– Casi lo tengo todo resuelto -anuncio.
– ?Oigamos el plan!
Patricia, exultante, tenia las mejillas sonrosadas y los labios entreabiertos. Parecia una joven y esplendida Diana, un cuadro que en abstracto hubiese encantado al pagano Templar, pero que en concreto le dio un sobresalto, pues temia que ella quisiera acompanarle a todos los sitios peligrosos.
– Se trata solo del principio de un plan para cazar a toda la banda cuando vayan por el botin -mintio pensando al mismo tiempo en como despistar a la joven-. Hay que tener en cuenta que el oro pesa mucho; de manera que tendran que embarcarlo en pequenas cantidades. Esto significa que emplearan, cuando menos, tres lanchas, porque, si cargasen demasiado, los botes se hundirian. La tripulacion sera reducida. Un buque movido a vapor no necesita mucha tripulacion; por otra parte, les conviene que haya poca gente a bordo, porque raro es el marinero que no se va de la lengua en los puertos. Si tenemos suerte, el capitan estara en tierra para recibir ordenes del Tigre, y asi hay uno menos. Tambien puede ser que el Tigre vaya a bordo para intervenir personalmente; entonces habra uno mas a quien despachar…, aunque, siendo un pez gordo, vale la pena arriesgarse. En todo caso, la idea es esta: vamos a correr el riesgo metiendonos en la boca del lobo esta noche.
El Santo era capaz de sorprenderse a si mismo. El plan de campana esbozado en un momento de apuro para despistar a la muchacha le iba pareciendo excelente mientras lo desarrollaba.
– ?Una idea brillante! -exclamo Patricia-.?Oh Santo, va a ser la aventura mas emocionante que jamas haya sucedido… si logramos salir airosos!
El Santo la contemplo con animo entristecido. Habia ocurrido lo que temia: en vez de despistarla, aun la habia entusiasmado mas.
– Yo puedo nadar dos millas con gran facilidad -aseguro la joven.
– ?Puede usted trepar tambien seis metros por la cadena del ancla despues de haber nadado dos millas? -pregunto Templar-.?Se atreve usted luego a dejar inconsciente a un hombre con un solo golpe antes de que tenga tiempo de gritar??Puede usted defenderse con una cabilla en caso de que el ataque se generalice?
Patricia se exalto de nuevo:
– Santo, usted quiere que no tome parte en el asunto, despues de que me prometio lo contrario. Es posible que no haya encontrado aun a una mujer como yo y no sepa de lo que soy capaz. No quiero que me envuelvan en algodones. Donde vaya usted ire yo, a correr los mismos riesgos.
El Santo no se dio por vencido.
– Vamos a ver -dijo sin alterarse-.?Que le pareceria hallarse prisionera en ese buque, a merced de una pandilla de criminales? Tenga en cuenta que tambien podemos perder.?Pienselo bien!
– No se preocupe. Llevare un revolver y reservare la ultima bala.
El Santo apreto los punos y los labios; sus ojos llamearon. Su expresion beatifica cayo como una mascara, porque no era en realidad mas que esto. Patricia lo vio por primera vez hecho una furia.
– ?Y usted cree…, usted cree… -las palabras le salian a borbotones- que voy a permitir que corra ese riesgo?
– ?Hay algun motivo para que no me lo permita?
– ?Claro que lo hay! -grito Templar-. Y si sigue asi, lo tendra que oir, pase lo que pase.
Ella echo la cabeza atras.
– Bueno,?que es?
– Es… -el Santo le clavo los ojos en son de reto-?que la amo!
– Pero?mire que es usted idiota! -exclamo Patricia-.?No se le ha ocurrido pensar que el unico motivo por el que me meto en todo esto es porque tambien le quiero?
El Santo se quedo mirandola, sin saber que decir. Luego:
– ?Caray! -exclamo con voz temblorosa-. Podia haberlo dicho antes,?no?
