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Em se hundió en el sofá, con una expresión de decepción en la cara, pero entonces alzó la barbilla con firmeza.

– Tienen que estar en algún sitio.

Henry, que había estado estudiando en la mesa cuando ellos llegaron, abandonó los libros para sentarse al lado de Em en el sofá cuando estay Jonas comenzaron a relatar las deducciones de la señorita Hellebore y la subsiguiente búsqueda en la cripta. Entonces miró a su hermana.

– Pero los Colyton vivieron en el pueblo durante siglos, ¿no es así?

La joven asintió con la cabeza.

– Generaciones y generaciones de ellos.

Jonas, que estaba de pie al lado de Filing, tomó la palabra.

– Lo que sólo confirma lo evidente. Está claro que los restos de los Colyton tienen que estar en algún sitio. En alguna parte del pueblo, y más concretamente en alguna parte de la iglesia. Y el hecho de que no hayamos encontrado la tumba de ningún Colyton sin importar edad o género sugiere que, donde quiera que estén enterrados, están todos juntos.

Filing asintió con la cabeza.

– En efecto. Por desgracia yo llegué a esta diócesis después de la muerte de mi predecesor, así que no tuve oportunidad de hacerle preguntas con respecto a esta iglesia. -Se volvió hacia la habitación que usaba como estudio-. Os enseñaré lo único que he encontrado. Veamos si podéis sacar algo en claro de eso.

Acercándose a una librería, ojeó el lomo de los libros y extrajo un tomo muy viejo, con las cubiertas de cuero. Apartando a un lado las notas de Henry, Filing colocó el libro cuidadosamente sobre la mesa. Em, Jonas y Henry se agruparon en torno a ésta cuando él abrió el volumen, revelando unas gruesas páginas que se habían puesto amarillas con el paso del tiempo.

– Este es el libro en el que se anotan las defunciones del pueblo. La primera entrada corresponde al año 1453, y por lo que he observado, el registro ha sido llevado al día diligentemente a lo largo de los años…, tal como se supone que se debe hacer. -Pasó las páginas escritas a mano, algunas de su propio puño y letra y otras con una caligrafía más picuda-. Según vas retrocediendo en el tiempo… -Se detuvo y señaló una entrada.

Los demás se apiñaron a su alrededor.

– Colyton, James -leyó Em-. 1724. Causa de la muerte: tisis. Edad del deceso: 54 años. Sepultado en la cripta Colyton.

– Como es de suponer, hay más, muchísimos más Colyton registrados en el libro. -Filing pasó rápidamente las páginas-. Y eso es lo que dicen todas las entradas: «Sepultado en la cripta Colyton.» Pero allí no están.

Em miró a Jonas. Este negó con la cabeza e intercambió una mirada con Filing. A ninguno de ellos se les ocurría ninguna explicación.

Henry volvió a sentarse en su silla ante la mesa y, haciendo girar el viejo tomo hacia él, se puso a hojearlo. Em observó cómo su hermano pasaba cuidadosamente las páginas hasta llegar a la primera entrada. Pasó la hoja y se detuvo.

– Esta entrada -dijo, frunciendo el ceño-, dice cámara Colyton.

– Las criptas recibían a menudo el nombre de cámaras -dijo Filing encogiéndose de hombros-. Son sinónimos.

Henry levantó la mirada hacia él. Luego miró a Em.

– Pero ¿y si en realidad no fuera así?

Cuando Em frunció el ceño, Henry continuó apresuradamente, con la voz llena de entusiasmo.

– ¿Y si nos estamos haciendo un lío sólo porque el apellido de la familia es igual al nombre del pueblo? ¿Y si la cripta Colyton, en este caso cámara Colyton, no se refiere en realidad a la cripta de la iglesia de Colyton, sino a…?

– Un lugar diferente. -Jonas asintió con la cabeza, mirándolo con los ojos oscuros y brillantes-. Es muy posible que tengas razón. Tenemos más tumbas de las que podemos contar y los Colyton tienen que encontrarse en alguna parte, por consiguiente tienen que estar en alguna otra cripta.

