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– Es verdad. Hemos de arreglarnos sin contar con el. Si llega, tanto mejor. Por mas que… creo que prefiero encontrar al Tigre antes de que lo descubra Carn. Hemos de esperar hasta que venga por el oro. Lo mejor sera volver al torreon y cenar. Necesitaremos todas nuestras fuerzas y tambien ayuda. Los dos solos no podemos luchar contra la banda. Voy a ver al senor Lomas-Coper. Es el unico hombre en Baycombe en quien tengo confianza -concluyo Patricia.

– ?Ese? -exclamo Horacio con disgusto-.?Ese majadero?

– Yo se que no es tan tonto como aparenta. Sera para nosotros una valiosa ayuda.

Cuando se acercaban a la casa de Bloem, surgio de pronto de la oscuridad del seto una figura. Horacio dirigio sobre ella el haz de su linterna y descubrio la cara sonriente y bobalicona del propio Algy.

– ?Es usted, Patricia? -dijo-. Ya me parecio reconocerla por la voz.

Le sorprendio a Algy la firmeza con que la joven le estrecho la mano.

– A usted le buscaba -dijo Patricia con voz firme-. Vengase con nosotros al torreon. Vamos a cenar y luego hablaremos.

– ?Que? -balbuceo Algy.

– No me haga perder el tiempo. Ya se lo contare todo.

El tono de su voz fue tan autoritario, que Algy obedecio ajustando su paso al de ella.

En el torreon, Patricia se sento en seguida a la mesa. Algy se excuso.

Mientras cenaba, Patricia explico con frases breves y glaciales el asunto, de tal modo que el senor Lomas-Coper se a olvido de su locuacidad y escucho con gran atencion. Le conto la historia del principio al final, y Algy puso cada vez cara mas larga. Y cuando termino, ella le miro con ansiedad, queriendo saber si diria alguna tonteria, como, por ejemplo, que todo era debido al calor del dia y que a la manana siguiente se encontraria mejor, o si se acobardaria si realmente creia lo que acababa de oir.

Pero se vio satisfecha de ver confirmada su primera opinion. Al mirarle, vio que Algy cerro de pronto la boca con cierta energia, dando otro aire a su rostro. Sus ojos la miraban con firmeza y habia en ellos una luz muy distinta.

– Parece un folletin,?verdad? -dijo con calma pero sin ironia ni burla.

Patricia explico entonces el plan que se habia formado.

– ?Caramba, Patricia, que valor tiene usted! Pero…?no es cosa de Carn?

– Era idea del Santo, y el plan es tan atrevido, que tiene visos de salir bien. En cuanto a Carn, no podemos contar con el. Acaso no sepa tanto como suponemos: tambien puede que no haya ido a Ilfracombe por las razones que creemos. Pero hemos de estar preparados para realizar el plan sin el. Ademas, como usted comprendera, tengo motivos personales para encontrar al Tigre y hablar con el a solas…

Algy vio de pronto una amenaza de muerte en los ojos de la joven, pero el destello paso en seguida y Patricia volvio a manifestarse como un jefe frio y calculador que esboza los detalles de un ataque a fondo.

– Se que usted nada bastante bien.?Podra recorrer la distancia?

Algy asintio.

– Creo que si.

– ?Nos acompanara?

Algy tendio rapidamente la mano en senal de asentimiento.

15. Algy, en accion

Eran las diez de la noche.

– El buque debe de entrar ahora -observo Patricia, y salio fuera con Algy.

Se echaron sobre la hierba, al borde del acantilado, oteando el mar. El cielo estaba sin nubes y, aunque la Luna no habia salido aun, el brillo de las estrellas permitio ver bastante, y al cabo de un rato de mirar divisaron la islita llamada "Casa Vieja" surgiendo del mar como un animal antediluviano.

– Ya veo el barco -exclamo Algy de pronto, emocionado.

Patricia se asio con fuerza de su brazo.

– Entonces, el Santo tenia razon -dijo.

Pero solo vieron el barco en forma de una vaga silueta en el oscuro horizonte; a juzgar por la falta de reflejo en las aguas, el buque estaba, cuando menos, a unas seis millas de la costa. Patricia estuvo mirandolo hasta que le dolieron los ojos.

– Deben de entrar muy lentamente. Como es natural, sabiendo que desde aqui el Santo puede vigilarlos, han de proceder con gran cautela.

