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Indarsingh estalló, levantó un brazo, citó a Gandhi, habló sobre la Unión de Oxford, y dijo que se avergonzaba de la corrupción que existía en la Asociación Hindú.

Narayan parecía hundido.

A una señal de Ganesh, cuatro hombres se precipitaron hacia Indarsingh y se lo llevaron en volandas.

– ¡Antidemocrático! ¡Va contra los estatutos! -gritó Indarsingh.

Se calló de repente. Narayan preguntó:

– ¿Quién secunda la moción?

Se alzaron todas las manos.

Narayan vio la derrota. Sacó un pañuelo y se lo llevó a la boca.

Cambió el ambiente de la reunión.

El negro de la barba se levantó y pronunció un largo discurso. Dijo que le había atraído el hinduismo porque le caían bien los indios, pero que le repugnaba la corrupción que acababa de ver. Aún más: había decidido hacerse musulmán, y más les valía a los hindúes andarse con cuidado cuando lo fuera.

El tesorero jefe, guardián del cuaderno azul, un magnífico personaje con turbante de color naranja y koortah de seda, dijo que los indios eran mala gente, y sobre todo los hindúes. Había perdido la fe en los suyos y ya no consideraba un honor ser tesorero jefe de la Asociación Hindú. Iba a dimitir en aquel mismo momento y no pensaba presentarse para ser reelegido. Se olvidaron las lealtades personales.

– ¡Quédate, pandit nuestro! -gritaron los de la Asociación Hindú-. ¡Quédate!

El tesorero jefe lloró y se quedó.

Narayan parecía destrozado, más triste que nunca cuando se levantó para hablar. Pronunció el siguiente discurso, que apareció entero en The Hindú:

– La discordia y la insatisfacción imperan entre las masas hindúes de Trinidad. Amigos míos, en parte, yo he sido el causante de tal discordia e insatisfacción. Lo confieso. -Estaba llorando-. Amigos míos: ¿podréis perdonar a un anciano?

– Sí, sí -respondieron los allí reunidos, también llorando-. Te perdonamos.

– Amigos míos, no estamos unidos. Y con vuestro permiso, voy a contaros la historia de un anciano, sus tres hijos y un haz de leña. -No la contó muy bien-. Unidos estamos de pie, y divididos caemos. Amigos míos, más vale caer unidos que seguir en pie divididos. Amigos míos, el pandit Jawaharlal Nehru jamás peleó con Shrí Chakravarti Rajagopalacharya ni con Shri Vallabhai Patel por la presidencia del Congreso Nacional Panindio. Amigos míos: lo único que deseo es recuperar mi autoestima y vuestra estima. Y, amigos míos, me retiro de la vida pública. No quiero ser reelegido presidente de la Asociación Hindú de Trinidad, de la cual soy miembro fundador y presidente.

Narayan recibió una estruendosa y larga ovación. Varias personas lloraron. Algunas gritaron:

– ¡Larga vida a Narayan! Narayan también lloró.

– Gracias, gracias, amigos míos.

Y después se sentó, para enjugarse los ojos y sonarse la nariz.

– Vaya diplomacia la de ese hijo de perra, pandit -dijo el chico.

Pero Ganesh también se enjugó una lágrima.

Ganesh era el único candidato a la presidencia y salió elegido sin el menor problema.

Entre los nuevos presidentes suplentes figuraban Swami y Partap. El chico se quedó en simple secretario. A Indarsingh le ofrecieron el puesto de cuarto subsecretario, pero declinó la oferta.

La primera actuación de Ganesh en calidad de presidente consistió en enviar un cable al Congreso Panindio. Algo incómodo, porque no había ningún aniversario que celebrar. Envió lo siguiente:

MANTENEMOS VIVOS LOS IDEALES DE MAHATMA STOP ASOCIACIÓN HINDÚ TRINIDAD CON LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA STOP SALUDOS.

GANESH PRESIDENTE

ASOCIACIÓN HINDÚ TRINIDAD Y TOBAGO

11 Miembro del consejo legislativo

El Número Dos del Volumen Uno de The Dharma no llegó a salir.

