No esperó a averiguarlo y se lanzó directamente sobre Hadley.
El artista sacó la mano del bolsillo al instante para luchar cuerpo a cuerpo contra él. Se arrojaron uno en los brazos del otro, forcejeando y trastabillando en los estrechos pasillos entre las tumbas.
Aunque Jonas era unos centímetros más alto, Hadley era más corpulento. Ninguno de los dos poseía una auténtica ventaja sobre el otro mientras daban bandazos de un lado a otro en aquel angosto espacio.
Ambos chocaron contra las tumbas de los Colyton y rebotaron entre las piedras inclementes, sin que ninguno de ellos lograra dominar al otro.
Entonces, Jonas logró conectar un derechazo. Clavó el puño en la mandíbula de Hadley, un golpe impulsado por la furia y la creciente incertidumbre por la seguridad y bienestar de Em y las gemelas.
Hadley se tambaleó hacia atrás, liberándose de su agarre. Con un jadeo ahogado el artista sopesó sus posibilidades, se apartó de Jonas y rodó sobre el suelo y por encima de una tumba. Antes de que Jonas pudiera moverse, Hadley apareció por el otro lado con una pistola en la mano.
Jonas se agachó, pero sintió una dolorosa punzada en el hombro izquierdo.
Hadley no esperó a comprobar el daño infligido; arrojó la pistola, ahora inservible, detrás de Jonas, volvió a agacharse y rodeó la tumba a toda velocidad, dirigiéndose hacia el lugar donde Tallent había arrojado la bolsa del tesoro.
Se escucharon unas voces en la cripta. Hadley se detuvo en seco.
– Deben de estar ahí abajo -resonó la retumbante voz de Thompson en las escaleras que conducían a la cámara Colyton.
– Entonces será, mejor que bajemos y echemos un vistazo. -La respuesta de Oscar fue seguida por unos pesados pasos en los escalones de piedra.
Jonas se apoyó en una de las tumbas.
– ¡Daos prisa! ¡Estoy aquí abajo! -dijo, moviéndose e interponiéndose entre Hadley y el túnel por el que había aparecido.
Con los ojos muy abiertos, Hadley miró los escalones de piedra… La única salida hacia la cripta estaba bloqueada ahora por los corpachones de Oscar y Thompson.
Hadley lanzó una mirada al tesoro, que había caído en el otro extremo de la cámara, luego miró por encima del hombro a la entrada del segundo túnel en el lado contrario.
Si se lanzaba a por el tesoro, quedaría atrapado entre ese lado de la cripta Colyton y Jonas, Oscar y Thompson que le bloquearían todas las salidas.
Con una furiosa maldición de frustración, Hadley cogió la linterna que había dejado caer, todavía encendida, y, dándose la vuelta, huyó atravesando la cámara, hacia el segundo túnel.
Jonas observó con el ceño fruncido cómo la luz se desvanecía.
Oscar, que bajaba las escaleras con otra linterna, también vio que Hadley escapaba. Levantó el haz de luz para mirar alrededor de la cámara y localizó a Jonas en las sombras.
– ¿Estás bien?
Jonas no estaba seguro, pero encontrar a Em y a las gemelas era su máxima prioridad. Le hizo un gesto con las manos. -Dame esa linterna. ¿Tenéis otra?
– Sí. -Fue Thompson, que bajaba las escaleras detrás de su hermano con otra linterna, quien respondió-. Sólo había estas dos. Debería haber cuatro, no sé dónde están las demás.
– Hadley, que es el responsable de todos los incidentes, acaba de escaparse con una por ese túnel. -Jonas señaló el pasadizo en el otro extremo de la cámara con un gesto de cabeza-. Creo que Em debe de tener la otra. -Eso esperaba por lo menos. Tenía la sospecha, más bien la impresión, de que a ella no le gustaba estar sumida en la oscuridad.
Se volvió hacia el túnel que tenía detrás, enfocando la entrada con la luz de la linterna.
– Hadley salió por este túnel con la bolsa de lona donde Em debió de meter el tesoro, o al menos parte de él. -En pocas palabras, explicó el plan de Hadley y lo que creía que había hecho Em en respuesta-. He arrojado la bolsa contra esa pared. ¿Podríais cogerla y ponerla a buen recaudo?
