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Nada más entrar en Gobernación, el olfato agudísimo de Bernal captó el peculiar olor a problemas y su mirada advirtió una actividad extraordinaria. Había una crisis, estaba seguro. Además, ¿quién recordaba una reunión de todos los comisarios, convocada de improviso, aparte de cuando asesinaron al vicepresidente del Gobierno en diciembre de 1973?

Al final de la caja de escalera de barandilla dorada, le recibió su antiguo enemigo, el subsecretario, que parecía nervioso y angustiado.

– Gracias a Dios que no se ha ido de la ciudad, Bernal. Supongo que muchos de sus colegas ya lo habrán hecho y que tendremos que avisarles para que vuelvan urgentemente.

– ¿Qué pasa, señor secretario?

– El director se lo explicará cuando estén todos reunidos. Es alto secreto.

En una espaciosa sala de juntas, que da a la Puerta del Sol, Bernal encontró a muchos comisarios compañeros suyos, incluido Zurdo, al que saludó efusivamente y felicitó por su reciente ascenso a subcomisario con mando sobre su propio grupo de homicidios.

– ¿Sabes qué pasa, Zurdo?

– Algo relacionado con ETA militar, tengo entendido. Una nueva amenaza a Seguridad, dice el sargento de recepción.

– Bueno, él siempre sabe más que el director. ¿No se tratará de otro comando de ETA en la capital?

– Tiene que ser más grave, jefe, porque han convocado a los jefes de todos los grupos, incluidos los de antivicio y drogas.

Cuando entró en la sala el director, acompañado por el subsecretario y el comisario jefe de la nueva sección antiterrorista, se hizo el silencio. El director, un individuo bajo e imponente, se sentó a la cabecera de la mesa y pidió a los quince comisarios reunidos que tomaran asiento. El subsecretario, entretanto, recorrió la mesa de conferencias repartiendo pomposamente carpetas de tapas azules.

– Caballeros, parece ser que la mayoría de sus colegas ya se han ido -se oyó un breve rumor de risas, rápidamente acallado-. No se preocupen, serán reclamados para un servicio especial igual que todos ustedes.

El director se volvió entonces a la pared de detrás, bajó una pantalla de proyección y pidió que cerraran las persianas. Uno de sus ayudantes conectó un proyector y se apagaron las luces.

– Pueden ver ustedes en la pantalla una ampliación del comunicado de ETA militar que se ha recibido esta mañana en la oficina de Información. Hemos comprobado su autenticidad cotejándolo con las claves convenidas.

Siempre le había parecido a Bernal increíble que los gobiernos legalmente elegidos debieran establecer previamente códigos de identificación con organizaciones terroristas de cualquier tenor, aunque sabía que, en la actualidad, era ésta una práctica mundial.

– Verán ustedes que el comunicado exige la inmediata retirada de la Policía Nacional, la Guardia Civil y las fuerzas armadas de las tres provincias vascas y de Navarra y la inmediata creación de un Estado vasco independiente a ambos lados de los Pirineos -se oyeron jadeos entre la audiencia, pero Bernal guardaba silencio junto a Zurdo-. Este mediodía se ha celebrado con carácter urgente un Consejo de Ministros, y el presidente ha ido a Palma para consultar con Su Majestad el Rey. He de informarles que la decisión del Consejo es irrevocable: no existe la menor posibilidad de acceder a ninguna de sus demandas -se produjo un fuerte murmullo de aprobación-. ETA concede al Gobierno setenta y dos horas; transcurrido ese plazo, si sus peticiones no han sido atendidas, empezará a provocar explosiones en los principales centros turísticos, sin ningún tipo de aviso previo.

Los comisarios protestaron enérgicamente. El director alzó la mano pidiendo silencio.

– El ministro del Interior me ha dado instrucciones de que tomemos todas las medidas de que dispongamos para frustrar estas amenazas. Además, el ministro de Defensa ha pedido a la Junta de Jefes de Estado Mayor que ponga en estado de alerta a los grupos de neutralización de explosivos del Ejército, y nuestro ministro ha ordenado alerta permanente a los geos -el Grupo Especial de Operaciones-. No nos cabe la menor duda de que las fuerzas policiales provinciales y la Guardia Civil no disponen en este momento de los efectivos humanos necesarios ni de recursos suficientes para afrontar una amenaza de esta magnitud, y menos aún si tenemos en cuenta que mantienen ya la vigilancia de unos cuarenta millones de turistas durante toda la estación veraniega.

El director pidió que encendieran las luces y bajó el mapa político a gran escala de la península.

– Sólo por poner un ejemplo, la fuerza policial de Málaga que atiende normalmente a poco menos de medio millón de habitantes, ha de ocuparse durante el verano de casi cinco millones de personas, la mayoría de las cuales proceden del norte de Europa y apenas si hablan una palabra de español. Pueden ver ustedes ahora en el mapa la situación de los principales centros turísticos y su distribución a lo largo de las provincias costeras de las distintas regiones militares: la costa del norte, desde San Sebastián a Santander y de Gijón a Galicia, donde la mayoría de los veraneantes son nacionales o franceses -hizo una breve pausa-. En las carpetas que tienen ustedes delante, encontrarán datos y cifras del Ministerio de Información y Turismo sobre la pauta general del turismo de verano. Me parece que existe un escaso riesgo de explosiones en Guipúzcoa, ya que normalmente ni siquiera los perros muerden a los suyos.

Se oyó de nuevo murmullo de risillas entre algunos de los reunidos.

– Aparte, claro está, de los habituales tiroteos e incendios a vehículos franceses.

Tomó un puntero largo de madera y señaló con el mismo las costas sur y oriental de la península.

– Sin duda alguna, nuestro mayor problema está aquí. A lo largo de las costas, desde la Costa Brava a la Costa Cálida de Cartagena, y luego desde Almería hasta Málaga y la Costa del Sol, llegando hasta Sotogrande. El riesgo es mucho menor en la costa hasta el Estrecho y del Estrecho a Cádiz y a la desembocadura del Guadalquivir. Los objetivos principales tienen que ser Calella de Palafrugell, Lloret de Mar, Tossa de Mar, Calpe, Benidorm, Alicante, La Manga, Nerja, Torremolinos, Fuengirola, Marbella y Estepona, ya que es donde se da la mayor concentración de turistas -se volvió de nuevo hacia el mapa-. Como ven ustedes, ahora hay un gran número de fuerzas policiales provinciales implicadas en la operación que vamos a preparar. La llamaremos Operación Guardacostas. El objetivo inmediato es reforzar la vigilancia y supervisión, a cargo de agentes de paisano, de los principales centros turísticos, y también de algunos menos importantes, con todos los grupos de los que podamos disponer de las ciudades del interior, cuya población se ve reducida casi a la mitad debido al éxodo veraniego, pero tal seguimiento ha de ser realizado con el máximo secreto. No podemos permitir que los delincuentes locales lleguen a la conclusión de que les dejamos el campo libre durante el resto del verano -hubo otro rumor nervioso de risillas entre sus oyentes-. El comisario jefe del nuevo Mando Único Antiterrorista, a quien casi todos ustedes conocen, les explicará a continuación detalladamente cuál va a ser el cometido de sus respectivos grupos; luego, el subsecretario les indicará sus destinos.