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Jake soltó una fuerte carcajada de granjero al ver la cara de desconcierto de Aaron, y Cárter dejó ostensiblemente su vaso sobre la barra boca abajo.

– No sé cómo lo hacen en Rannish -le dijo Cárter al chico-, pero aquí por algo lo llamamos un tentempié.

El aprendiz del herrero pareció debidamente avergonzado y puso su vaso boca abajo como habían hecho los demás. El posadero le sonrió amablemente antes de recogerlos todos y meterse en la cocina.

– Muy bien -dijo el viejo Cob con decisión, frotándose las manos-. Le dedicaremos una noche entera a esto cuando vosotros dos volváis de Baedn. Pero la lluvia no me esperará, y seguro que los Orrison están impacientes por ponerse en camino.

Después de que se marcharan de la Roca de Guía en grupo, Kvothe salió de la cocina y volvió a la mesa donde estaban Cronista y Bast.

– Shep me caía bien -comentó Bast-. Puede que Cob sea un viejo cascarrabias, pero la mayor parte del tiempo sabe lo que dice.

– Cob no sabe ni la mitad de lo que cree saber -dijo Kvothe-. Anoche los salvaste a todos. De no ser por ti, esa cosa habría destrozado la taberna, devastándola como un campesino trillando el trigo.

– Eso no es cierto, Reshi. -Bast parecía muy ofendido-. Lo habrías parado tú. Tú puedes.

El posadero rechazó el comentario con un ademán, sin ganas de discutir. Los labios de Bast dibujaron una línea dura y colérica, y sus ojos se entrecerraron.

– Pero Cob tiene razón -intervino Cronista en voz baja rebajando la tensión antes de que se volviera demasiado espesa-. Shep demostró un gran valor. Eso hay que respetarlo.

– No, yo no -dijo Kvothe-. Cob tiene razón: no son buenos tiempos para ser valiente. -Le hizo una seña a Cronista para que cogiera la pluma-. Sin embargo, también yo pienso que ojalá hubiera sido más valiente y Shep estuviera ahora en su casa besando a su joven esposa.

Capítulo 18

Vino y sangre

Al final Wil y Sim me apartaron del cálido abrazo del Archivo. Me resistí y los maldije, pero ellos se mostraron firmes en sus convicciones, y los tres juntos afrontamos el frío viento que soplaba en el camino de Imre.

Llegamos al Eolio y conseguimos una mesa cerca de la chimenea del lado este, desde donde veíamos el escenario y manteníamos la espalda caliente. Después de un par de copas, noté que mi ansia de libros se reducía a un dolor sordo. Charlamos, jugamos a cartas y al final empecé a pasarlo bien pese a saber que Denna debía de andar por algún sitio cogida del brazo de Ambrose.

Al cabo de unas horas estaba repantigado en mi silla, amodorrado y caliente por efecto del fuego de la chimenea, mientras Wil y Sim discutían sobre si el gran rey de Modeg era de verdad un monarca reinante o solamente una figura decorativa. Me había quedado casi dormido cuando oí el fuerte golpe de una botella en nuestra mesa, seguido del delicado tintineo de unas copas de vino.

Denna estaba de pie junto a nuestra mesa.

– Seguidme la corriente -urgió en voz baja-. Me estabais esperando. Llego tarde y estáis enfadados.

Me enderecé, adormilado, y parpadeé varias veces intentando despejarme.

Sim aceptó el reto sin titubear.

– Llevamos más de una hora aquí -dijo frunciendo el ceño con expresión severa. Golpeó firmemente la mesa con dos dedos-. No creas que esto se arregla invitándome a una copa. Exijo una disculpa.

– No ha sido solo culpa mía -dijo Denna, mostrándose debidamente abochornada. Giró la cabeza y apuntó hacia la barra.

Me volví temiendo ver a Ambrose allí de pie, mirándome con aire de suficiencia con su maldito sombrero. Pero solo era un ceáldico medio calvo. Nos hizo una extraña y breve inclinación de cabeza, a medio camino entre un saludo y una disculpa.

Sim lo miró con mala cara, se volvió hacia Denna y, a regañadientes, señaló la silla vacía que yo tenía delante.

– Está bien. Y ¿qué? ¿Vamos a jugar a esquinas o no?

