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Todo parecía igual; solo ellos ya no eran los mismos.

El mayordomo de Gracie Mansion los recibió en la puerta y los dejó entrar, después de haberles advertido que en aquel momento el alcalde estaba reunido en su despacho con dos miembros de su partido.

Al fondo del pasillo, Jordan y Maureen doblaron a la izquierda y llegaron a la habitación donde Ruben Dawson estaba sentado ante los ordenadores en compañía de otro hombre. El secretario del alcalde, como de costumbre, los acogió con una actitud impecable e impasible. Jordan estaba convencido de que ese hombre no necesitaba nunca aire acondicionado, pues llevaba el frío dentro de sí.

– Ruben, tenemos que buscar algo en internet…

Jordan dejó la frase en suspenso y echó una mirada significativa a la otra persona presente en la sala, un hombre robusto, de unos treinta años, que les daba la espalda, sentado ante la pantalla de cristal líquido de un Macintosh.

Ruben lo cogió al vuelo, pero su expresión no cambió.

– Martin, ¿puedes excusarnos un momento, por favor?

– Por supuesto, señor Dawson.

Mientras esperaban que Martin se levantara y saliera de la habitación, Jordan fue a la máquina fotocopiadora y, escondiendo con el cuerpo lo que hacía, extrajo del bolsillo de la chaqueta el cheque que había encontrado en el cadáver de Lord. Hizo una copia, la puso en el fax y se la envió a Burroni.

Luego se volvió hacia Dawson, que ya estaba sentado frente al ordenador.

– Ruben, ¿recuerdas si en la ciudad de Troy hay un periódico local?

– No lo sé, pero podemos averiguarlo en un segundo.

Ruben abrió el Explorer y tras una rápida búsqueda se apoyó contra el respaldo de la silla y señaló la pantalla.

– Aquí está. The Troy Record.

– Llama y pregunta si tienen un archivo en formato digital. Y si es así, si se puede consultar. No creo que nos pongan problemas si se lo piden de la oficina del alcalde. Diles que es muy importante.

Ruben se levantó y se dirigió hacia el teléfono. Antes de marcar el número se detuvo un momento, con el auricular en la mano.

– Te recuerdo que se trata de un periódico. Si es algo sobre lo que hay que ser discretos, acudir a ellos no es buena idea.

Jordan se vio obligado a admitir que Christopher, al elegir a Ruben como colaborador, había depositado su confianza en la persona adecuada.

– No importa. No es tan importante, a estas alturas.

Ruben Dawson marcó el número y pidió que le pusieran con el director del periódico. Mientras hablaba, Maureen se sentó al escritorio y buscó el sitio web del Troy Record. Jordan se colocó detrás, con las manos apoyadas en el respaldo de la silla.

Ruben se despidió de la persona con la que hablaba y cortó.

– Listo. El archivo está digitalizado en parte, hasta doce años atrás. La contraseña es «Connor Slave».

Jordan sintió que Maureen se ponía tensa, pero no comentó nada acerca de la coincidencia. Una vez más podía comprobar que el azar es despiadado cuando decide recordar a los seres humanos sus sufrimientos.

Maureen abrió el enlace señalado como «Archivo» y cuando se le pidió tecleó la contraseña. Bajo el logo del periódico apareció en la pantalla un motor de búsqueda interna.

Oyó la voz de Jordan que le llegaba desde atrás.

– El hecho sucedió el 14 de septiembre de 1993, así que pienso que nos conviene buscar en la edición del día 15.

Maureen escribió la fecha y apareció en la pantalla la edición del Troy Record que Jordan había pedido. En un silencio lleno de ansiedad, el ordenador comenzó a pasar las páginas sin el familiar crujido del papel. En la pantalla se sucedían palabras que ya se han escrito y dicho muchas veces, pero que volverán a repetirse incansablemente; solo cambiarán los nombres y los lugares. Así de repetitiva es la monótona vida de los seres humanos.

Solo el mal tiene una fantasía sin límites.

Encontraron la noticia en la crónica de sucesos. El artículo, firmado por un periodista llamado Rory Cardenas, ocupaba toda la página.

