El criado carraspeo.
– Estoy acostumbrado a dar un paseo por las noches y recorro siempre este camino, y como la ventana estaba abierta…
– Vaya, Horacio, no siga; le creo sin necesidad de explicaciones -le interrumpio Carn-. Usted es hombre que merece credito. En la cocina encontrara whisky.
Horacio saludo y salio, mientras el Santo se reia en silencio.
– Horacio es unico -dijo.
– Es eso y mucho mas -replico Carn con voz triste.
Poco despues se despidieron Patricia y Templar del doctor. Recorrieron en silencio la corta distancia hasta la casa solariega, porque el Santo se encontro con la nueva experiencia de no saber que decir. No se le habia ocurrido nada hasta el momento en que la muchacha abrio la puerta del jardin, y aun entonces, solo para retrasar la despedida, pregunto:
– ?Podre verla manana por la manana?
– Desde luego.
– Vendre inmediatamente despues del desayuno.
Patricia recordo de pronto a Agata Girton.
– Creo…?Le importaria que fuese yo a verle?
– Me encantaria. Y si no la aburro mucho, podria quedarse a almorzar conmigo. Digame cuando piensa salir y le enviare a Horacio para que la acompane.
La joven se mostro sorprendida.
– ?Es necesario?
– Desde luego -contesto el Santo gravemente-. Los tigres son muy recelosos, igual que yo, y a estas horas hay uno que estara ponderando si es usted peligrosa o no… Si, ya se que parece risible, pero permitame que se lo mande, aunque solo sea para mi propia tranquilidad.
– Bien…, si usted insiste… A las diez y media, pues.
– Si que insisto. Y para Horacio sera un placer. Otra cosa:?quiere hacerme un gran favor?
Entre tanto habian entrado en la casa, y Patricia encendio la luz del vestibulo para verle mejor la cara. Pero el Santo no hablaba en broma, como ella habia supuesto.
– Cierrese por dentro y ponga la llave debajo de almohada. No abra a nadie… ni a su tia. No creo que pase nada, pero no se puede uno fiar de los tigres.?Lo hara?
– Si, lo hare, pero… es usted muy alarmista.
– Tengo mis motivos. He comprobado esta noche la rapidez con que trabaja el Tigre, y nadie se puede vanagloriar de haber golpeado al Santo dos veces en el mismo sitio… No preste atencion a ningun recado que no le traiga Horacio en persona. No confie mas que en mi, en Horacio o, en caso apuro, en el doctor Carn. Ya se que es mucho exigir, pero vamos a pasar unos dias muy divertidos. Hasta ahora ha procedido usted en todo a las mil maravillas.?Se ve con fuerzas para seguir?
– Lo intentare -repuso.
El Santo tomo la mano de la joven.
– Que Dios la bendiga, Patricia.
Cuando iba a marcharse, ella lo detuvo.
– ?Santo!…
Era extrano oir su apodo de aquellos labios…, el apodo con que hombres duros y sin escrupulos bautizaron a Templar en lugares extranos y sordidos. Habiase acostumbrado a oirlo sin dar importancia, pero ahora, al pronunciarlo aquellos labios femeninos, surgieron de nuevo los recuerdos de antano. Viose otra vez en una taberna de ultramar llena de humo, desviando la mirada del cuerpo del canalla que yacia exanime en el suelo, para contemplar a la muchacha llamada Cherry y escuchar los recios golpes que los rurales daban en la puerta. Habla logrado sacar a la infeliz muchacha del infame lugar y embarcarla rumbo a Liverpool. "Santo -le habia dicho-, tu apodo tiene una significacion real." Y nunca mas habia oido pronunciarlo en el mismo tono hasta aquel momento…
– Santo,?fue usted a casa de Bloem?
– No -repuso Templar-, eso fue una treta; pero Bloem pertenece, desde luego, a la pandilla del Tigre. No le pierda de vista. Manana se lo contare todo.?Adios!
El Santo encontro a Horacio en el sendero, oculto junto a la cerca, fumando su pipa.
– Daremos un rodeo -le dijo Templar-. Espero que el Tigre se habra cansado de acosarnos esta noche, pero no se sabe nunca lo que puede pasar. Solo a mi me consta que lo del atracador es mentira, pero a los demas, no, y si manana encontrasen nuestros cadaveres en el campo, todo el mundo creeria que era cosa del inexistente atracador.
