Выбрать главу

El Santo termino con un humoristico esbozo de lo que sucedio en casa de Bittle despues de marcharse ella.

– Ya conoce usted la historia -concluyo-. Contada asi, tranquilamente, parece absurda. Pero, con lo que ha visto, le sera mas facil creer el resto. Lo mas interesante es que el Tigre esta en Baycombe, igual que yo e igual que el oro. Y el Tigre quiere que le sirvan mi cabeza en una bandeja, yo quiero su mal adquirido botin y los dos somos bastante tenaces para no cejar en nuestro empeno. De manera que el baile va a ser muy divertido… Ademas, ahora hay un nuevo conflicto, y este ha hecho que le contara todos los detalles. El caso es que usted se ha metido en el asunto; el Tigre, por lo que sucedio anoche, ha de contar con el riesgo de que usted lo sepa todo, y su comportamiento no le habra tranquilizado, por cierto. Usted puede ser un peligro para el, y, aunque no lo sepa seguro, no puede correr el riesgo. Para curarse en salud, han de suponer que usted y yo trabajamos por la misma causa. De modo que ya ve que se halla metida en el lio.

Acabando de decir esto, el Santo se inclino hacia la joven para verla mejor. Patricia se dio cuenta de que hablaba en serio y que no era hombre dado a exageraciones, aun cuando trataba de restar importancia al asunto bromeando.

– Voy a hacerle una proposicion -continuo Templar-. Conozco a un tipo llamado Terry Mannering, que vive al otro lado de Devonshire; se trata de un hombre que sabe apreciar el lado divertido de las cosas, igual que yo. Esta casado y su mujer es encantadora; ademas, tiene algunos yates, porque, desde que su viejo padre murio, es tan rico como yo quiero serlo un dia. Si yo la llevase alli y dijera al amigo Terry que a usted le conviene, por su salud, hacer un viajecito de algunos meses, hasta que el tumulto y el ruido de los disparos se haya apagado, por asi decirlo, y los Tigres y sus cachorros esten dispersados…, me consta que los tres se harian a la mar en seguida. Cuando todo hubiese acabado y el Tigre estuviera bajo tierra, se lo comunicaria para que volviese.? Que le parece?

Patricia estaba mirandose la punta del zapato. Imitando al Santo, dijo:

– Es una excelente idea para otro momento, pero no es posible forzar el viaje asi como asi. Ademas, estoy divirtiendome ahora de lo lindo aqui en Baycombe.

Templar se levanto.

– Pues a mi no me divierte su diversion -dijo sin ambages-. Esa valentia esta muy bien cuando sirve para algo, y ahora no es el caso. Crei haberle explicado claramente el asunto. Si quiere emociones, organizare un safari o algo por el estilo; pero esta aventura no es para usted y mas vale que sea razonable admitiendolo.

Patricia arqueo las cejas.

– Supongo que se dispondra a raptarme -dijo con calma-, porque solo asi lograra que me aleje de Baycombe.

– Es usted muy tonta.

Ella se echo a reir, se puso de pie y coloco las manos sobre los hombros de Templar.

– Querido Santo, estoy decidida a no enfadarme, como usted pretende. Se figura que si me trata con rudeza le volvere, enojada, la espalda. Le prometo que no lo hare… Se muy bien que no se trata de una merienda campestre…, pero siento que usted se haya metido en la cabeza que soy una mujer que solo sirve para meriendas campestres. Siempre he sonado con ser la heroina de una aventura, y no pienso dejar escapar la oportunidad.

Templar hizo grandes esfuerzos para no perder la serenidad. Sentia ganas de abofetear a aquella nina grande y obstinada, para que entrase en razon, pero tambien sentia de abrazarla. No habia duda de que ella estaba decidida a asumirlo todo, aunque el Santo no sabia a que atribuir tal terminacion. Comprendia muy bien que una muchacha sonara ser heroina de una gran aventura, pero no que, conociendo el peligro que podia correr, insistiese en su locura. Pero tenia que rendirse a la evidencia, porque Patricia le sonreia tranquila, resuelta, manifestando claramente su voluntad de correr el riesgo a su lado sin tener en cuenta las consecuencias.

– He conocido mujeres locas, pero ninguna cuya locura me encantara tanto como la suya -dijo amablemente el Santo tomando su mano entre la suyas.

– Entonces…?de acuerdo? -pregunto la joven.

