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Día 19

Poetas y poesía

No será con todos ni será siempre, pero a veces ocurre lo que estamos viendo estos días: que, porque ha muerto un poeta, aparecen en todo el mundo lectores de poesía que se declaran devotos de Mario Benedetti, que necesitan un poema que exprese su desconsuelo y tal vez también para recordar un pasado en que la poesía tuvo un lugar permanente, cuando hoy es la economía la que nos impide dormir. Así, vemos que de repente se establece un tráfico de poesía que habrá dejado perplejos a los medidores oficiales, porque de un continente a otro saltan mensajes extraños, de factura original, líneas cortas que parecen decir más de lo que a primera vista se cree. Los descifradores de códigos no dan abasto, demasiados enigmas para descodificar, demasiados abrazos y demasiada música acompañando sentimientos que son demasiados: el mundo no podría soportar muchos días esta intensidad emocional, pero tampoco, sin la poesía que hoy se expresa, seríamos enteramente humanos. Y esto, en pocas líneas, es lo que está sucediendo: murió Mario Benedetti en Montevideo y el planeta se hizo pequeño para albergar la emoción de las personas. De súbito los libros se abrieron y comenzaron a expandirse en versos, versos de despedida, versos de militancia, versos de amor, las constantes de la vida de Benedetti, junto a su patria, sus amigos, el fútbol y algunos boliches de trago largo y noches todavía más largas.Murió Benedetti, ese poeta que supo hacernos revivir nuestros momentos más íntimos y nuestras rabias menos ocultas. Si con sus poemas salimos a la calle -codo a codo somos mucho más que dos-, si leyendo Geografías, por ejemplo, aprendimos a amar a un país pequeño y a un continente grande, ahora, según las cartas que llegan a la Fundación, se recuperan momentos de amor que dieron sentido a tiempos pasados, y quién sabe si presentes. Eso también se lo debemos a Benedetti, el poeta que al morir hizo de nosotros herederos del bagaje de una vida fuera de lo común.

Tania y Mario: la libertad(Prólogo para el disco de Tania Libertad,La vida ese paréntesis)

No es verdad que en el mundo está todo descubierto. El mundo no es sólo la geografía con sus valles y montañas, sus ríos y sus lagos, sus planicies, los grandes mares, las ciudades y las calles, los desiertos que ven pasar el tiempo, el tiempo que nos ve pasar a todos. El mundo es también las voces humanas, ese milagro de la palabra que se repite todos los días, como una corona de sonidos viajando en el espacio. Muchas de esas voces cantan, algunas cantan verdaderamente. La primera vez que oí cantar a Tania Libertad tuve la revelación de las alturas de la emoción a que puede llevarnos una voz desnuda, sola delante del mundo, sin ningún instrumento que la acompañara. Tania cantaba a capela La paloma de Rafael Alberti, y cada nota acariciaba una cuerda de mi sensibilidad hasta el deslumbramiento.Ahora Tania Libertad canta a Mario Benedetti, ese gran poeta a quien tan bien le sentaría el nombre de Mario Libertad…Son dos voces humanas, profundamente humanas, que la música de la poesía y la poesía de la música han reunido. De él las palabras, de ella la voz.Oyéndolas estamos más cerca del mundo, más cerca de la libertad, más cerca de nosotros mismos.

Día 20

Un sueño

Nunca he visto a la persona en cuestión, nunca le he hablado, no tiene ni tuvo jamás lugar en el círculo de mis intereses, ya sean inmediatos, ya sean distantes, y, para que todo quede dicho en media docena de palabras, teniendo en cuenta los años pasados desde que oía o leía este nombre, ni siquiera sé si sigue vivo. Me refiero a un editor portugués, Domingos Barreira, que la noche pasada vino a visitarme en mi sueño. Es más, no llegué a verlo y, de haberlo visto, no sabría qué cara ponerle. Lo que él hizo fue enviarme a una secretaria con el aviso de que le gustaría encontrarse conmigo para conversar sobre cosas pasadas. Qué cosas pasadas eran ésas, ya me gustaría saberlo, porque, a pesar de que el encuentro quedó aplazado para el próximo fin de semana, no se habló del lugar. Y, como si eso fuese poco, me desperté, y, cuando desperté, la secretaria no estaba allí.Ahora, que vengan los doctores de la academia y me expliquen este sueño sin causa aparente ni motivo que lo justifique. Salvo si se me quiere aceptar la idea, mejor llamarla convicción, de que la enfermedad que hace un año y pico estuvo a punto de llevarme le dio una vuelta a mi cabeza, desordenando las memorias y volviendo a ordenarlas de otra manera, de modo que podría haber sido, también ella, la responsable de este insólito sueño. Desgraciadamente, se quedará sin respuesta la pregunta: «¿Por qué?». Paciencia, no se puede tener todo y los doctores de la academia sin duda tienen otras cosas que hacer que leer esta página.

Día 21

Soborno

Me había jurado a mí mismo no volver a escribir sobre este figurón en los próximos tiempos, pero, otra vez, la fuerza de los hechos puede más que mi voluntad. En este caso no se trata de misses, modelos y bailarinas elegidas a dedo (o con dedos) para el Parlamento Europeo, ni de joyas como regalo de aniversario a jóvenes ragazze poco más que adolescentes que tratan al primer ministro italiano de «papi», término que no sé exactamente lo que quiere decir (mi fuerte no es el italiano hablado por las lolitas de allí), aunque prometería mucho hasta para el menos atento de los exámenes. Tampoco se trata del pregonado divorcio del que, personalmente, dudo mucho que se acabe consumando porque los intereses materiales mutuos pesan y es grande el riesgo de que la comedia (si lo es) acabe en reconciliación y muchas horas de transmisión televisiva.Lo que me sacó de mi relativo sosiego en relación al padrone Berlusconi es una sentencia del Tribunal de Milán que condena al abogado británico David Mills a cuatro años y medio de prisión por corrupción en acto judicial. Se afirma en la sentencia que Berlusc (así me ha salido, así lo dejo) sobornó en 1997, nada menos que con 600.000 dólares, a dicho abogado y que éste incurrió en «falso testimonio» con el objetivo de «proporcionar impunidad a Berlusconi y al grupo Fininvest». La reacción de Berlusc fue típica: «Es una sentencia absolutamente escandalosa, contraria a la realidad». Y más: «Habrá recurso, habrá otro juez, y yo estoy tranquilo». El lector notará esa referencia a «otro juez» que, por lo menos así lo leo, no pasa de un acto fallido que me permitiré interpretar de esta manera: «Habrá otro juez, al que yo trataré de sobornar». Como sobornó a otros antes, añado.Me gustaría pensar que el fin de Berlusc se aproxima. Aunque para eso será necesario que el electorado italiano salga de su apatía, sea involuntaria o cómplice, y retome la frase de Cicerón que hace unos días recordaba. Que una vez digan y se oiga en todo el mundo: «Demasiado abusaste de nosotros, Berlusc, la puerta está allí, desaparece». Y si esa puerta es la de la prisión, entonces podremos decir que se habrá hecho justicia. Finalmente.