Выбрать главу

– Bueno, comparadas con el número de hechos, tus suposiciones no son demasiadas. Y se ajustan a los hechos aceptablemente. Venga, adelante.

– No sé qué hay adelante. Lo único que sé es que alguien muy interesado en echar tierra al asunto del año setenta se entera de que Vica ha estado en la editorial y se propone ir a ver a Smelakov. Vica no oculta su interés en el manuscrito perdido y tampoco oculta cómo se ha hecho con el teléfono de Bondarenko. El hecho siguiente perfectamente comprobado es que el mensaje de Kosar fue borrado del contestador. Como conjetura, puedo decir que los que mantuvieron a Vica secuestrada durante una semana entera, antes de matarla, le quitaron las llaves del piso de Borís, fueron allí y borraron la grabación. Y luego mataron a Kosar.

– ¿Cómo que «mataron»?

– Un atropello. El conductor se dio a la fuga y hasta este momento sigue sin identificar. Kosar murió casi en el acto. Vica y Kosar están muertos, el mensaje, borrado; por lo tanto, todas las pistas que podrían conducir a Cosmos están cortadas.

– ¿Y por qué demonios se han tomado esas descomunales molestias?

– ¡Ojalá lo supiese! Pero esto no es todo. Después de abrir el caso del asesinato, se emprenden esfuerzos más descomunales aún por evitar que se resuelva el crimen. Al principio se intenta imponer a la instrucción la hipótesis de la locura de Vica, que se marchó de casa no se sabe adonde y cayó en manos de un canalla. Luego, cuando salió a la luz el nombre de Brizac y las dudas sobre la salud mental de la chica se desvanecieron, pasaron a hacer presiones directas, primero a mí y luego a Lártsev. El resultado lo has visto con tus propios ojos esta misma noche.

– ¿Pero qué tiene que ver Lártsev con todo esto?

– Obligaron a Volodya a tergiversar las declaraciones de los testigos de modo que respaldasen la hipótesis que les interesaba. Cuando no funcionó, la emprendieron conmigo, pero durante unos días me ayudaste a lidiarlos. Comprende, Liosik, esa gente se anda con mucho ojo. Hace tiempo que tratan con Lártsev y saben que le vuelve loco pensar que a su hija le pueda ocurrir algo. No les habla como un profesional sino como un padre que por salvar a su hija haría cualquier cosa. Han detectado su punto débil, le conocen bien. En cambio, conmigo no lo ven tan claro, mi comportamiento les resulta confuso, no encaja en sus esquemas, y todavía no han decidido si soy tonta o demasiado lista. Por eso han decidido que algún otro les saque las castañas del fuego. Han secuestrado a la hija de Lártsev y le han ordenado obligarme a hacer lo que ellos digan. Porque, si hasta este momento Volodya les ha obedecido, seguirá obedeciéndoles en adelante. En cambio, conmigo no pueden tener esa clase de garantías.

– No sé -dijo Liosa encogiéndose de hombros-. Yo en su lugar…

– Ahí está -incidió Nastia con dureza-. Tú en su lugar. Pero tú eres Liosa Chistiakov, con tu cerebro y tus experiencias. Él, en cambio, es Volodya Lártsev y ha vivido su propia vida, con sus miserias y sus tesoros, posee un carácter propio, unas experiencias personales. Todos somos distintos, por eso todos actuamos de forma distinta. Muchos de nuestros males se deben justamente a que queremos aplicar a los demás nuestra propia vara de medir.

– ¿Cuándo le devolverán a su hija? ¿Podemos hacer algo tú y yo para que se la devuelvan antes?

Nastia no le contestó. Estaba mirando a los posos de café de la taza, como si allí pudiera esconderse la respuesta a la pregunta de Liosa.

– ¿Me oyes? -insistió éste-. ¿Qué se puede hacer para ayudar a la niña?

– Me temo que nada -respondió Nastia con un hilo de voz.

– ¿Qué quieres decir?

– La experiencia demuestra que nadie suelta nunca a los rehenes.

– ¿Y lo dices tan tranquila? No puede ser que no se pueda hacer nada. No me lo creo. Simplemente estás desanimada, te has desentendido porque no se te ocurre ninguna solución. ¡Anda, despierta, Nastia, tenemos que hacer algo!