10. La "Casa Vieja"
Horacio interrumpio el idilio para poner la mesa para el almuerzo, que estuvo listo media hora mas tarde, aunque Simon y Patricia hubiesen jurado que solo habia pasado medio minuto. El Santo se dirigio a la ventana y contemplo el azulado mar; Patricia estaba arreglandose el peinado. Horacio, despues de una mirada de desaprobacion, continuo su tarea sin inmutarse, como si nada pudiese impedirle ser puntual en sus cosas.
– El almuerzo estara dentro de un minuto -anuncio despues, y se fue a la cocina.
El Santo continuo admirando el mar y el cielo con sentimientos encontrados. Se habia endurecido lo bastante en su carrera para saber que vivir un amor romantico en plena aventura era un grave obstaculo.?Por que no podia haber esperado un momento mas oportuno?, se preguntaba. Que la maravillosa Patricia estuviese enamorada de el era demasiado hermoso para ser verdad, pero lo estaba, y eso multiplicaba sus responsabilidades y su ansiedad.
Cuando Horacio hubo servido el almuerzo y volvio a la cocina, pudieron hablar de nuevo de un modo natural, con una timidez que les cohibia.
– De manera que ahora comprenderas -dijo Patricia- que no puedes apartarme de tu camino.
– Si te importan algo mis sentimientos -replico el Santo con cierta aspereza-, los respetarias y me dejarias hacerlo solo.
Ella movio la cabeza.
– En todo, menos en esto.
Era terminante. Simon Templar habia empleado toda clase de argumentos, y luchar contra la resolucion de Patricia habria sido absurdo e inutil.
En aquel momento, de buena gana hubiese dado por terminada la aventura, revelando a Carn todo lo que sabia, para que este pudiese continuar la lucha. Lo que le impedia tomar medida tan desesperada era que comprendia demasiado bien el caracter de la muchacha. A pesar de su educacion y de la vida sencilla que habia llevado en aquel pueblo, tenia madera de aventurera. Ademas, poseia una voluntad ferrea. Pensaba que era su obligacion ayudar a su amor en todo y estaba decidida a hacerlo. Si el, por causa suya, se negase a continuar la aventura, le despreciaria; queria probarle con hechos y no solo con palabras que no era una planta trepadora parasitaria que se convierte en impedimento para el hombre.
Una cosa agradecio el Santo a su buena estrella: habia logrado despistaria en cuanto a los primeros pasos: el registro de la antigua fonda en la parte posterior del pueblo. Podria dedicarse tranquilamente a ello durante la tarde sin que la joven sospechase, y si el destino le era favorable, acaso lograra dar un golpe tan decisivo al Tigre, que la intervencion de Patricia dejaria de entranar riesgo para ella.
– Si la montana no quiere moverse, Mahoma tendra que dejarla donde esta -dijo el Santo con gran amabilidad-. Pero hay un par de cuestiones que convendria resolver esta tarde, y aqui es donde puedes ayudarme. En primer lugar, no estaria mal sonsacar un poco mas a tia Agata.
– No quiso decirme nada anoche.
– No sabias si yo habia salido con bien de casa de Bittle. Esta tarde puedes acometerla con mas brios. Si sabes desenvolverte con energia, sera facil acorralarla. Al fin y al cabo ella admitio haberse apropiado de tu dinero para salvarse. Tienes, pues, perfecto derecho a exigirle una amplia explicacion. Ya se que es un caso dificil, porque tu tia se las trae, pero ten en cuenta que esta noche habras de hacer cosas mucho mas dificiles.
– No te fallare.
– Muy bien, asi me gusta. El otro asunto concierne al viejo Lapping. No podemos perder de vista a un personaje tan importante como el ex juez. Realmente, parece tan digno y tan bueno, que no se ve que relacion pueda tener con el Tigre, pero en este caso estan casi todos los demas en Baycombe. Y ahora recuerdo…, me gustaria saber algo de un hombre llamado Harry-le-Duc.