– Sí. -La foto del pase de diapositivas era de Risque Business. Kendall carraspeó y fue asumiendo la realidad. Por lo menos el enemigo tenía cara y ojos-. Gracias, Raina. Es muy amable de tu parte habérmelo dicho.
Raina suspiró.
– La verdad es que no estaba muy segura de si sería mejor que lo supieras o no, pero cuando he entrado en Norman's y he visto a Lisa tan altanera, como si no tuviera nada que reprocharse… pues he decidido que no se merecía salirse con la suya. Y me avergüenzo de haberla animado a ir detrás de mi hijo. Tenía que compensar eso. Ahora tengo que reunirme con la familia de Eric.
– Gracias de nuevo, Raina.
– De nada, Kendall. Ya sabes que tu tía era como de la familia para mí. Y tú también. Adiós.
Unos segundos después de terminar la conversación, Kendall se retiró el teléfono de la oreja. Bajó la mirada y se dio cuenta de que estaba temblando, no de miedo sino de enfado. Enfado con ella y con Lisa.
Kendall había provocado el distanciamiento de Rick. No podía culpar a nadie más. Lisa Burton no se habría interpuesto entre ellos si Kendall no hubiera estado muerta de miedo, y tenía el presentimiento de que si Lisa no hubiera proyectado el cuerpo semidesnudo de Kendall en una pantalla para que la viera todo el pueblo, ella de todos modos habría encontrado otra excusa para huir. Al fin y al cabo eso era lo que siempre había hecho. Pero se acabó, pensó Kendall, por fin orgullosa de sí misma.
Aun así, Lisa debía asumir la responsabilidad de sus actos. No tenía ningún derecho a sabotear el pase de diapositivas anual del pueblo, igual que tampoco lo tenía a humillar o acosar públicamente a Kendall por culpa de los celos. En realidad, Kendall no tenía la exclusiva sobre el cuerpo de Rick Chandler, pero él le había dejado las cosas claras a Lisa. Ésta tampoco la tenía ni la tendría nunca.
Si Kendall pensaba quedarse en el pueblo, ya iba siendo hora de que se hiciera valer como persona con derechos, sentimientos y objetivos personales, uno de los cuales incluía a Rick Chandler.
Lo cual implicaba que tenía que decirle a Lisa Burton que se batiera en retirada.
Rick entró en Norman's. Cuando su madre lo había llamado a la comisaría hacía unos minutos y le había pedido que se reuniera con ella y la familia de Eric después del trabajo, no había podido negarse, a pesar de que seguía muy enfadado con ella por el hecho de que hubiera fingido sus problemas cardíacos.
Pero como sabía que lo había hecho por su propio bien, por retorcido que fuera el método, no pensaba darle la espalda y hacerla sufrir por ello. Era su madre y la quería.
En cuanto entró en el restaurante, se le acercó y ella le dio un fuerte abrazo, agradecida y aliviada.
– Qué contenta estoy de que hayas venido. Gracias.
Rick la abrazó también, dando gracias a Dios en silencio porque gozaba de buena salud aunque deseó que no tuviera una mente tan confabuladora. Luego dio un paso hacia atrás.
– ¿Dónde está Chase?
Rick supuso que Raina también le había invitado a cenar con la familia de Eric. A Roman probablemente le tocaría la próxima vez, cuando él y Charlotte regresaran de Washington D. C.
– Tu hermano ya vendrá -dijo Raina sin mirarle a los ojos.
Rick todavía no le había contado a Chase lo de la farsa de Raina. Asombroso, teniendo en cuenta que había reprendido a Roman por ocultarle la información, pero Chase estaba muy ocupado con los plazos de entrega y las reuniones, y Rick todavía no había encontrado la ocasión de darle la noticia. Ahora tenía que lidiar con su madre de nuevo, que volvía a dar muestras de estar haciendo de las suyas.
De repente le parecía que aquella cena era una especie de trampa.
– ¿Dónde está la familia de Eric? -preguntó Rick, temiéndose que ni siquiera estuvieran allí.