– Cállate -le cortó ella desabridamente-. Veo que no me conoces bien si crees que me dejo desanimar y me quedo de brazos cruzados. La niña es demasiado mayor para que la dejen volver a casa. Si tuviera dos o tres años, habría una posibilidad, porque como testigo no valdría nada. Pero una niña de once años les recordará a todos, les describirá con todo detalle. Contará qué era lo que le daban de comer, de qué charlaban, qué muletillas usaba cada uno al hablar, adonde daban las ventanas, qué ruidos llegaban desde la calle y muchas cosas más. Después de esto, encontrarlos será cuestión de paciencia y recursos técnicos. Por eso nunca sueltan a los rehenes. Pero hay una ley más, y sólo podemos confiar en que funcione en este caso.

– ¿Qué ley?

– Tras pasar una semana juntos, para el criminal no resulta nada fácil matar al rehén. Se acostumbran el uno al otro, los dos entablan cierta relación, están forzados a comunicarse. Cuanto más tiempo tienen al rehén, más les cuesta matarle. Y entonces aparece una probabilidad, aunque infinitesimal, de que no le maten. Ni que decir tiene que no soltarán a la niña así como así, pero tampoco la matarán, o al menos no en seguida. Lártsev no quiere comprenderlo, está desesperado, no tiene más remedio que creerles. Pero si son criminales con experiencia, lo más probable es que la niña ya esté muerta.

– Eres un monstruo -suspiró Liosa-. ¿Cómo puedes hablar de esas cosas con tanta calma?

– Di también que soy una degenerada moral. Simplemente sucede que tengo más sangre fría y sensatez que Lártsev. Tal vez porque no tengo hijos, como él me ha dicho con muchísima razón. Pero si me pongo a dar cabezazos contra la pared, llorar y lamentarme, esto, por desgracia, no cambiará las cosas. Si la niña está muerta, podemos hacer lo que consideremos oportuno pero corriendo el riesgo de que Lártsev venga aquí para matarnos. Sin embargo, si todavía sigue con vida, lo que tenemos que hacer es estarnos quietecitos y esperar tiesos y callados para, Dios nos libre, no provocar a los criminales, tenemos que rezar para que el juego se prolongue el máximo tiempo posible. Cada día, cada hora que Nadia está con ellos es, desde luego, un trauma para ella, son días y horas llenos de terror pero también son una esperanza de que salga con vida. Esto es en lo que intento pensar, en la manera de dilatar el asunto sin despertar sus sospechas. Pero tú tienes que montarme escándalos por no sé qué informativos de la radio.

– Bueno, perdóname, viejecita mía. Quedemos en que ninguno de los dos tenía razón. Pero convendrás conmigo…

Liosa no tuvo tiempo de terminar la frase porque le interrumpió el sonido del teléfono.

– ¿Cómo te encuentras, Stásenka? -inquirió el Buñuelo con voz que rezumaba dulzura.

– Mal, Víctor Alexéyevich. Ha estado el médico, me ha dado la baja por diez días, me ha dicho que guarde cama, duerma y no me preocupe de nada.

– Qué suerte la tuya -suspiró Gordéyev con envidia-. A mí, en cambio, me están poniendo tibio.

– ¿Quiénes?

– Empezó Olshanski. Ya ves tú, le ha llamado el jefe de la instrucción y le ha puesto de vuelta y media por aquello del caso de Yeriómina. Gritaba que, si no sabían resolver crímenes, tenían que reconocer abiertamente su incompetencia y parar el caso en vez de crear apariencias de actividad. Le dijo que le llevara el expediente, lo leyó personalmente, le restregó por las narices que desde el 6 de diciembre en el expediente no ha aparecido ni un solo documento nuevo, llamó vago a Kostia y le ordenó preparar la conclusión de inmediato. Kostia, faltaría más, me echó la bronca, y yo le eché otra, como debe ser. Tengo a los detectives trabajando a tope, currando de sol a sol, mientras que los jueces como él no hacen otra cosa que marear la perdiz, no dan un palo al agua, se quedan de brazos cruzados esperando a que los detectives les solucionen el caso. Con éstas nos hemos despedido. Luego vino echando humo Goncharov, el de las tareas de seguimiento, también para cantarme las cuarenta. Se puso a chillar porque le faltaba gente y me dijo que, si el propio general no me firmaba la orden, me quitaría a todos sus hombres, a los que trabajaban para mí. Así que todos los vigilados por el caso de Yeriómina se han quedado sin que nadie los siga.