Los demás lo vieron. Empezaron a comer audazmente.
Al señor Primrose le sobrevino una catástrofe nada original. Se le cayó el monóculo en la sopa.
La esposa del gobernador desvió la mirada rápidamente.
Pero el señor Primrose señaló el monóculo.
– Je, je -rió-. ¿Pero han visto cómo se ha caído?
Los miembros del Consejo Legislativo miraron con simpatía.
El señor Primrose se encaró con ellos.
– ¿Qué miran? ¿Es que nunca han visto un negro? El hombre de los pantalones de montar susurró al oído de Ganesh:
– Pero si no hemos dicho nada.
– ¡Eh! ¿Qué pasa? -espetó el señor Primrose-. ¿Que los negros no llevan monóculo?
Sacó el monóculo, lo secó y se lo guardó en un bolsillo de la chaqueta.
El hombre de la camisa desabrochada intentó cambiar de tema.
– Me pregunto cuánto nos van a pagar por los gastos de coche para venir aquí. Desde luego, yo no he pedido cenar con el gobernador.
Señaló con la cabeza al gobernador y la dejó quieta rápidamente.
El hombre de los pantalones de montar dijo:
– Pero hombre, nos tienen que pagar.
Ea cena fue un martirio para Ganesh. Se sentía incómodo y extraño. Se fue poniendo cada vez de peor humor y rechazó todos los platos. Se sintió como si volviera a ser un muchacho, como el primer día en Queen's Royal College.
Estaba de muy mal genio al volver aquella noche, ya tarde, a Fuente Grove. "Querían dejarme en ridículo", murmuró. "Dejarme en ridículo."
– ¡Leela! -gritó-. Ven, chica, y dame algo de comer. Leela salió, sonriendo burlonamente.
– Pero hombre, si yo creía que estabas cenando con el gobernador.
– Déjate de bromas, oye. He cenado. Pero ahora quiero comer. Se van a enterar -refunfuñó, mientras metía los dedos en el arroz, el dal y el curry-. Se van a enterar.
12 De miembro del Consejo Legislativo a miembro de la Orden del Imperio Británico
Al poco, Ganesh decidió mudarse a Puerto España. Le resultaba muy cansado viajar casi todos los días entre Puerto España y Fuente Grove. El Gobierno pagaba los gastos y merecía la pena, pero sabía que incluso si vivía en Puerto España podría seguir reclamando gastos de viaje, como los demás miembros del Consejo que vivían en el campo.
Swami y el chico fueron a despedirse. A Ganesh había llegado a caerle bien el chico: veía muchas cosas de sí mismo en él.
– Pero no te preocupes, sahib -dijo Swami-. La Asociación le está arreglando una cosilla. Un pequeña beca para viajar y aprender.
Beharry, la mooma de Suruj y su segundo hijo, Dipraj, ayudaron a hacer el equipaje. Más tarde llegaron Ramlogan y la Gran Eructadora.
La mooma de Suruj y Léela se abrazaron y lloraron, y Léela le regaló los heléchos de la galería de arriba.
– Los tendré siempre, hija. La Gran Eructadora dijo:
– Chicas, estáis actuando como si se fuera a casar alguien. Beharry se metió la mano debajo de la camiseta y se mordisqueó los labios.
– Ganesh tenía que marcharse. Ha cumplido su deber aquí y Dios le llama a otro sitio.
– Ojalá no hubiera pasado nada de esto -dijo Ganesh con súbita amargura-. ¡Ojalá no me hubiera hecho místico!
Beharry posó una mano en el hombro de Ganesh.
– Vamos, Ganesh, lo dices por decir. Lo sé, cuesta trabajo dejar un sitio después de once años, pero mira cómo está Fuente Grove. Carretera nueva. Yo, con tienda nueva. Fuente. El próximo año nos ponen la electricidad. Y todo gracias a ti.
Sacaron bolsas y cajas al patio.
Ganesh fue hasta el mango.
– Se nos olvidaba.
Arrancó el cartel de GANESH, místico.