DÓLARES CON CACAHUETES

Charlie Brown roba un banco

En la jornada de ayer se perpetró un robo en la sede del Troy Savings Bank, en Columbia Turnpike, East Greenbush. Tres sujetos con el rostro oculto por máscaras que reproducían las caras de algunos personajes de Snoopy entraron en el banco y amenazando con pistolas y escopetas a los clientes y al personal se apropiaron de todo el dinero de la caja, que en ese momento sumaba treinta mil dólares. Linus, Lucy y Pig Pen huyeron en un Ford blanco que esperaba fuera con el motor en marcha, conducido por un individuo que llevaba la máscara de Snoopy. Al parecer los asaltantes tuvieron mala suerte, porque se encontró el Ford abandonado a unos diez kilómetros al sur, con el motor averiado. A pesar de ello, lograron huir sin dejar rastro. No hubo heridos que lamentar entre las personas que se encontraban en el banco en el momento del atraco. Solo una mujer anciana, Mary Hallbrooks, de 72 años, probablemente a causa del susto, sufrió una indisposición y fue internada de inmediato en el hospital Samaritan, donde se encuentra todavía en observación, aunque su estado no es grave. Es la primera vez que una sede del Troy Savings Bank es el objetivo de…

El artículo incluía la foto del director y algunas imágenes del banco, mientras los agentes realizaban la inspección. Maureen sintió que se aflojaba la presión de las manos de Jordan y se aligeraba su peso en el respaldo de la silla. Vio que se alejaba de la pantalla, a la que se había acercado para leer mejor el artículo.

– Todo esto ya lo sabemos. Si lo que has visto es cierto, es probable que sucediera casi al mismo tiempo que el atraco. Si es así, la noticia debería figurar en la edición del mismo día.

Dos páginas más adelante, abajo, a la derecha, encontraron la nota que buscaban.

Jordan señaló el lugar con el dedo y Maureen lo rodeó con un recuadro y utilizó el zoom, para ampliar la parte marcada. En la pantalla del ordenador apareció parcialmente una página con dos fotografías. En una se veía a una mujer negra, con la piel bastante clara, el pelo corto y un bonito rostro, que sonreía. En la otra aparecía un niño con ojos oscuros y la piel un poco más clara que la de la madre. Tenía un aire despierto y los miraba con expresión divertida.

Aunque la había visto en una situación muy distinta, Maureen reconoció enseguida a la mujer. Sintió que ese momento era una repetición del día en que descubrieron la identidad de Snoopy, tras aparecer en la pantalla la cara de Alistair Campbell. Apoyó una mano en la muñeca de Jordan y le dio un leve apretón, sin hablar.

A PESAR DE SU EXPERIENCIA, UNA ENFERMERA NO LOGRA SALVAR LA VIDA DE SU HIJO

Thelma Ross, enfermera profesional del hospital Samaritan de Troy, ha sido víctima de una trágica serie de fatalidades que han costado la vida de su hijo, el pequeño Lewis, de cinco años. El niño, mientras jugaba en el jardín de su casa, fue picado por una considerable cantidad de avispas. El violento choque anafiláctico que sufrió, le provocó un edema faríngeo que en poco tiempo le obstruyó por completo las vías respiratorias. Ni siquiera la rapidez de la madre, que gracias a su larga práctica en el quirófano efectuó una traqueotomía al pequeño Lewis, logró salvarle la vida. Cuando llegó la ayuda, el médico de la ambulancia solo pudo certificar la muerte del niño. Expresamos a Thelma Ross el afecto solidario de una comunidad a la cual ha dado mucho y que en estos tristes momentos se siente profundamente conmovida.

Jordan apoyó una mano en el hombro de Maureen, con un entusiasmo que su voz no conseguía disfrazar.

– Aquí hay algo que no encaja. La noticia, como se cuenta aquí, no corresponde en absoluto a lo que…

Se interrumpió antes de terminar la frase. Aunque Ruben no entendió a qué se refería, Maureen lo comprendió perfectamente.