Gracias a la precaucion del Santo, nadie les molesto durante el regreso. Tardaron una hora en dar un rodeo hasta vislumbrar la silueta del torreon.
– No es la primera vez que los incautos caen cerca de la meta -murmuro-. Quedate tu aqui oculto entre los arbustos mientras yo exploro el terreno.
El Santo sabia deslizarse con tanto sigilo como un sioux. Horacio solo vio una sombra que se desvanecia de pronto y despues no percibio, ruido alguno hasta que la sombra se materializo a su lado.
– Todo va bien -observo Templar-. Lo que significa que nuestro Tigre esta quemandose las cejas a estas horas para intentar algo realmente eficaz contra nosotros.
El Santo tuvo razon. Aunque el y Horacio no dejaron de vigilar en toda la noche, turnandose en la guardia, nada sucedio. El Tigre habia errado el golpe y, si su organizacion no hubiese sido tan perfecta, se habria visto en una situacion embarazosa. Aun asi, no habia salido muy bien del encuentro. Seguramente en un futuro haria mejor las cosas, calculando todas las contingencias de antemano para no volver a fracasar.
Ninguna de estas reflexiones quitaron el sueno al Santo. Cuando desperto, el sol entraba alegremente por el hueco de las ventanas, y Horacio colocaba en la mesita la acostumbrada taza de te.
– Excelente manana -observo como siempre.
Desde el incidente del disparo, Templar habia renunciado, aunque de muy mala gana, a banarse en el mar, como todas las mananas, hasta que la situacion estuviese mas despejada. Pero salto a la comba y boxeo a pleno sol con gran vigor. Horacio le echo unos cuantos cubos de agua encima mientras Templar se hallaba echado en la hierba respirando a pleno pulmon, satisfecho de su perfecta salud. Porque el Santo preveia una lucha durisima y precisarla de todas sus fuerzas.
– El desayuno estara dentro de un minuto -dijo Horacio. El Santo sonrio mientras se vestia. Pensaba que Horacio era demasiado bueno para ser real.
Era ya tarde, y Horacio, servido el desayuno, se marcho a buscar a Patricia. La muchacha llego media hora despues, encontrando a Templar tumbado en la hamaca. Al verla, se puso en pie de un salto, brindandole, ambas manos.
– ?Cuanto tiempo sin verla!?Como se encuentra?
– Muy bien -contesto Patricia-. Y no ha pasado nada.
Estaba fresca como una rosa, y el Santo se dijo que no habia visto nunca nada tan encantador.
– Hubiera podido suceder algo -dijo-. Cuando era boy-scout, me ensenaron a estar siempre preparado.
Acerco un sillon para la joven, arreglo los cojines y la obligo a sentarse.
– Ya se que viene usted llena de curiosidad; asi es que vamos al grano.
Y sin mas preambulo, empezo a contar la historia. Le hablo de Fernando, al que encontro agonizando, con un cris clavado en el cuerpo, y relato lo que le habia dicho aquel desgraciado. Le hablo del Tigre, que habia sido durante muchos anos uno de los gangsters mas temidos de Chicago. Le refirio alguna de sus hazanas, y llego por fin al robo audaz, efectuado en el Banco Confederado. Fernando le habia contado algunos detalles; el resto lo supo por pacientes investigaciones.
– El Tigre es un verdadero genio -dijo-. El modo como huyo con aquel monton de oro, atravesando con el todo el oceano hasta dejarlo en Baycombe, es solo una pequena muestra de lo que su cerebro es capaz.
Despues le conto los hechos mas recientes, lo poco que logro saber estando en Baycombe, de como habia despertado las sospechas de la banda desde su llegada y lo que habia hecho para dar mas pabulo a las sospechas, con la esperanza de que la parte contraria se delatase al tratar de quitarle de en medio. Poco a poco fue comprendiendo Patricia todo el alcance del asunto, mientras el Santo iba anadiendo detalles. Templar se interrumpia con frecuencia, adornando su explicacion con pintorescas salidas y graciosas exageraciones. Sin embargo, la muchacha estaba pendiente de sus labios, subyugada por sus ojos, convencida de todo lo que decia. Ahora veia las escenas de la noche anterior de distinto modo.