– No lo tires -dijo Beharry-. Vamos a guardarlo en la tienda.
Ganesh y Léela subieron al taxi. Ramlogan dijo:
– Sahib, siempre he dicho que tú eres el radical de la familia.
– Ah, Léela, hija, cuídate -sollozó la mooma de Suruj-. Pareces tan cansada…
El taxi arrancó y empezaron los saludos con la mano. La Gran Eructadora eructó.
– Dipraj, lleva este cartel a casa y vuelve a ayudar a tu madre con los heléchos.
Léela agitó la mano y miró hacia atrás. La galería estaba vacía; las puertas y ventanas abiertas; en la balaustrada, los dos elefantes de piedra, con la mirada fija en direcciones opuestas.
Resultaría difícil decir con exactitud cuándo dejó Ganesh de ser místico. Incluso antes de mudarse a Puerto España empezó a absorberle más y más la política. Seguía ahuyentando algún que otro espíritu; pero ya había dejado de ejercer cuando vendió la casa de Fuente Grove a un joyero de Bombay y compró otra en el elegante barrio de St Clair de Puerto España. Para entonces ya había dejado de llevar dhoti y turbante.
Léela no le cogió el gusto a Puerto España. Viajaba bastante con la Gran Eructadora. Iba a ver con frecuencia a Soomintra y también a Ramlogan.
Pero Ganesh descubrió que Puerto España era un sitio agradable para un miembro del Consejo Legislativo. ¡Había dos buenas bibliotecas, y un montón de librerías! Se olvidó de la indología, la religión y la psicología y se compró gruesos libros de teoría política. Mantenía largas conversaciones con Indarsingh.
Al principio, Indarsingh estaba resentido.
– Gente curiosa, esta de Trinidad, chaval. Ni el menor respeto por las ideas. Sólo por las personalidades.
Pero se fue ablandando con el tiempo, y Ganesh y él empezaron a trabajar en una nueva teoría política.
– Se me ocurrió de golpe, chaval. Leyendo el libro de Louis Fischer sobre Gandhi. El socialhinduismo. Socialismo cum hinduismo. Cosa fina, chaval. Ya están las líneas generales, pero los detalles son muy liosos.
Hasta aquí la autobiografía, y el hombre en su vida privada.
Pero Ganesh se había convertido en una figura pública de gran importancia. Aparecía continuamente en los periódicos. Se daba detallada noticia de sus discursos dentro y fuera del Consejo Legislativo; no paraban de fotografiarle encabezando delegaciones de taxistas, barrenderos o pescaderos ofendidos a la Casa Roja, y siempre estaba dispuesto para una rueda de prensa o una carta al director. Todo lo que hacía o decía era noticia.
Era el terror del Consejo Legislativo.
Fue él quien inició la huelga de la salida en Trinidad y la popularizó como forma de protesta. La huelga no fue una súbita inspiración. Los comienzos fueron duros. Al principio, se limitaba a tumbarse de espaldas en la mesa del Consejo, negándose a moverse. Tenía que levantarle la policía. Estas actuaciones llamaron la atención de la gente, y Ganesh se hizo muy popular en el sur del Caribe en nada de tiempo. Su foto aparecía sin cesar en los periódicos. Después descubrió la salida. Al principio, se limitaba a salir; después, salía y concedía entrevistas a los reporteros en las escaleras de la Casa Roja, y por último salía, concedía entrevistas y se dirigía a la multitud de indigentes y desocupados desde el quiosco de música de Woodford Square. Muchas veces, el gobernador se pasaba la mano por la frente, todo preocupado, y decía: "Señor Ramsumair, ¿qué hemos hecho ahora para ofenderle? Por favor, no realice otra salida."
E invariablemente, un titular de periódico que anunciase la aprobación de un proyecto de ley iba acompañado de GANESH REALIZA UNA SALIDA. Más adelante lo acortaron, y el típico titular quedó así:
APROBADO PROYECTO DE LEY DE REPOBLACIÓN
Ganesh sale