Cheryl Alston, comisario del Tribunal; Barbara Baer Waxman, juez; Mark Cohen, ayudante del fiscal del Estado;
Carole Kimmell, ayudante técnico sanitario del Hospital Mercy; profesor Trish VanZandt y sus colegas de la Universidad John Hopkins; señora Bonnie Ariano, directora ejecutiva del Centro de Agresión Sexual y Violencia Doméstica, de Baltimore;
De la Universidad de Minnesota: profesor Thomas Bouchard, profesor Matthew McGue, profesor David Lykken;
Del Pentágono: teniente coronel Letwich, capitán Regenor;
De Fort Detrick, en Frederick (Maryland): señora Eileen Mitchell, señor Chuck Dasey, Coronel David Franz;
Del Laboratorio de Ciencia Forense de la Policía Metropolitana: Peter D. Martin;
Expertos en informática: Wade Chambers, Rob Cook y Alan Gold.
Y de manera especial al investigador profesional Dan Starer, de Investigación para Escritores, de Nueva York, quien me puso en contacto con la mayoría de las personas citadas anteriormente.
También estoy muy reconocido a mis editores: Suzanne Baboneau, Marjorie Chapman y Ann Patty; a los amigos y familiares que leyeron los borradores del libro y me transmitieron sus comentarios, incluidos Barbara Follett, Emanuele Follett, Katya Follett, Jann Turner, Kim Turner, John Evans, George Brennan y Ken Burrows; a los agentes Amy Berkower, Bob Bookman y -sobre todo- a mi más antiguo colaborador y crítico más agudo, Al Zuckerman.