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De acuerdo con el entendimiento de los chamanes del linaje de don Juan, el silencio interno es la matriz necesaria para dar un gigantesco paso evolutivo; los chamanes del México antiguo llamaban a este gigantesco paso evolutivo el conocimiento silencioso. El conocimiento silencioso es un estado de la conciencia humana donde el conocimiento ocurre automática e instantáneamente. En este estado, el conocimiento no es producto de cogitaciones cerebrales o inducciones y deducciones lógicas, o de generalizaciones basadas en similitudes o diferencias. En el conocimiento silencioso no hay nada a priori, nada que pueda constituir un cuerpo de conocimiento. En el conocimiento silencioso todo ocurre inminentemente ahora. Piezas complejas de información pueden captarse sin ningún preámbulo.

Don Juan creía que el hombre primitivo tuvo indicaciones del conocimiento silencioso, pero que realmente no lo poseía. Dijo que estas indicaciones eran infinitamente más poderosas que lo que el hombre de hoy en día experimenta, donde la masa del conocimiento es el producto del aprendizaje. Creía que, aunque hemos perdido nuestra capacidad de captar estas indicaciones, la avenida que conduce hacia el conocimiento silencioso estará siempre abierta para el hombre, y esta avenida surge de la matriz del silencio interno.

Alcanzar el silencio interno es el prerrequisito para todas las cosas que hemos delineado en esta elucidación. Don Juan nos enseñó que el silencio interno debe obtenerse por medio de la firme presión de la disciplina. Dijo que el silencio interno tiene que acumularse o guardarse, poco a poco, segundo a segundo. En otras palabras, uno tiene que forzarse a estar callado, aunque sea sólo por unos segundos. Don Juan aseguraba que si uno es persistente, la perseverancia vence el hábito, y de esta manera, se llega a un umbral de segundos o minutos acumulados, un umbral que varía de persona a persona. Por ejemplo, si para un individuo dado, el umbral del silencio interno es de diez minutos, una vez que llega a este límite, el silencio interno ocurre por sí mismo, espontáneamente, por así decirlo.

No hay manera posible de saber cuál es nuestro umbral individual. La única manera de saberlo es practicándolo. Esto es, por ejemplo, lo que me ocurrió a mí. Siguiendo la sugerencia de don Juan insistí en forzarme a mantenerme callado y, un día, mientras caminaba en la universidad de California, desde el departamento de antropología hacia la cafetería, alcancé mi umbral misterioso. Supe que lo había alcanzado porque, en un instante, experimenté algo que don Juan me había descrito extensamente; lo llamaba parar el mundo. En un instante, el mundo dejó de ser lo que era, y, por primera vez en mi vida, fui consciente de que estaba viendo energía tal y como fluye en el universo. Tuve que sentarme en unos escalones de ladrillo, pero supe que lo hacía sólo a nivel intelectual, a través de mi memoria. Experimentalmente, estaba sentado en energía. Yo mismo era energía, al igual que todo lo que me rodeaba.

Me di cuenta entonces, de algo que me aterrorizó, algo que nadie podía explicarme excepto don Juan; tuve conciencia de que, aunque estaba viendo energía tal y como fluye en el universo por primera vez en mi vida, había estado viendo energía tal y como fluye en el universo durante toda mi vida, pero no me había dado cuenta de ello. La novedad no fue ver energía tal y como fluye en el universo. La novedad fue la pregunta que surgió, con tal furia, a raíz de esto, que me hizo regresar al mundo cotidiano. ¿Qué es lo que me ha impedido darme cuenta de que he estado viendo energía tal y como fluye en el universo toda mi vida? me pregunté a mí mismo.

Don Juan me lo explicó haciendo una distinción entre nuestra conciencia general y el estar deliberadamente consciente de algo. Dijo que nuestra condición humana es poseer esta conciencia profunda, pero que todos los ejemplos de esta conciencia profunda no se encuentran al nivel en que podamos estar con toda deliberación conscientes de ellos. Dijo que, cumpliendo con su función, el silencio interno había cubierto este intervalo y me había permitido darme cuenta de cosas de las que, solamente, había estado conciente en un sentido general.

LA SERIE DE WESTWOOD

El propósito de esta elucidación ha sido presentar lo que don Juan llamaba los cinco intereses de los chamanes del México antiguo. Presentó los siguientes puntos de interés a sus discípulos: los pases mágicos, el centro de decisiones, la recapitulación, el ensueño y el silencio interior, en el mismo orden en que los he explicado. Dijo que esta secuencia era un arreglo al que habían llegado esos chamanes de la antigüedad, según y conforme a su entendimiento del mundo a su alrededor.

Don Juan explicó que uno de los descubrimientos más asombrosos de esos chamanes fue la existencia de una fuerza aglutinante que une los campos energéticos creando unidades

concretas y funcionales. Dijo que esos chamanes describían esta fuerza como una vibración, o una condición vibratoria que se extiende a través de diferentes grupos de energía y, al saturados, los une. Dijo que los pases mágicos cumplen con la función de esta condición vibratoria, y que su propósito era saturar a sus discípulos con ellos, siguiendo el mismo patrón utilizado por los chamanes de tiempos remotos.

Don Juan explicó que cuando esos brujos agruparon esos cinco puntos de interés chamánico, copiaron el patrón energético que habían descubierto al ver energía tal y como fluye en el universo. La fuerza aglutinante resultó ser los pases mágicos, y éstos impregnaron las cuatro unidades restantes agrupándolas en una unidad funcionaclass="underline" cinco campos energéticos unidos por uno de ellos.

Aquellos pases mágicos, que saturaban las otras cuatro unidades, y que se enseñaban en los tiempos de los chamanes del México antiguo sólo a los iniciados en el chamanismo, son los mismos pases de la Tensegridad. Hoy en día, cualquier persona puede utilizar los pases mágicos sin que éstos pierdan su capacidad de aglutinar esos cuatro campos de energía en una unidad concreta y funcional.

El grupo de pases mágicos que cumple con la función de aglutinar las otras cuatro unidades se llama La Serie de Westwood.

La Serie de Westwood está dividida en cuatro secciones. La primera sección, y la más importante, está constituida por pases mágicos que facilitan la toma de decisiones. La segunda, en orden de importancia, es la que está relacionada con la Recapitulación. La tercera se relaciona con el ensueño, y la cuarta está compuesta de pases mágicos directamente conectados con la preparación para alcanzar el silencio interno.

La Serie de Westwood se recalcará en todos los seminarios que se efectúen este año, tanto en Estados Unidos como en el extranjero.