Regresaron al torreon, y Patricia, despues de consultar el reloj, hizo algunos calculos.

– A este paso, estaran cerca de la "Casa Vieja" a las once. Mas vale que se vaya usted a casa, Algy, y se ponga el traje de bano.?Tienen ustedes armas de fuego?

– Creo que tio Hans tiene una pistola.

Patricia sonrio y saco la suya del bolsillo.

– Ahora no la tiene; Simon se la quito anoche.

– Tal vez tenga otra. Me parece que alli hay una armeria. Hare lo que pueda.

– ?Cuanto tiempo tardara?

Algy reflexiono un instante.

– Volvere a las once.

– No venga mas tarde -dijo Patricia con voz autoritaria-. La distancia seria mayor si tuvieramos que nadar desde el muelle, pero como la marea acaba de empezar, acortaremos por la playa. Tendremos que bajar por el acantilado.?Podriamos localizar una soga?

– Llamare a un hombre del pueblo. Tiene un almacen… Las vende a los pescadores.

Ella asintio.

– Vaya, pues, Algy. Le espero a las once en punto.

– No faltare, Patricia -prometio el senor Lomas-Coper-. Esto me va gustando cada vez mas.?Como nos vamos a divertir!

Patricia perdio la cuenta del tiempo. Debio de caer en una especie de sopor, tal vez por cansancio mental, porque el ruido producido por alguien que andaba de puntillas por la habitacion le sobresalto subitamente y le parecio haber despertado de un sueno.

Era Horacio, vestido con un estrafalario traje de bano a rayas y un ancho cinturon de cuero, del que pendia su enorme revolver.

– ?Es que ese majadero de Algernon no va a volver? -pregunto desdenosamente, viendo que la muchacha se hallaba despierta-. Tendremos que prescindir de el… Supongo que habra perdido su gorro de dormir. Estoy listo para ir con usted cuando diga, senorita.

Patricia se sorprendio al ver que eran ya las once y diez minutos.

– Salga y vea si viene ya cuesta arriba.

Horacio salio con un ademan que daba a entender que era perder el tiempo.

Patricia salio tambien y se dirigio al borde del risco. Habia calculado bien. La Luna empezaba a salir en aquel momento por el horizonte encima del mar y ya se veia mas. En menos de una hora, la visibilidad seria perfecta, tal vez tendrian mas luz que la que necesitaban para realizar la aventura. El barco del Tigre estaba ya cerca del islote y dos lanchas se dirigian a la "Casa Vieja". Ola debilmente el ruido del motor del barco. Al cabo de un rato vio otra lancha que cruzaba la bahia hacia la embarcacion; seguramente vendria del muelle de Baycombe, a juzgar por la direccion.

Se le ocurrio pensar que en aquella lancha podria ir Carn con otros policias en busca del Tigre, en cuyo caso ella llegaria demasiado tarde, porque, una vez este en poder de la justicia, ya nada podria hacer contra el. Sin embargo,?como era posible que Carn creyese poder acercarse al buque sin que le viesen? A pesar de la mala opinion que tenia de la policia en general, no podia creer que Carn fuese tan estupido.

Patricia respiro profundamente. Ahora veia las cosas con mayor claridad. Ahi estaban el oro, el Tigre y su banda. El oro era de importancia secundaria, y la banda no era nada sin su jefe. El Tigre era el gran premio de aquella aventura, y ella estaba dispuesta a cobrarlo. Una vez a bordo del barco, quedaria despejada la incognita de su identidad.

– No le veo -dijo Horacio con sequedad-.?Como vamos a bajar por el precipicio, senorita? No tenemos cuerda suficiente.

– Algy ha ido a buscarla -repuso Patricia-.?No le habra sucedido algo?

No sabia como explicarse la ausencia de Algernon, tan entusiasmado con la aventura. No quiso creer que faltase deliberadamente a su palabra; tampoco le cabia en la cabeza que fuese cobarde.?Acaso Bloem habia descubierto su alianza con Algy? Sintio escalofrios. Si alguien habia escuchado la conversacion, los hombres del Tigre estarian esperandolos.

Por otra parte, si Algy habia salido de su casa para acudir puntualmente a la cita, su paso por el muelle de Baycombe habia de coincidir con la llegada de la lancha que recogiera al Tigre. Como Algy conocia todos los detalles, la presencia de la embarcacion a esa hora de la noche no podia menos de despertar sus sospechas, incitandole a actuar por su cuenta.