– Sí. -Thompson asintió con la cabeza-. Pero estás sangrando mucho. ¿Ha sido un disparo lo que hemos oído?
Jonas movió el hombro y reprimió una mueca.
– Es sólo una herida superficial. Hadley tiró la pistola entre las tumbas y dudo mucho que tenga otra.
– ¿Dónde crees que están la señorita Emily y las niñas? -preguntó Oscar.
Jonas se dirigió hacia el túnel que había estado estudiando.
– Creo que Hadley las abandonó en alguna parte de este túnel.
– ¡Dios mío! Espero que no se hayan perdido -dijo Oscar con un estremecimiento.
Jonas también lo esperaba y rezaba para que fuera así. La gente siempre se perdía en las cavernas.
– Voy a bajar a buscarlas, pero vosotros no debéis moveros de aquí.
– Lanzó un vistazo al otro túnel, por el que había huido Hadley-. No sé adónde conduce ese pasadizo, pero sospecho que Hadley está esperando a que todos vayamos en busca de Em y de las niñas para salir por donde ha entrado.
– Bueno, pues no se lo vamos a consentir -dijo Thompson con voz y expresión beligerante, dejando la linterna sobre una tumba-. Pero ten cuidado ahí abajo; y avísanos si necesitas ayuda para rescatar a las damas.
– Lo haré. -Jonas se detuvo en la entrada del primer túnel-. Sí tengo que ir muy lejos, si no encuentro a Em y a las niñas y tengo que internarme aún más en la caverna, volveré para avisaros.
Los hermanos se mostraron de acuerdo, Jonas levantó la linterna y se introdujo en el túnel.
Es cavo caminando más tiempo del que había esperado. Se apresuró tanto como pudo, como el suelo desigual le permitía. El dolor del hombro no le permitía correr y a Em y a las gemelas no les serviría de ayuda si se desmayaba.
Las voces de Oscar y Thompson se desvanecieron cuando se internó más profundamente en la caverna. La mente de Jonas no dejaba de dar vueltas, evaluando todas las probabilidades de lo que podía encontrarse. Hacía años, décadas incluso, que no realizaba una expedición de ese tipo, y como la cámara Colyton había estado cerrada durante todo ese tiempo, Jonas nunca había explorado esos túneles, ni las cavernas a las que conducían y que, seguramente, estarían conectadas.
Le animó descubrir que no había más pasajes que desembocaran en ése, así que no tuvo que decidir por dónde ir, sólo continuar hacia delante.
Apresurándose todo lo que podía, rezó para no llegar demasiado tarde.
Habían oído un ruido amortiguado a lo lejos, suave pero definido. Em no quiso pensar qué lo había producido. ¿Podría ser que Hadley hubiera cerrado de golpe la puerta de la cámara Colyton, dejándolas encerradas allí?
Se dijo que no debía pensar en ese tipo de cosas, sino que debía concentrarse en conseguir que las tres llegaran sanas y salvas al pasadizo, y luego regresar a la cripta. Jonas encontraría la nota como muy tarde esa noche, entonces iría a rescatarlas.
Lo único que tenían que hacer era llegar a la cámara y esperar allí.
En la más profunda, absoluta y completa oscuridad.
«No pienses en eso.»
Así que centró su atención en la caricia constante, y a ratos reconfortante, del aire fresco que le daba en la cara. La corriente de aire era más fuerte ahora y no tenía ningún problema para guiarse por ella, pero seguían avanzando muy lentamente. El suelo rocoso y desigual les impedía ir más rápido, y las viscosas estalactitas que tocaban eran todavía peor. A menudo tenían que desviarse un buen trecho del camino para encontrar un espacio lo suficientemente amplio para que pudieran pasar las tres. Las gemelas, como era comprensible, no se soltaban de sus faldas ni se apartaban de su lado.
Con los brazos extendidos y la linterna meciéndose en una de sus manos, Em avanzó a ciegas arrastrando los pies, con una niña a cada lado. Aunque se obligara a no pensar en ella, la oscuridad era tan densa que parecía como si un peso físico estuviera apretándole los párpados. Había cerrado los ojos hacía mucho rato, pues tenía la impresión de estar ciega mientras intentaba escrutar la densa oscuridad.