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Dio un silbido.

– ¿Un grial? He oído historias sobre el Santo Grial.

– Te lo aseguro, este grial no tiene nada de santo -añadió Tarik.

– ¿Entonces por qué Nasim lo quiere? -Vaden hizo un gesto de negación-. No importa, no quiero saberlo. Seguramente se tratará de alguna locura mística con la que no deseo llenarme la cabeza. -Apuró el vino y apoyó la copa en la balaustrada-. Ya que hemos terminado nuestra conversación, regresaré a la ciudad y correré la voz entre mis hombres para que se reúnan. Tardarán dos días. -Se dirigió hacia la puerta-. Kadar, si no tienes un plan razonable para entonces, tendrás que hacerte a un lado y dejármelo a mí.

– Tendré un plan preparado -aseguró Kadar-, pero no le has dicho a Tarik cuál es tu precio. ¿No crees una falta de consideración tenerlo en ascuas?

Vaden miró a Tarik por encima del hombro.

– Prefiero dar mi precio después de derrotar a Nasim. Prometo no quitarte todo lo que tienes.

– Un acuerdo muy poco corriente -dijo Tarik secamente-. ¿Y si decido no pagarte?

– Me pagarás. -La sonrisa de Vaden parecía la de un tigre-. Todo el mundo me paga.

CAPÍTULO 17

– Y bien, ¿estás satisfecha? -preguntó Kadar a Selene mientras la escoltaba a su aposento un rato después.

– Sí-contestó no muy convencida-. Aunque no me explico por qué. Es un hombre de lo más perturbador. No logro adivinar en qué está pensando.

– Tampoco necesitamos saberlo. Lo único que debe preocuparnos es su fuerza en la batalla y su lealtad.

– Soy de la opinión de que Vaden es un hombre al que no le gusta que lo aten corto. ¿Hasta dónde llegará su lealtad?

– No sirve de nada discutir sobre ello. Ya está hecho. Nos limitaremos a vigilarlo.

Ella frunció el ceño de repente.

– Parecía incómodo al hablar sobre el grial.

– Ware me dijo que Vaden era un hombre que solamente creía en lo que podía coger con las manos -dijo sonriendo-. Sin embargo viajó hasta Escocia para entregarle su estandarte a tu hermana. Apostaría a que estaba incluso más incómodo realizando esa tarea.

– Sin embargo lo hizo -repuso apretando la mandíbula-. Y hará esto por nosotros. -Se detuvo frente a su puerta-. ¿Tendrás un plan para dentro de dos días?

– Sí, tendré un plan. -Hizo una pausa-. Pero no es lo único que tenemos que hacer en estos dos días. Le dije a Tarik que necesitaríamos un sacerdote para mañana por la noche.

– ¿Un sacerdote? ¿Por qué habríamos de necesitar…? -Entonces comprendió. Los votos matrimoniales-. ¿Aún lo deseas?

– Tenemos un acuerdo. He convencido a Tarik para que nos permita utilizar el grial. Ahora yo estoy listo para ayudarte a atrapar a Nasim. ¿Qué te hace pensar que he cambiado de idea en lo que respecta a mi recompensa?

El motivo era que no le había mostrado ese otro lado oscuro suyo durante los últimos días. Seguía siendo el Kadar de siempre, y el que había hecho la petición había sido el otro Kadar.

Se humedeció los labios.

– Sería más sensato esperar.

El sonrió.

– Yo no soy como Vaden. Yo pienso cobrarme el grueso de mi recompensa por adelantado. Nunca se sabe lo que puede pasar y no deseo prescindir de los frutos de mi trabajo.

– No te sucederá nada. No lo permitiré.

– Me complace esa seguridad en ti misma. -La miró a los ojos-. Pero los votos matrimoniales tendrán lugar mañana por la noche.

Su tono había adoptado ese perfil duro y frío, al igual que su expresión, observó ella con desaliento. El Kadar de siempre se había esfumado. Se había deslizado hacia el lado oscuro con facilidad.

– Así se hará si es eso lo que deseas. Nunca he pretendido engañarte.

