– Encantado -murmuro el Santo-. Parece que ha hecho bien las cosas, Maggie.?O es que siempre tenia esta cara?
– Me llamo Maggs.
– Pero yo le llamare Maggie -insistio Templar-. Es mas maternal y le va mejor. Pero no he querido ofenderle por lo de la cara. Tiene usted una fisonomia muy linda, como una vaca.
El capitan se levanto apartandose del Santo y dirigiendose a la joven. El Santo sintio miedo y se le hincharon las venas al forcejear con sus ligaduras.
– Pudo usted haberme matado con ese golpe. Mas tarde la obligare a pedirme perdon…, y me gusta que me lo pidan con mucha zalameria,?estamos?
– ?Sientese, Maggs! -ordeno Bittle.
– Como anticipo, me dara usted un beso. Venga.
– ?Sientese, Maggs!
Bittle se habia levantado y apuntaba al capitan con el arma. Maggs se dejo caer a reganadientes en un sillon y se quedo mirando a Patricia con furia.
Bloem dio la vuelta a la mesa y se sento al lado de Maggs. Bittle se quedo de pie donde estaba, al final de la mesa, frente al Santo, que se hallaba al otro extremo.
Bittle callo durante un momento, y los marineros apostados en la pared se quedaron inmoviles. Una atmosfera densa de endiablada crueldad lleno la estancia, debida a las miradas de odio de todos aquellos hombres silenciosos. Bittle, perfecto histrion, estaba aguardando el efecto teatral del ambiente cargado de tension.
El Santo interrumpio el silencio, que iba haciendose insostenible:
– En el momento de dirigirme al grupo, despues de un ano de buenos negocios, siento el deseo de decir… Continue, Bittle; anuncie la cuenta de los dividendos y asegurese de que todos los botones de sus tirantes esten firmes antes de inclinarse para recibir los aplausos.
Las palabras ironicas y la suave voz del Santo desvirtuaron el efecto perseguido por Bittle.
Templar miro a la muchacha, y ella le contesto con una sonrisa.
– No me impresiona la puesta en escena -dijo con voz firme-. Se que es muy aficionado al melodrama.
– El melodrama -repuso Bittle- es una cosa que aborrezco. Sin embargo, en una situacion como esta, es muy dificil moverse dentro de los limites de la trivialidad. Procurare ser lo mas breve posible. -Clavo sus malignos ojos en el Santo-. Ese hombre, Simon Templar, que veis ahi, ha tenido el capricho de meterse donde nadie le llamaba. Por un puro milagro, hasta ahora ha logrado salvarse de las diferentes medidas que tomamos para quitarle de en medio. Pero ahora, en alta mar, no creo que pueda escapar. Nos ha causado muchos problemas. Mientras viva, nadie de nosotros estara seguro. Creo expresar la opinion de todos al decir que debe morir.
Todos los bandidos dieron su asentimiento. Bittle volvio a mirar al Santo.
– El veredicto es firme -dijo.
– No te pongas monos, guapo -dijo el Santo, burlon.
Bittle continuo:
– Vamos al caso de su criado Horacio. Tambien contra el alguno de vosotros tendra resentimiento. Sea como sea, es el hombre de confianza de Templar y debe morir.
– ?Cuanta estupidez! -observo el Santo.
– Finalmente -continuo Bittle-, queda la muchacha. Tengo la intencion de hacerla mi mujer. Maggs nos casara tan pronto como la sentencia se haya cumplido. -Tomo un revolver de la mesa y lo sopeso-. Si hay alguno aqui que no este conforme, incluso Maggs, puede hablar ahora.
Nadie se movio.
– ?Toma! -exclamo el Santo.
– ?Eso es todo lo que el famoso Templar sabe decir? -se burlo Bittle-. Estoy decepcionado… Tanto ha hablado usted de lo que iba a hacer con nosotros, que estaba esperando algo interesante.
El Santo bostezo.
– Antes de que muera -dijo-, puedo contarles mi famoso chiste sobre un hombre llamado Carn. Erase una vez un medico llamado Carn, que al final resulto ser un inspector de policia…
– Patricia -le interrumpio Bittle, acentuando el nombre con singular intencion- ya me lo ha contado. Si es algun consuelo para usted, le dire que esa circunstancia no hara sino que yo tenga mas cuidado de ella. El mismo ultimatum por el cual esta usted en mi poder creo que descorazonara a Carn. Sera seguramente un dilema desagradable para el, pero creo que sus sentimientos humanitarios seran mas fuertes que su sentido del deber.
