Después se volvieron hacia la puerta ahora visible. Henry se acercó a ella y leyó la inscripción de la placa, luego miró la puerta y empujó
– Está cerrada con llave. -Lanzó una mirada a Filing-. ¿Tienes la llave?
– La única llave que tengo es ésta -dijo Filing sacando la llave de la cripta del cinturón, donde la había enganchado, para entregársela a Henry-. Pruébala.
Em, que estaba al lado de Jonas, observó con una mezcla de emociones, cómo el último varón Colyton deslizaba la llave en la cerradura.
Henry intentó girarla y frunció el ceño.
– Encaja en la cerradura, pero está atascada.
Jonas comenzó a moverse pero luego se quedó quieto. Esperando.
Henry hizo girar la llave con un sonido chirriante y con un gran esfuerzo consiguió que diera la vuelta.
– ¡Ya está! -Alzó la mirada a la puerta y la empujó, primero con la mano y luego con el hombro. La hoja cedió unos centímetros hasta que se detuvo.
Jonas dio un paso adelante y apoyó ambas manos por encima del cerrojo.
– A la de tres -le dijo a Henry-. ¡Una, dos y… tres! Jonas y Henry empujaron la puerta a la vez y ésta rechinó, chirrió y se abrió. Jonas dio un paso atrás mientras Henry seguía empujando.
Em esperaba percibir un olor rancio, pues la cámara llevaba décadas sellada, pero sólo salió un chorro de aire frío del interior, Jonas intercambió una mirada con Filing.
– La cámara debe de estar conectada con uno de los pasadizos subterráneos.
Filing asintió con la cabeza.
– De hecho, me sorprende que la propia cripta no esté conectada. Quizá lo estuviera en algún momento, antes de que el pasadizo de conexión se transformara en la cámara Colyton y fuera sellado.
Henry había abierto la puerta del todo, y se detuvo en el umbral. Em se unió a él mientras Jonas iba a coger la linterna del gancho; luego se acercó a ellos sosteniéndola por encima de sus cabezas para iluminar la cámara al otro lado de la puerta.
Al instante comprendieron por qué los hermanos de la señora Smollet se habían quejado tanto; los escalones de piedra que conducían abajo estaban tallados en la roca, y las paredes y el techo de la cámara estaban tan cerca que apenas quedaba espacio suficiente para que dos hombres adultos pudieran trasladar un ataúd de gran tamaño por aquellos escalones empinados.
La caverna que había más abajo se tragaba la luz de la linterna, que apenas lograba iluminar las fantasmales formas de las tumbas más cercanas a los escalones, e insinuar la existencia de otras más al fondo.
Filing miró a Henry.
– Tú eres el más rápido. Hay otra linterna en la sacristía.
Henry asintió con la cabeza, se giró y, con la cara encendida, salió corriendo por la cripta y subió estrepitosamente las escaleras.
No tardó más de un minuto en regresar con otra linterna en la mano.
Filing la cogió.
– Esto explicaría ese último verso de la rima -comentó mientras la encendía-. «Una caja que sólo un Colyton abriría.» -Señaló la puerta de piedra con la cabeza-. Por tradición, la puerta de esta cámara sólo se abriría por un Colyton, o más bien para un Colyton. Ya fuera para enterrar a uno o para los miembros de la familia que quisieran visitar a sus muertos.
– No es un mal lugar para esconder un tesoro familiar -dijo Jonas.
Em asintió con la cabeza. El nudo que se le había formado en el estómago contenía una mezcla de temor y excitación. Había soñado durante tanto tiempo que encontraría el tesoro, que lo tendría en sus manos…, que se había embarcado en aquella búsqueda para dar con él… y allí estaba, en el umbral de la cámara Colyton, a punto de resolver la última parte del acertijo. Apenas podía respirar por la sensación de ansiedad que fluía en su interior.
Filing le devolvió la primera linterna a Jonas.
– Será mejor que nos llevemos las dos, no es necesario que dejemos una aquí.
Jonas asintió con la cabeza.
– Por el tamaño que parece tener la cámara Colyton, necesitaremos las dos.