– Déjame verlo. -Filing le quitó el libro a Henry y pasó más páginas con rapidez-. Aquí hay otra anotación con «cámara Colyton». Y otra. -Hojeó rápidamente las páginas-. ¿Dónde está el punto en el que cambia el nombre y el tipo de escritura? -Continuó hojeando las entradas escritas con diferentes tipos de letras, y luego se detuvo-. Sí, aquí está, aquí es donde en vez de «cámara Colyton» ponen «cripta Colyton». -Filing se enderezó-. Que ambas entradas estén escritas en el mismo libro sugiere que se trata del mismo lugar y que, esté donde esté, se encuentra en alguna parte de la iglesia.

– Y sea cámara o cripta, tiene que estar bajo tierra. -Jonas miró a Filing e hizo una mueca-. El acceso podría estar en la cripta de la iglesia, en una puerta que ahora esté oculta o una puerta que se encuentre en alguna otra parte de la iglesia.

– Lo que nos deja innumerables lugares donde buscar -respondió Filing haciendo otra mueca-. Podría estar en la rectoría, o incluso en la torre.

– Una puerta podría estar oculta tanto en la pared como en el suelo. Podría ser de madera o de piedra. -Jonas miró a Em-. Tendríamos que hacer una búsqueda exhaustiva en todos aquellos lugares donde podría haber una puerta oculta, pero sería mucho más fácil si pudiéramos encontrar la manera de limitar la búsqueda.

Em clavó los ojos en él durante un momento, como si estuviera asimilando todo lo que habían descubierto, y luego miró el libro de defunciones, todavía abierto ante Filing.

– Mi bisabuelo fue el último Colyton que vivió aquí, estoy segura de que está enterrado en el pueblo.

Filing asintió con la cabeza.

– Lo he revisado. Su entrada dice «cripta Colyton».

– Pero ¿en qué año murió?

Filing la miró fijamente, luego bajó la mirada al libro y pasó las páginas con rapidez.

– Aquí está.

Henry miró con atención por encima del hombro de Filing.

– 1759.

Em pasó la mirada de Filing a Jonas.

– Su entierro, ya que era el último Colyton de Colyton, debió de ser todo un acontecimiento en el pueblo. ¿Es posible que alguna de las ancianas con las que hablamos tenga la edad suficiente para recordarlo?

Jonas intercambió una mirada con Filing.

– La señora Smollet tiene años más que de sobra, pero no sé si recordará…

Filing negó con la cabeza.

– La otra anciana que podría saber algo es la señora Thompson. Son las dos personas más viejas del pueblo con diferencia. Y no hay nadie en los alrededores de la misma edad de ellas.

– Y sospecho -dijo Jonas- que apenas tienen la edad adecuada para nuestros propósitos.

Em asintió con determinación y se volvió hacia la puerta.

– Probaremos primero con la señora Thompson.

Jonas se puso tras ella.

Filing y Henry intercambiaron una mirada. Resultaba evidente que no les gustaba quedarse atrás. Fue Filing quien les llamó.

– No os olvidéis de volver luego y contarnos lo que hayáis averiguado.

Em le miró por encima del hombro.

– Por supuesto. Pero quizá tardemos un rato.

Em rezaba para que no fuera así, para que la señora Thompson, ágil y lista como una ardilla, recordara a la perfección el funeral de su bisabuelo y pudiera decirle dónde había sido enterrado, pero…

Como había esperado, no resultó tan fácil.

Encontraron a la señora Thompson en la casa detrás de la herrería, esperando a que llegara Oscar con una de las empanadas de Hilda para el almuerzo. Encantada con la visita, la anciana se sentó a la mesa para charlar con ellos del acontecimiento.

– Oh, recuerdo muy bien el día en que se celebró aquel entierro. -Con la mirada brillante y perdida en el pasado, la señora Thompson inclinó su cabeza gris-. Todo el mundo se puso su mejor ropa de luto para asistir al funeral… Todo el pueblo, por supuesto, pero también había gente de los alrededores. Yo tenía unos siete años, más o menos, pero lo recuerdo como si hubiera sido ayer.