– Están en esa mesa redonda de ahí. -Señaló hacia un grupo numeroso situado en una esquina-. Pero creo que deberías saber que cuando Kendall ha entrado…
Rick soltó un gemido. Su madre acababa de confirmarle la corazonada que había tenido. Lo había embaucado para que fuera a Norman's. Oh, claro que quería que cenara con la familia de Eric, pero la idea probablemente no se le había ocurrido hasta que había entrado en el local y había visto a Kendall. En el fondo, su madre era una celestina extraordinaria.
Kendall. El alma se le había caído a los pies al oír su nombre, sensación que sabía que le duraría unas cuantas semanas. O por lo menos hasta que ella hiciera las maletas y se marchara del pueblo. Colocó con firmeza una mano en el hombro de su madre porque quería que lo dejara en paz. Había descartado la idea de reconciliarse con Kendall. Tenía que seguir adelante con su vida sin que su madre tratara de inmiscuirse.
Le apretó el hombro ligeramente para asegurarse de que le prestaba atención.
– Los sitios a los que Kendall va y lo que hace son asunto suyo. Hemos terminado, se marcha del pueblo y no quiere que me entrometa en su vida. Dejémoslo así.
Raina frunció el cejo.
– De acuerdo, pero si no quieres que el enfrentamiento entre Kendall y Lisa se convierta en una pelea a muerte en el salón trasero de Norman's, yo diría que mejor que te entrometas. -Dicho esto, se volvió y se encaminó a la mesa redonda donde estaba la familia de Eric.
Rick dejó escapar un gemido. ¿Alguna vez dejaría de caer en las trampas de su madre? Había picado el anzuelo y lo sabía. Pero tenía motivos. Si Kendall estaba en el salón posterior con Lisa, alguien tenía que arbitrar. Y mejor que ese alguien fuera él.
En cuanto dobló la esquina de la parte trasera, oyó claramente la voz de Kendall.
– Si vuelves a acosarme, te demandaré.
– ¿Alegando qué? -preguntó Lisa con tono aburrido.
– Oh, empezaré por algo sencillo, como provocar intencionadamente sufrimiento emocional, y luego pasaré a presentar acusaciones a la policía. Acoso sería un buen comienzo. Aunque no estoy segura de que haga mucha falta. Yorkshire Falls es un pueblo pequeño, y aquí la gente tiene una memoria de elefante.
Rick no quería arriesgarse a que lo vieran asomándose, pero notó la alegría con que Kendall le leía la cartilla a Lisa, que se limitó a exhalar un suspiro de sufridora.
– He vivido aquí más tiempo, tengo una reputación excelente y además tú no puedes demostrar que hiciera nada -replicó Lisa.
– ¿Estás segura? Resulta que tengo una amiga en la oficina de correos.
Rick entornó los ojos.
– Ya sabes que las editoriales de revistas ponen una etiqueta en la portada con el nombre y la dirección a que van dirigidas. Pues bien, a esta amiga no le importaría arrancar la portada del siguiente ejemplar mensual de Risque Business. Ya sabes, la portada que demuestra que estás suscrita a la revista para la que hice de modelo. -Resultaba claro que Kendall se estaba regodeando-. No soy abogada, pero eso debería bastar para demostrar que tuviste la oportunidad. Todo el pueblo sabe que Rick te gusta, así que no costaría nada encontrar el motivo. Créeme, Lisa, más te vale no meterte conmigo. Retírate -dijo para terminar, hablando con voz más grave.
Rick parpadeó asombrado. Nunca había oído a Kendall emplear un tono tan estricto, tan de intocable; ni siquiera con su hermana. El pecho se le hinchó de orgullo junto con el reconocimiento de que algo había cambiado en el interior de Kendall. Era obvio que se había enfrentado a algunos de los demonios que llevaba dentro desde la niñez, y que la experiencia la había fortalecido.
Deseó poder albergar esperanzas ante la idea, pero Kendall llevaba la pasión de viajar en las venas. Aunque el temor fuera lo que motivaba sus huidas y parte de ese temor pareciera haber desaparecido, Rick se había llevado demasiados palos en la vida como para creer que Kendall cambiaría de opinión y se quedaría. Con él.
Pero le agradaba saber que, por lo menos, se marcharía del pueblo con la cabeza bien alta.