Denna se sentó en la silla, de espaldas a la sala. Luego se inclinó y besó a Simmon en la frente.

– Perfecto -dijo.

– Yo también he puesto cara de pocos amigos -protestó Wilem.

Denna le acercó la botella.

– Y como recompensa, puedes servirnos el vino. -Nos puso una copa delante a cada uno-. Es un regalo de mi obstinado pretendiente. -Dio un suspiro de hastío-. Qué manía, siempre tienen que regalarte algo. -Me estudió con ojos pensativos-. Estás muy callado.

– No esperaba verte esta noche -dije pasándome una mano por la cara-. Me has pillado a punto de quedarme dormido.

Wilem sirvió el vino de color rosa pálido y nos pasó las copas mientras Denna examinaba el grabado de la parte superior de la botella.

– Cerbeor -caviló Denna-. Ni siquiera sé si es de una añada decente.

– No, no lo es -dijo Simmon con naturalidad al coger su copa-. El Cerbeor es de Atur. En sentido estricto, solo los vinos de Vintas tienen añada. -Dio un sorbo.

– Ah, ¿sí? -pregunté observando mi copa.

Sim asintió y explicó:

– Es un mal uso muy habitual de la palabra.

Denna dio un sorbo y asintió para sí.

– Pues está bueno -dijo-. ¿Sigue en la barra?

– Sí -confirmé sin mirar.

– En ese caso -dijo sonriendo-, me temo que tendréis que aguantarme.

– ¿Has jugado alguna vez a esquinas? -preguntó Sim, esperanzado.

– No, pero aprendo deprisa -respondió Denna.

Sim le explicó las reglas con alguna ayuda de Wil y mía. Denna hizo algunas preguntas muy oportunas, demostrando que había entendido lo esencial del juego. Me alegré. Como estaba sentada enfrente de mí, le correspondía ser mi pareja.

– ¿Cuántas manos tiene la partida? -preguntó.

– Eso depende -contestó Wil-. A veces jugamos una sola mano. Otras, un set.

– Muy bien, pues entonces un set -propuso Denna-. ¿Cuánto?

– Podemos hacer un set de prueba -dijo Sim apartándose el cabello de los ojos-. Como estás aprendiendo y eso.

Denna entrecerró los ojos.

– No necesito ningún trato especial. -Se metió una mano en el bolsillo y sacó una moneda que puso encima de la mesa-. ¿Una iota es demasiado para vosotros, chicos?

Para mí era demasiado, sobre todo con una pareja que no había jugado nunca.

– Ten cuidado con esos dos -dije-. Juegan a muerte, y se te quedarán hasta la sangre.

– La verdad -intervino Wilem- es que yo no quiero la sangre para nada, así que juego por dinero. -Hurgó en su bolsa de dinero hasta que encontró una iota y la puso encima de la mesa con aire decidido-. Estoy dispuesto a jugar una mano de prueba, pero si a ella le parece insultante, le daré una paliza y me llevaré todo lo que ponga encima de la mesa.

– Así me gusta, Wil -dijo Denna con una sonrisa.

La primera mano nos fue bastante bien. Denna perdió una baza, pero de todas formas no habríamos podido ganar, porque teníamos unas cartas muy malas. Pero en la segunda mano se equivocó al declarar. Sim la corrigió, y ella se aturulló y sacó una carta demasiado alta. Luego salió sin querer cuando no era su turno; no fue un error grave, pero salió con la jota de corazones, revelando a todos qué clase de baza tenía. Ella también se dio cuenta, y la oí mascullar algo claramente impropio de una dama.

Wil y Sim, fieles a su palabra, jugaron sin piedad para aprovecharse de la situación. Con las cartas tan malas que yo tenía en la mano, no podía hacer gran cosa más que quedarme sentado viendo cómo ellos ganaban las dos bazas siguientes y empezaban a acorralar a Denna como lobos hambrientos.

Pero no pudieron con ella. Hizo un truco de cartas muy inteligente, y luego sacó el rey de corazones, lo cual no tenía ningún sentido porque anteriormente había intentado salir con la jota. A continuación, además, sacó el as.

Comprendí que su torpeza era fingida un poco antes que Wil y Sim. Conseguí disimular hasta que vi esa revelación reflejada en el rostro de mis amigos. Entonces me eché a reír.