– Lo sé. -Su sonrisa desterró la dureza-. Es solo que los votos no son lo más importante para mí. -Le cogió la mano y la rozó con los labios-. Y espero que vuelvan a convertirse de nuevo en algo importante para ti. Que descanses. Hasta mañana.

Ella se lo quedó mirando hasta que desapareció tras la esquina que conducía al salón. Votos matrimoniales.

Al día siguiente estaría casada. La idea le resultaba extraña. En estos últimos días había desechado de su mente esa perspectiva por completo. Tendría que considerarlo de nuevo esa noche.

Porque empezaba a sentir un cosquilleo de excitación e ilusión que le impedía pensar en todo lo demás. Kadar siempre había dominado sus pensamientos más que cualquier otra persona o cosa, y ahora él era una distracción que no se podía permitir.

Podría evitarlo esa noche, pero ¿y al día siguiente? Los votos matrimoniales no habían sido su único precio.

La torre.

No pienses en la torre. No pienses en su cuerpo ni en la música que había producido al fundirse con el suyo. No pienses en nada.

– Te he comprado algo para que te lo pongas mañana -dijo Layla cuando Selene abrió la puerta. Hizo un gesto hacia el suave tejido azul que llevaba plegado sobre el brazo-. No es apropiado que lleves un vestido de sirvienta para semejante ocasión.

– Es muy amable de tu parte, pero yo no…

– Por supuesto que sí. -Layla entró en la habitación y cerró la puerta-. Las bodas son muy importantes. -Dejó la tela sobre la cama-. En realidad no es un vestido. Es solamente un corte de seda, pero el color es bonito y te sentará muy bien. Volveré mañana por la mañana y te enseñaré cómo plegarla.

Selene frunció el ceño, escéptica al mirar la pieza de tela.

– ¿Plegarla?

– Las mujeres en Egipto e India se visten así. Es mucho más elegante que la ropa cosida -dijo sonriendo-, Y mucho más fácil de quitar.

– Creo que prefiero los vestidos hechos con puntadas.

– No para mañana. -Permaneció en silencio unos segundos-. Me sorprende que esta vez hayas decidido desposarte. He notado que Kadar puede llegar a ser muy dominante. ¿Lo haces por voluntad propia?

– Es mi voluntad.

– Porque si no lo es, dímelo. No eres tú misma, y no permitiré que te intimide.

– No me está intimidando. -Se encontró sonriendo-. Además, sigo siendo yo misma y sería capaz de evitar semejante abuso. Te agradezco tu preocupación.

– Te he tomado cariño. -Las palabras le salían torpes-. Quiero que las cosas salgan bien. Puede que estés resentida conmigo por haber intentado evitar que Tarik te permitiera usar el grial, pero eso no significa que no comprenda tu dolor.

– No te guardo ningún rencor. -Selene se dio cuenta de que era verdad. Lo que estaba claro era que la pasión de Layla por proteger el grial era tan fuerte como la suya por aprovechar cualquier medio para sus fines-. Siempre has sido amable conmigo -dijo con sinceridad-, excepto aquella primera noche. Todavía no te he perdonado aquel golpe.

– Te lo dio Mario, no yo -corrigió Layla sonriendo-. Si hubiera sido mío, habría sido más fuerte. Yo nunca doy un golpe a menos que sea para inutilizar al adversario. ¿Has cenado?

– Todavía no.

– Bien. Pediré algo de comer. Cenaremos juntas.

– ¿No deseas cenar con Tarik?

Layla desvió la mirada.

– Me está evitando. -Se dirigió hacia la puerta-. No es que me importe. Parece simplemente un movimiento absurdo. No quiero incomodarlo.

Dolor y soledad. Esas palabras daban una impresión cruda y descarnada. Selene tuvo un impulso de acariciarla y consolarla, pero sabía que Layla negaría esa necesidad de consuelo. No obstante había algo que Layla aceptaría.

– Cenaré contigo encantada. -Miró hacia el tejido azul que estaba encima la cama-. Y gracias por la tela.

Layla se echó a reír.

– De verdad que te sentará bien. Ya verás.