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– Vanidoso…

– Te demostraré que no miento…

Ella cedió a un arrebato de picardía. Colocó las manos sobre el pecho masculino y sus dedos lo acariciaron sensuales, explorando provocativamente de arriba abajo.

– ¿Lo harías, mi amor? ¿Me lo demostrarías una vez más esta noche?

Él devoró su boca, la levantó en brazos y la llevó a la cama.

El niño se removió en la cuna.

– Alex, ahora no, ¡por todos los infiernos! -protestó Miguel.

La criatura balbuceó, se metió el dedo en la boca y succionó, volviendo a quedarse dormido.

Y Miguel de Torres, antiguo capitán pirata de El Ángel Negro, convenció a su esposa de que podía hacerle de nuevo el amor, esa noche y todas las noches del resto de sus vidas. Oveja Negra

Hidalgo Nieves

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