– Si, de acuerdo, amiguita. Y quiera Dios que venzamos. No es culpa mia que usted insista en meterse en la guarida del Tigre.

– ?Que Dios le bendiga! -dijo Patricia en voz baja.

9. Patricia insiste

– Bien -observo Templar rompiendo un largo silencio con la mayor delicadeza-,?que hacemos ahora, Patricia?

Ella se solto de su mano y ocupo de nuevo el sillon; el Santo acerco una silla y se sento enfrente. La joven se desanimo al ver la gravedad con que el Santo volvio a hablar del asunto, pero mas tarde se dio cuenta de que antes no quiso insistir demasiado para no contrariaria.

– Yo tambien tengo algo que contarle -observo Patricia-. Lo supe anoche.

Y le dio amplios detalles de la confesion de Agata Girton.

Pese a su locuacidad, Templar sabia escuchar a los demas. Era un lado de su caracter que Patricia aun no conocia. Reclinado en su sillon, no la interrumpio una sola vez; pero cuando ella hubo terminado, el Santo fruncio el entrecejo.

– Es muy curioso -dijo-.?De modo que tia Agata pertenece a la pandilla? Sin embargo, me gustaria saber en que sentido se puede cometer chantaje con ella. Hablando con el debido respeto, no puedo imaginarme que haya sido hermosa ni siquiera de joven para tener algo asi como lo que podriamos llamar un pasado oscuro.

– Parece absurdo, pero…

El Santo se rasco la cabeza.

– ?Que sabe usted de ella?

– Muy poco, a decir verdad -repuso Patricia-. Mi madre murio cuando yo tenia doce anos; mi padre, tres anos antes, en una caceria. Agata Girton fue nombrada mi tutora. Casi no la vi hasta recientemente. Ella solia pasar la mayor parte del tiempo viajando por el sur de Francia, pues tenia una villa en Hyeres. Yo permaneci en el colegio hasta muy tarde, y las vacaciones las pasaba aqui sola o con algunas amigas mias, porque mi tia seguia de viaje. No hizo mucho por mi, pero mis facturas fueron siempre atendidas con regularidad. Ademas, me escribia cada quince dias.

– ?Cuando se establecio definitivamente en Baycombe?

– Al regresar de Africa del Sur. Hace cosa de seis anos recibi carta de ella desde Port-Said, en la que me decia que iba camino de El Cairo. Estuvo ausente un ano y apenas escribio. De pronto, un dia aparecio diciendo que ya estaba cansada de viajar y que se quedaba a vivir en Baycombe.

– ?Y lo hizo asi?

– Alguna que otra vez emprendio un viaje corto.

– ?Cuando fue el ultimo?

Patricia reflexiono.

– Hace cosa de dos anos, poco mas o menos. No recuerdo la fecha exacta.

– De modo que en realidad no la vio usted desde los doce anos, cuando le fue presentada como su tutora, hasta que regreso de El Cabo, y tenia usted dieciseis o diecisiete anos.

– Casi diecisiete.

– Durante esos anos,?Dios sabe lo que habra pasado!

Patricia se encogio de hombros.

– En efecto, pero es ridiculo…

– Claro que lo es -convino el Santo-. Todo el asunto es demasiado ridiculo para expresarlo en palabras. Es ridiculo que el Tigre haya saqueado el Banco Confederado de Chicago y llevase el oro a traves del Atlantico, trayendolo aqui a Baycombe para disponer de el. Es ridiculo pensar que estemos casi tocando un monton de oro. Es ridiculo, pero es la realidad. Lo que hemos de tener presente es que en este asunto no hay nada que sea demasiado ridiculo. Eso me recuerda una cosa:?que sabe usted de las casas viejas de Baycombe? Debe de haber alguna bastante antigua para que Fernando creyese suficiente direccion el nombre de la "Casa Vieja".

Le sorprendio la rapidez de la respuesta de la joven.

– Hay dos a las que les va bien el nombre -dijo-. Una esta en las afueras. Antiguamente fue una fonda, cuyo nombre era "Casa Vieja". Ahora amenaza ruina; nadie sabe a quien pertenece. Se dice que hay fantasmas. Las ventanas estan cegadas con tablas, y facilmente podrian vivir alli doce hombres sin despertar la atencion si entrasen y saliesen de noche.

El Santo se mostro muy satisfecho.