnante y absurdo que nos parezca lo que hizo. Harald no eligió a sus amigos guiándose precisamente por que fueran como la gente normal.

– Yo me ocuparé de él -dijo la mujer quedamente-. Es lo menos que puedo hacer. Puede matricularse en Medicina en otro país. No tendremos problema en garantizar que así sea, incluso si tiene que ir a juicio por lo que hizo. -Estiró los dedos y luego cerró la mano como si le doliesen las articulaciones-. Me sentiré mejor si puedo hacer algo. Calmará un poco este horrible sabor de boca.

– Matthew puede encargarse de ello, si me lo está diciendo usted en serio. -Þóra se dispuso a levantarse-. Espero que nos volvamos a ver -dijo, aunque en su interior confiaba en que no fuera así. Ya estaba más que harta.

Amelia quitó su bolso del respaldo de la silla y se lo echó al hombro. Se puso en pie y se abotonó el abrigo. Alargó la mano para estrechársela a Þóra.

– Muchas gracias -dijo la mujer, y parecía sincera-. Envíenos la factura… le pagaremos en cuanto llegue. -Se despidieron y Þóra se dirigió rápidamente hacia la salida. Necesitaba respirar aire fresco. En el camino atravesó el salón donde estaba el gran mapa de Islandia. Miró a Matthew y Elisa, que lo estudiaban detenidamente. Él levantó la vista cuando la vio pasar, cogió suavemente el brazo de Elisa, le señaló a Þóra, dijo unas palabras y subió rápidamente la escalera para acercarse a ella.

– ¿Qué tal fue? -preguntó cuando pasaban junto a los poemas de Tomas Guðmundsson que adornaban las ventanas de la entrada principal.

– Bien… mal -respondió ella-. Simplemente, no lo sé.

– Me debes un almuerzo -dijo mientras le abría la puerta-. Pero como soy un hombre sincero y no tengo nada de hambre, estoy dispuesto a aceptar alguna otra cosa en su lugar.

– ¿Como qué? -preguntó Þóra, aunque entendía con perfecta claridad por dónde iba aquello.

Se marcharon en dirección al Hotel Borg.

Þóra se levantó silenciosamente de la cama dos horas más tarde y se vistió. Matthew ni siquiera se enteró. Buscó papel y pluma en el pequeño escritorio de la habitación y escribió una breve despedida, que puso en la mesilla de noche.

Salió sin que él se despertase, llegó apresuradamente a la calle y fue hacia Skólavórdustígur a recoger el coche con aquella bonita publicidad del Taller Mecánico Bibbi. Había decidido tomarse libre el resto de la jornada, después de todas aquellas vivencias del día.

Sonó el teléfono en el bolsillo de su abrigo y respondió.

– Hola mamá -dijo su hijo, alegre.

– Hola corazón -respondió Þóra-. ¿Que tal va todo? ¿Ya estás en casa?

– Sí, Sigga y yo estamos aquí -respondió un poco dificultosamente-. Estamos pensando nombres, como me dijiste que hiciera. ¿Sabes si Pepsi es nombre de niña, o de niño?

Yrsa Sigurðardóttir

Yrsa Sigurðardóttir nació Reykjavík el 24 de agosto de 1963. Se graduó en la escuela superior en 1983 y terminó ingeniería civil en la Universidad de Islandia en 1988. Posteriormente realizó un master en el mismo campo en la Universidad Concordia de Montreal (Canadá) en 1997. Yrsa trabaja como ingeniero civil en la compañía Fjarhitun, y aprovecha las largas estancias en zonas remotas de su país para escribir. Yrsa vive en el barrio residencial de Seltjarnarnes en Reykjavík. Está casada y tiene dos hijos.

En 1998 Yrsa publicó su primer libro para niños, "Þar lágu Danir í því". Hasta la fecha ha escrito cinco libros para niños y jóvenes, el más reciente es "Biobörn", publicado en el 2003. En el 2000 el Icelandic department of IBBY (International Board on Books for Young People) premió a Yrsa por su libro "Við viljum jólin í júlí".

Su primera novela para adultos, una historia criminal "Þriðja táknið" (El último ritual), fue publicada en el 2005, y traducida a 20 idiomas. Así como su secuela, “Sér grefur gröf”, escrita en el 2006, con una nueva aventura de Þóra y Matthew.

Por su personalísimo estilo, original, irónico e impredecible, y sus originales tramas, en las que se mezcla la vida cotidiana de la Islandia actual con apasionantes episodios de la historia del país, Yrsa Sigurðardóttir (1963) está considerada la nueva reina del thriller…

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