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4. En febrero fui a la finca de Sweet Pastures, donde me vi ante unos 425 niños. Todos eran indigentes. Les di comida, y juguetes a 135 de los más pobres.

5. En marzo, en mi residencia de Fuente Grove, atendí a más de 42 niños de los más pobres. Considero que debo declarar que, si bien di de comer a todos, sólo pude entregar ropas a 12 de los más pobres.

6. Al presentar esta incompleta crónica al público examen de los trinitenses, deseo que sea públicamente sabido que es mucho lo que debo a los particulares trinitenses que de tan buen grado donaron dinero para el consuelo y alivio de los niños más pobres sin distinción de raza, casta, color o credo.

The Dharma fue a imprenta.

El chico se encargó de la composición con gran entusiasmo. Puso un titular en letras grandes en la primera página y otro en la tercera. En la parte superior de la tercera insertó, en bastardilla del veinticuatro:

Hoy en día, el avión es algo que se suele ver desde cualquier sitio y también se suele creer que el progreso en este terreno se remonta a los últimos cuarenta años. Pero unas diligentes investigaciones están demostrando que no es así, y en este docto despacho, el doctor C. V. R. Swami muestra que hace dos mil años ya existía…

Y en enorme negrita:

LA AVIACIÓN EN LA ANTIGUA INDIA

Se lo sabía todo sobre los encabezamientos y los ponía cada dos párrafos. El último párrafo de cada artículo iba en bastardilla, y el último renglón en negrita.

Basdeo, el impresor, le dijo más adelante a Ganesh:

– Sahib, como me vuelvas a mandar a ese chico con algo para imprimir, le retuerzo el pescuezo.

10 La derrota de Narayan

"Si necesitara otra prueba de la mano de la Providencia en mi trayectoria, sólo tendría que fijarme en los sucesos que desencadenaron la caída de Shri Narayan", escribía Ganesh en Los años de culpa.

En Trinidad no es de buena educación mirar mal a una persona porque se sepa que no utiliza bien los fondos públicos. En cuanto se le descubre, el pobre es objeto de tal ridículo que hasta le dedican letrillas. Después de que apareciera The Dharma, Narayan ya no tuvo salida.

– Es tu oportunidad para rematarle, pandit -dijo Beharry-. Dos o tres meses para recobrarse y ¡zas!: la gente deja de reírse y vuelve a hacerle caso.

Pero nadie era capaz de trazar un plan.

Léela dijo:

– Yo haría lo que mi padre: unos buenos zurriagazos. Beharry sugirió más conferencias. El chico dijo:

– Pandit, secuestra a ese hijo de perra.

Swami y Partap pensaron un montón, pero no se les ocurrió nada.

Era la época de las bodas hindúes, y la Gran Eructadora estaba muy ocupada.

La mooma de Suruj seguía pensando cuando, para desgracia de Narayan, intervino el Destino.

Dos días después de la publicación del Primer Volumen, Número Uno de The Dharma, se anunciaba en The Trinidad Sentinel que un industrial hindú de la India había ofrecido treinta mil dólares para la mejora del nivel cultural de los hindúes de Trinidad. El dinero lo tendría en depósito el gobierno de Trinidad hasta poder entregarlo a un grupo hindú competente.

Narayan se apresuró a proclamar que la Asociación Hindú, cuya presidencia tenía el honor de ocupar, era suficientemente competente como para hacerse cargo de los treinta mil dólares.

Léela dijo:

– Si se les deja, se podrían hacer cargo de mucho más.

– El propio Dios nos envía esta oportunidad, pandit -incitó Beharry-. Pero tienes que actuar rápido. La Asociación de Narayan celebra su segunda asamblea general dentro de cuatro semanas. ¿No podrías hacer algo allí?

– No paro de pensar en ello -contestó Ganesh, y durante unos momentos Beharry reconoció al Ganesh de antes, el de los tiempos premísticos.

Cuatro días más tarde, el corresponsal de The Sentinel en San Fernando informaba de que el pandit Ganesh Ramsumair, de Fuente Grove, estaba planeando la formación de una asamblea representativa de los hindúes de Trinidad que se conocería como Liga Hindú.