Swami y Partap no podían ocultar el alivio que sentían, pero el chico le dijo a Ganesh: "No pienso volver a meterme en esta estupidez para crios, ¿entiendes?" Y a Swami: "Para la próxima revista que quieras sacar, a mí no me avises."

Pero The Dharma había cumplido su misión. Narayan no se desdijo y se retiró de la vida pública. Cuando la campaña para las primeras elecciones generales de Trinidad estaba en pleno apogeo, él se refugió en su casa de Mucurapo, en Puerto España, enfermo e inútil. The Hindú abandonó los eslóganes como Cada uno que enseñe a uno y Per Ardua ad Astra y volvió a conformarse con citas de las escrituras hindúes. El Pajarito desapareció y ocupó su lugar Chispas de la lumbre de un brahmán.

Ganesh no tenía tiempo para los asuntos de la Asociación Hindú. Las elecciones de la isla se celebrarían dentro de dos meses y estaba muy liado. Indarsingh había decidido presentarse como candidato en el distrito de Ganesh, y fue eso más que el apoyo de la Asociación, de Beharry o Swami lo que empujó a Ganesh a las elecciones.

– Narayan tenía su parte de razón -dijo Beharry-. Sobre los visionarios religiosos. Y también la mooma de Suruj. Dice que curar almas está muy bien, pero que no llena el estómago.

Ganesh pidió consejo a Léela.

Ella le dijo:

– Pues claro que tienes que presentarte. No irás a quedarte de brazos cruzados y dejar que ese chico engañe a la gente, ¿no?

– Oye, que Indarsingh no es ningún chico.

– Pues es difícil creerlo. La mooma de Suruj está en lo cierto, ¿sabes? Demasiada educación es malo de verdad. Tú te quedaste y estudiaste aquí, y sin embargo eres un hombre más importante que Indarsingh, con todos los Oxford donde dice que ha estado.

La Gran Eructadora exclamó:

– ¡Ay, Ganesh! ¡Eran las palabras que esperaba oír de tu boca! Es tu deber presentarte y ayudar a los pobres. Así que Ganesh se presentó a las elecciones.

– Pero no me va a hacer feliz ver a mi marido metiéndose en discusiones ruines con gente ruin. No quiero que arrastres tu nombre por el barro.

No lo hizo. Llevó la campaña electoral más limpia de la historia de Trinidad. No tenía programa. Y sus carteles eran de lo más sencillo: GANESH HARÁ LO QUE PUEDA, UN VOTO PARA GANESH ES UN VOTO PARA DIOS, e incluso cosas más simples, como GANESH GANARÁ y GANESH ES UN HOMBRE DE BIEN Y DE DIOS.

No celebró reuniones electorales, pero Swami y Partap le organizaron muchas reuniones religiosas. Trabajó con ahínco para ampliar sus conferencias del Camino de la felicidad; tenía que llevar los libros que necesitaba en tres o incluso cuatro taxis. En medio de una charla, dejaba caer en hindi: "Quizá interese a alguno de los aquí presentes saber que me presento a las elecciones del mes que viene. No puedo prometer nada. Consultaré para todo a Dios y a mi conciencia, aun a riesgo de desagradaros. Pero eso no es lo importante. Recordad que estamos hablando de la transmigración de las almas. Pues bien, esta teoría también fue defendida por un filósofo de la antigua Grecia, pero he traído varios libros para demostrar que es más que probable que aquel griego tomara la idea de la India…"

Beharry dijo un día:

– La mooma de Suruj piensa que ese cartel delante de la casa no queda bien, pandit. Dice que está tan mohoso que lo estropea todo.

Así que Ganesh quitó el cartel que amenazaba con no atender peticiones de ayuda monetaria y puso otro nuevo y más sencillo que decía lo siguiente: Aquí se puede encontrar solaz espiritual en cualquier momento.

Una noche, en una reunión religiosa, Ganesh vio al chico entre quienes ayudaban a llevar los libros desde los taxis hasta el estrado. Swami dijo:

– He traído al chico para pedirte perdón por lo que te dijo, sahib. Dice que lo quiere compensar ayudando con los carteles y eso. Se pasa el día llorando, sahib. Y a pesar de que parece pequeño, tiene una mano maestra para pintar carteles.