Filing y Jonas miraron a Em y aguardaron. La joven deslizó la mirada por la cripta de sus antepasados; no importaba lo mucho que deseara entrar allí, la cámara seguía estando muy oscura. Le indicó a Jonas que fuera delante de ella.
– Ilumina el camino.
El pasó junto a ella y empezó a bajar las escaleras. Em se alzó las faldas y le siguió.
La cripta Colyton, cámara o mausoleo, como quiera que se llamase, era enorme, de hecho era más grande y, desde luego, más espaciosa que la cripta de la iglesia donde las tumbas eran más recientes y estaban apretujadas, pero aquí estaban bastante espaciadas y bien proporcionadas. Muchas tenían doseles ornamentados. Eran tumbas grandes, de tamaño normal, incluso para los niños.
Henry y Filing habían bajado la escalera tras Em. Los cuatro avanzaron silenciosamente por los estrechos pasillos que había entre las tumbas.
– ¿Qué es lo que buscamos? -susurró Henry.
– Una caja -respondió Em en el mismo tono bajo; parecía lo más apropiado-. Un recipiente que pueda albergar un tesoro.
Jonas la miró.
– ¿Sabes qué tamaño puede tener la caja en cuestión?
La joven negó con la cabeza. Se detuvo y examinó la estancia, contando mentalmente; debía de haber más de cien tumbas en ese espacio.
Jonas expresó en voz alta lo que ella estaba pensando.
– Llevaría semanas abrir y buscar en todas las tumbas. ¿Tienes alguna idea de en cuál podría estar el tesoro?
Apoyando la mano en la tumba de uno de sus antepasados, Em recordó todo lo que sabía y había escuchado sobre el tesoro y la rima.
– Se supone que crearon la rima a principios del siglo XVI, así que el Colyton que guardó el tesoro tiene que ser de esa época, o antes. Pero… -Hizo una mueca, como siempre había un «pero»- no hay nada que sugiera que el tesoro, probablemente guardado en algún tipo de caja, esté relacionado con alguna tumba en particular.
Filing estaba examinando la cripta.
– Sugiero que primero busquemos una estructura semejante a una caja, ya forme parte de una tumba o no. Si esa búsqueda resulta infructuosa, entonces nos plantearemos cuáles abrimos primero.
Em, Jonas y Henry se mostraron conformes. Se dividieron en dos parejas, cada una con una linterna, e iniciaron la búsqueda desde el centro de la cámara. Jonas y Em se encaminaron a un extremo de la cripta, mientras que Filing y Henry se dirigían al otro.
Al llegar a la última tumba, Em y Jonas observaron que la cripta se extendía un poco más allá. Jonas levantó la linterna y miró con atención.
– Hay otro túnel en este lado… Es probable que conduzca a otra caverna. -Lanzó una mirada a Em-. Eso explica que el aire sea relativamente fresco. Esta zona tiene una red de túneles.
– Hay otro túnel por allí. -La voz de Henry les llegó desde el otro lado.
El joven señalaba una zona más oscura en la pared, frente a las escaleras.
– Según mis cálculos -les dijo Filing suavemente-, todos los Colyton registrados en el libro de defunciones están aquí dentro. Hay muchas zonas que aún no hemos visto, así que dudo que tengamos que buscar en otro lugar.
Jonas le indicó por señas que le habían escuchado. Em y él concentraron su atención en las tumbas que tenían alrededor. Buscar posibles cajas no era una tarea fácil. Todas las tumbas tenían grandes proporciones y montones de piezas incorporadas en su construcción. En esencia, cada tumba era un conglomerado de formas rectangulares enterradas bajo una efigie de piedra ricamente decorada. Tenían que examinarlas minuciosamente para comprobar si cada sección semejante a una caja era una parte fundamental de la tumba o un cofre que pudiera albergar el tesoro.
Era un trabajo lento, y más teniendo en cuenta que sólo contaban con la luz de dos linternas. Sólo podían explorar de una manera eficaz dentro del círculo de luz. Más allá, las sombras arrojadas por las enormes y antiguas tumbas cubiertas con doseles o por los panteones ricamente ornamentados, se tragaban la luz.