– Pero yo estoy seguro -dijo el Santo lentamente- de que dara la orden de hacer fuego y que volara el barco con todo lo que hay a bordo.
Bittle se encogio de hombros e hizo senas a uno de los hombres al que Horacio habia derribado.
– Empezaremos por el criado -dijo.
– Canallas -exclamo Horacio-. Si sois valientes todos, desatadme y subamos los seis y os ensenare lo que hacen los hombres que son hombres y no monigotes como vosotros.
El hombre que alzo el revolver sobre Horacio empezo a sudar copiosamente.
– No se preocupe por mi, senor -continuo Horacio-. No crea que me importa un comino…?Dispara ya, maldito!?De que tienes miedo??De que le muerda? Acaba ya y vete al infierno.
– ?Alto!
La suavidad de la voz del Santo no oculto el tono acerado de la orden.
El hombre bajo el arma. Bittle se volvio hacia el Santo, preguntando con ironia:
– ?Que??Por fin tiene algo que decir antes de que se cumpla la sentencia??Le gustaria arrodillarse para suplicarme que no le mate? Sus suplicas no me conmoveran, pero el espectaculo de ver al senor Templar retorcerse a mis pies sera muy divertido para mi.
– No me sucedera en este viaje precisamente -replico Templar.
Habia logrado, no sin grandes esfuerzos, sacar la pitillera del bolsillo del pantalon y habia cortado ya, las cuerdas que le sujetaban las manos. Despues se habia encogido mas en el sillon para subir bien las piernas y en aquellos momentos estaba cortando pacientemente las cuerdas de abajo.
– El caso es -dijo el Santo, siempre con voz lenta- que, como decia usted muy bien, todos estamos expuestos a cometer errores. Ustedes han cometido tres muy grandes. Quiero que sepa usted, serafin mio, que si odia el melodrama, en cambio, yo le tengo una gran aficion. Creo que puedo decir que he arreglado esta pequena escena solo para mi propia diversion. Me parecio que la aventura habia de terminar de manera digna y dramatica, y, si todo va como pienso, tendra usted que sufrir la angustia de ver bastante melodrama concentrado como para llenar un libro. Las cosas, de ahora en adelante, tendran suficiente emocion para que el publico se quede sin aliento.?Que le parece, mi bien amado Bittle?
– Se lo dire cuando haya terminado -dijo Bittle con brusquedad.
El Santo continuo, sin inmutarse:
– Ahora habla el accionista principal de la empresa, de modo que no me interrumpa. Sientese y escuche, que ya ha tenido ocasion de hablar… Bien, aqui estamos todos como en una familia feliz, exactamente como yo queria tenerles reunidos. No niego que haya corrido cierto riesgo, pero ha sido preciso para disponer la escena de un modo conveniente e interesar al publico en la funcion. Ademas, era necesario que pasase algun tiempo antes de que llegara el momento oportuno para el gran golpe. Ahora, si estan ustedes listos, soltare el primer golpe. -El Santo se detuvo sonriendo a Bittle y Bloem-.?Donde esta Harry-le-Duc?
Si hubiese hecho estallar un cartucho de dinamita bajo sus pies no hubiera podido producir mayor sensacion. Los hombres se miraban los rostros, llenos de sospechas, furor y miedo. Hubo un silencio intenso, durante el cual el Santo se recosto mejor, sonriendo beatificamente y rompiendo al mismo tiempo los ultimos cabos de la cuerda que ligaba sus pies.
De pronto estallo la tormenta. Bittle se echo sobre Bloem y lo zarandeo sujetandolo por los hombros.
– ?Que ha pasado con Harry? -pregunto furioso.
Bloem se puso en pie de un salto y aparto las manos de Bittle.
– Haga el favor de no tocarme. -Bloem estaba nervioso y hablaba incoherentemente-. No es mia la culpa… Usted nada me pregunto… Estaba demasiado entretenido hablando siempre…, no he tenido tiempo de decirselo. -Se volvio hacia el Santo-. Ese demonio de hombre me sorprendio…, estaba llevandole comida a Harry…, la puerta estaba abierta… y me tiro al suelo. Ya sabia yo que encontraria a Harry.