Aquel mismo día, Narayan aseguraba en una entrevista que la Asociación Hindú era el único grupo representativo de los hindúes de Trinidad. Tenía un buen historial en actividades benéficas, estaba fundada mucho antes de que ni siquiera se pensara en la creación de la Liga y todas las personas honradas sabían que la Liga se iba a formar únicamente por la perspectiva de los treinta mil dólares.

Las cartas de ambos bandos llegaron volando a The Sentinel.

Por último, se anunció que la reunión inaugural de la Liga Hindú se celebraría en la residencia del pandit Ganesh Ramsumair en Fuente Grove. Tendría carácter privado.

Aquel sábado por la tarde, en la planta baja de la casa de Ganesh se reunieron unos cincuenta hombres, la mayoría antiguos clientes. Entre ellos había abogados y procuradores, pasantes, taxistas, dependientes y obreros. Sin querer correr riesgos, Léela les sirvió Coca-Cola aguada en tazas de esmalte.

Ganesh se sentó sobre unos cojines de color naranja en una tribuna bajo una talla de Hanuman, el dios mono. Recitó una larga plegaria en hindi, y después roció a los asistentes con agua de un jarro de latón sirviéndose de una hoja de mango.

Sentado con las piernas cruzadas en un charpoy junto al chico, Partap dijo en hindi:

– Agua del Ganges. El chico replicó:

– ¡Vete a Francia!

Ganesh les hizo prestar un terrible juramento de secreto.

Después se levantó y se echó la chalina verde sobre el hombro.

– Lo que quiero decir hoy es muy sencillo. Queremos emplear bien el dinero que se nos dé, y al mismo tiempo impedir a Narayan que siga creando problemas. Dice que es competente para hacerse cargo del dinero. Nosotros lo sabemos.

Hubo risas. Ganesh tomó un sorbo de Coca-Cola de un vaso de los bonitos.

– Para conseguir el dinero, no sólo tenemos que eliminar a Narayan. Tenemos que formar un grupo unido de hindúes. Se oyeron gritos de aprobación.

– La Asociación Hindú no es un grupo muy grande. Aquí somos más que en la Asociación Hindú. Quieren captar más miembros, y os he reunido hoy aquí para rogaros que forméis vuestras propias secciones de la Asociación Hindú.

Murmullos.

El chico dijo:

– Pero yo creía que hoy íbamos a formar la Liga Hindú.

Ganesh levantó una mano.

– Hago esto únicamente por la unidad de los hindúes de Trinidad.

Varias personas gritaron en hindi:

– ¡Larga vida a Ganesh!

– ¿Pero y la Liga? -insistió el chico.

– No vamos a formar la Liga. Dentro de menos de tres semanas la Asociación Hindú celebrará su segunda asamblea general. Se elegirán muchos cargos y espero veros a todos vosotros entre ellos.

Los asistentes aplaudieron.

Swami se puso de pie con dificultad.

– Señor presidente Ganesh, ¿puedo preguntarle cómo piensa que va a ocurrir tal cosa?

Los asistentes aplaudieron otra vez y Swami volvió a sentarse.

– Ese es el problema: ¿cómo ganar las elecciones en la asamblea general de la Asociación? La solución: teniendo más delegados que nadie. ¿Cómo tener delegados? Formando más secciones. Espero que los cincuenta aquí presentes formen cincuenta secciones. Cada sección enviará tres delegados a la asamblea.

Swami volvió a ponerse de pie.

– Señor presidente Ganesh, ¿puedo preguntarle cómo nos va a proporcionar a todos y cada uno de los aquí presentes tres delegados, sahib?

– Hay… hay cientos de personas dispuestas a hacerme un favor. El chico se levantó entre los aplausos dirigidos a Swami y Ganesh.

– Sí, parece buena idea. Pero, ¿cómo sabemos que Narayan no va a hacer lo mismo?

Murmullos: "El chico es pequeño pero listo" y "¿De quién es hijo?".

Swami se levantó casi en cuanto se hubo sentado. Le dedicaron más aplausos. Sonrió, tocó la carta que llevaba en el bolsillo de la camisa y extendió una mano para que cesara la ovación.